La Ciudadela de Jaca cuenta con dos nuevos cervatillos. Los pequeñines, de los que aún se desconoce el sexo, han nacido hace tan solo unas horas en el foso del Castillo de San Pedro. Una alegría para los responsables de la fortaleza, pero también para los jaqueses, que cada año por esta fecha pueden disfrutar de los recién nacidos, a los que es fácil ver corretear junto al resto de los cérvidos. Todo un espectáculo de la naturaleza y una ocasión única de disfrutarlo.

Ver corretear a los cervatillos, todo un espectáculo de la naturaleza
Si en otoño la berrea de los ciervos de la Ciudadela de Jaca se convierte en todo un espectáculo, los grandes protagonistas en esta época del año son los chiquitines, los recién nacidos. Hace unas horas, el Castillo de San Pedro celebraba la llegada de su último inquilino. Y poco después, nacía otro. El cervatillo y su madre dejaban las escenas más tiernas en los fosos del castillo.
Nada más parir, la madre se come la placenta, por el instinto de supervivencia, para evitar que pueda atraer a aves carroñeras. El recién nacido se pone en pie enseguida. Y rápidamente corretea de un lado a otro, protagonizando una de las imágenes más tiernas y entrañables que, estos días, se pueden contemplar desde los glacis con un poco de paciencia.
Todavía no se sabe si son macho o hembra. Y, cuando se sepa, habrá que ponerles nombre. Capitán, Manolín, Pyrene, Trufa, Felipe,… son los nombres elegidos para algunos de los últimos cervatillos nacidos en la Ciudadela. Lo habitual es que nazcan varios cervatillos al año en la Ciudadela de Jaca. El año pasado, los nacimientos se convirtieron en todo un acontecimiento, ya que en pocos días vieron la luz seis nuevas crías.
Los cervatillos continúan la historia que empezó a escribirse en 1974
Los ciervos de la Ciudadela de Jaca llegaron al recinto en 1974. Actualmente, una veintena de ejemplares vive en semilibertad en los fosos del castillo. Y se han convertido en todo un símbolo de la ciudad y de todo el Valle del Aragón.

Cuando crecen, el Castillo de San Pedro hace intercambio de ejemplares con otros núcleos zoológicos, o con parques como Lacuniacha, para evitar que se eleve la tasa de consanguineidad y las consecuencias de la endogamia, que podrían ser fatales. En ocasiones, cuando el número rebasa el adecuado para la superficie disponible en los fosos, también se sueltan en el monte -siempre con todos los permisos necesarios y en estrecha coordinación con las autoridades. Pero sólo en el caso de ejemplares maduros y fuertes, con la cornamenta perfectamente formada, para asegurar en todo momento su superviviencia en el medio natural.

Los ciervos de la Ciudadela de Jaca viven una media de 20 años, frente a los 12 que suele vivir un ejemplar en libertad. Desde 2017, el Castillo de San Pedro ofrece Ecociudadela, una actividad de Educación Ambiental que permite la interrelación con ciervos con impronta humana, y que persigue concienciar a la población de la necesidad de respetar la naturaleza y el medio ambiente.
Por Rebeca Ruiz

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