Azafrán, frutales, aromáticas y trufa ‘made in’ la Jacetania

Azafrán de Atarés, frutales y frutos rojos de Ara, trufa de la Canal de Berdún o lavanda de Bernués eran producciones inimaginables hasta hace unos pocos años. Los cultivos alternativos llegan pisando fuerte a la Jacetania y, hoy por hoy, van camino de convertirse en una alternativa a las producciones tradicionales y, por ende, a la despoblación rural. Algunos de ellos, aún en fase experimental, están dando buenos resultados. Otros ya han registrado sus primeras producciones (de gran calidad, por cierto).

Aromáticas de Bernués (FOTO: Rebeca Ruiz)

En los últimos años, el respaldo de las administraciones al asentamiento de nuevos cultivos en algunas de las zonas más deprimidas poblacionalmente hablando, junto al esfuerzo de agricultores y productores que han apostado por la innovación para poder seguir manteniendo vivos sus pueblos, comienza a dar sus frutos.

Azafrán de Atarés

Víctor Gutiérrez, José Miguel Jarne, Sandra Barrós y Javier Jarne son los protagonistas de esta iniciativa pionera, que hoy se desarrolla ya en unos 250 metros cuadrados y cuya producción no llega sólo a los restaurantes y algún comercio de la Jacetania, sino que Azafrán de Atarés ya ha llegado a Huesca, a Cataluña y hasta Suiza, donde es muy apreciado por sus cualidades y por su sabor. Atarés es el único lugar de la comunidad aragonesa, por encima de Teruel, donde se produce el azafrán para consumo final –hay otro agricultor en Sariñena, pero lo destina a simiente-.

Azafrán de Atarés.

Los productores de Atarés se decidieron a cultivar azafrán en 2013. Entonces, sembraron 40 kilos. El ciclo, para que la producción resulte rentable, es muy largo, y puede prolongarse durante años. De hecho, empezaron con 120 metros cuadrados y su primera producción fue de 200 gramos de azafrán. De momento va dando muy buenos resultados, explican los agricultores, cuyo modelo de producción es totalmente artesanal. Los frascos de Azafrán de Atarés se comercializan en tamaños de 1 gramo y de 5 gramos, y los expertos aseguran que el producto es de primera calidad, a la altura del que pueda producirse en León o La Mancha, regiones con una larga trayectoria en este cultivo.

La campaña del azafrán se limita a unos días: cuando la planta florece, hay que recoger las flores y, después, extraerles las hebras de color granate. Son cuatro hilos, a veces cinco, lo que se considera algo extraordinario. Todo artesanalmente, por lo que supone un gran esfuerzo. En torno a la festividad del Pilar, se recoge toda la producción del año. El resto del tiempo, hay que preocuparse de mantener el cultivo, abonarlo, limpiarlo de malas hierbas y luchar contra las plagas, como los ratones.

Trufa de la Canal de Berdún

La presencia de la trufa está trasformando los cultivos y cocinas altoaragonesas desde que hace dos décadas la Diputación Provincial de Huesca y el sector apostara decididamente por su desarrollo en el territorio. Cada año encuentra más y mejor acogida entre productores, hosteleros y comensales, como se demuestra en cada edición de Trufa-te (como la última, la décimo segunda, que acogió Jaca el pasado mes de febrero).

El cultivo de la trufa negra en la provincia recibía recientemente, un año más, el respaldo de la institución provincial con un paquete de ayudas que este año llegaba a 55 plantaciones de hasta treinta municipios diferentes. En el caso de las comarcas de la Jacetania y el Alto Gállego, recibirán ayudas plantaciones en Berdún, Biniés, Canal de Berdún y Sabiñánigo, según informa la DPH. En estos momentos, más de 150 hectáreas de trufa se cultivan entre las comarcas de la Jacetania y el Alto Gállego.

La trufa es un hongo perteneciente al género Túber que, de forma natural, crece en asociación con las raíces de diferentes árboles hospederos, entre los que destacan la encina española y la carrasca. La trufa se desarrolla bajo la superficie del suelo, normalmente a unos diez a quince centímetros de profundidad, y alcanza entre 3 y 12 cm de diámetro. Por norma general, tarda entre 5 y 7 años en madurar y puede mantener una vida productiva de más de tres décadas cuando crece en encinas o robles europeos y, por suerte, las características del territorio de Huesca, con grandes superficies de suelos calizos, una climatología favorable y terrenos de cultivo poco extensos y de difícil acceso, lo dibujan como un terreno óptimo para el desarrollo de la truficultura.

