
Y luego nos quejaremos… Más o menos así pinta la cosa… Niños y adolescentes de apenas diez u once años con sus smartphones de alta gama entre sus dedos, absortos y embobados en las pantallitas; jóvenes recién cumplida su mayoría de edad con coches de más de veinte mil euros y caballos a trote y moche para acelerar; niñas de apenas catorce o quince años con sus modelitos de ésta o esta otra marca y sus pantalones de doscientos eurazos o sus gafas de sol de moda de cuatrocientos euros; adolescentes con zapatillas de marca por otros doscientos euros; viajes por los mil euros o más al extranjero o a espacios nacionales que se precien; festivales de verano por seiscientos euros para pasarlo bien; tableta y portátil para escuchar música, ver series y ver vídeos en youtube y a los influencers de moda por setecientos euros el seguimiento.

Éstas son algunas de las joyas y sueños cumplidos que muchos jóvenes y hasta adolescentes ya poseen hoy en día y sin pegar casi un palo al aire. Lo que nosotros, como padres, soñábamos tener o poseer algún día en nuestra etapa de ya adultos, ellos lo “exigen” y lo tienen con apenas una o dos décadas o poco más de edad y de vida.
Hemos querido aplicar eso de “nosotros no lo tuvimos, pero mis hijos si lo tendrán” y qué mal hacemos y nos hacemos.
Las cosas que se consiguen sin esfuerzo y sin trabajo no valen para saber valorar lo que se tiene
Las cosas que se consiguen sin esfuerzo y sin trabajo no valen para saber valorar lo que se tiene. Muchos de nuestros jóvenes tienen libertad para pedir y decidir sobre lo que quieren y no quieren desde pequeños. Pagamos esos estudios y esas vidas que nosotros no pudimos estudiar o vivir, les evitamos problemas reales o se los ocultamos, les pagamos pisos alquilados de precios exacerbados o residencias a todo trapo o lujo para que estén acomodados, financiamos sus vacaciones de fin de estudios para que se desestresen y se diviertan a base de alcohol, alcohol y…alcohol, no vayan a padecer y sufrir.
Mientras, nosotros sudamos la gota gorda para poder pagar esos gastos o cuasi caprichos que la sociedad actual nos hace cumplir y lleva consigo para estar a la moda y poder ser y tener; eso sí, privándonos de nuestro bienestar muchas veces y haciendo números que cuadrar.
Y es que viendo el panorama, lo material parece estar por encima y tapa del todo lo emocional, lo afectivo y lo real. Cosa que pienso nunca puede llegar a buen puerto tanto en el presente actual como en un futuro no muy lejano. Y si no, tiempo al tiempo.
Por Juan José Mairal

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