Trufa de la Canal de Berdún. (FOTO: Rebeca Ruiz)

Árboles frutales y frutos rojos en Ara

El Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) está contribuyendo a la recuperación de variedades frutales aragonesas en diversas zonas de Aragón, entre ellas, la localidad jacetana de Ara. En este caso, impulsado desde el Ayuntamiento de Jaca, «el proyecto de nuevos cultivos de Ara tiene como objetivo no solo la recuperación de variedades locales en la zona de Ara-Jacetania y su establecimiento en parcelas, sino también, caracterizar y evaluar ese material para su puesta en valor», explica el Gobierno de Aragón. El proyecto cuenta con la participación de la Comunidad de Regantes de Ara y está respaldado por fondos europeos.

Frutales en Ara. (FOTO: Gobierno de Aragón)

En la parcela de Ara, se plantaron inicialmente cerca 500 árboles de medio centenar de variedades de manzano y peral -entre ellas, las que tradicionalmente se cultivaban en zona de montaña y otras comerciales-, para analizar su evolución, su crecimiento, la calidad de la producción y su rentabilidad. El reto está en conseguir seleccionar los que mejor se adapten a la zona para, en una próxima fase, implantarlo y optimizar al máximo las posibilidades de este cultivo. Igualmente, se está trabajando en la implantación del cultivo de ciruelos y frutos rojos.

El objetivo del proyecto es la recuperación y establecimiento de parcelas frutales con especies y variedades locales de montaña recuperadas en el territorio de Jaca, así como estudiar el cultivo de otros frutos de demanda social, poniendo en valor el rico patrimonio local. Todo ello con el fin de dinamizar y revitalizar el tejido económico y empresarial del sector primario que consiga crear, en el término municipal de Jaca, nuevos puestos de trabajo en este sector contribuyendo a la diversificación de las producciones agrarias y la apertura de nuevas economías locales.

Aromáticas y medicinales en Bernués

También a Bernués llegaba, hace dos años, un proyecto piloto para cultivar plantas aromáticas y medicinales, a través de una iniciativa que tiene como objetivo plantear este tipo de producción como alternativa a la agricultura tradicional. El Ayuntamiento de Jaca y el CITA respaldaban este proyecto que, en su primera etapa, consiste en el cultivo de una explotación de plantas aromáticas, en una parcela de demostración, para su investigación. La recolección controlada, el procesamiento del material genético obtenido y el estudio sobre la viabilidad económica de cada variedad eran los siguientes pasos, con el fin de desarrollar en la zona de Jaca el cultivo de las plantas más interesantes (en términos de rentabilidad) tanto en producción como en respuesta comercial.

Una parcela de 1.200 metros cuadrados a las faldas de la Peña Oroel, con un agricultor colaborador, era el punto de partida. Se comenzó a trabajar con Lavanda (Lavándula angustifolia Miller), Clon Mallette, Lavandín Grosso (Híbrido de Lavandula angustifolia x Lavandula latifolia), Lavandín Super (Híbrido de Lavandula angustifolia x Lavandula latifolia), Salvia officinalis, Saturejamontana (Ajedrea), Artemisia absinthium (Ajenjo) y Origanumvirens (Oregano verde). Algunas de estas especies iniciales se han ido sustituyendo en función de los primeros resultados. Hoy, continúan los análisis y los estudios de viabilidad, pero todo apunta a que el cultivo de las aromáticas y las medicinales podría ser una realidad en pocos años en la Jacetania. El destino de este tipo de producción es el sector industrial, principalmente perfumería o cosmética, un negocio en auge que atraviesa un gran momento y que, además, llega avalado porque prácticamente toda la producción, allí donde ya existe, está colocada en el mercado a priori.

Ejea, Luesia, Orés, Tauste, Aguarón o Benabarre son algunas zonas de Aragón en las que se lleva implantando esta actividad desde 1985, con un gran éxito y, en todos los casos, obteniendo mucha más rentabilidad que con el cereal y otros cultivos tradicionales. El Somontano, el Moncayo, Calamocha y el Bajo Aragón fueron las comarcas pioneras, como representantivas de cuatro zonas donde la rentabilidad del cereal era muy baja. El proyecto de las plantas aromáticas y medicinales también está relacionado con investigación de bioplaguicidas a través de moléculas naturales, otra línea de trabajo que emprendió el CITA en 1999.

El azafrán, la trufa, la lavanda, los frutos rojos, los frutales,… todas eran producciones inimaginables hasta hace unos pocos años. Los cultivos alternativos van haciéndose un hueco en la Jacetania y, sin duda, formarán parte del desarrollo del Alto Aragón en los próximos años, donde iniciativas como ésta tienen un importante peso específico en la lucha contra la despoblación.

Por Rebeca Ruiz

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