En otoño, las horas de luz se acortan considerablemente y la naturaleza lo percibe… muchos árboles pierden sus hojas, no sin antes manchar los bosques de colores; donde los amarillos, ocres, naranjas y rojos se suceden. Os animamos a conocer la cara más otoñal del municipio de Sabiñánigo, por diferentes valles y pueblos. Para eso tenemos algunas propuestas para conocer los rincones más otoñales de nuestro término y algunos pueblos vecinos. ¿Empezamos?
Rapún y la Pardina de Ayés
Pasear por la tranquilidad de la Val Estrecha es siempre un lujo, y más en estas fechas, cuando la falda de Peña Oroel se ha teñido de colores y las luces de otoño aterciopelan el paisaje.
Satué y Javierre del Obispo por el cajigar
Los quejigos son árboles de hoja caduca, pero con la peculiaridad de permanecer en el árbol casi hasta que nace el nuevo follaje, su colorido se reduce a ocres y amarillos, aun así sus troncos y su porte majestuoso invitan al paseo.
Isún y San Román de Basa
La montaña de Santa Orosia produce admiración a la vez que es símbolo de cobijo. Pasear por los pueblos y bosques ubicados en su piedemonte es un espectáculo en estas fechas: los ríos y cascadas resurgen y los árboles en sus laderas lucen como nunca.
Senegüé y Lárrede
El paseo entre estos pueblos nos llevará por el puente Las Pilas, para cruzar un bravo río Gállego. Levantad la vista, el bosque de ribera y las vistas hacía el Monte Oturia no os dejarán indiferentes.
Laguarta
Laguarta es uno de esos pueblos que huelen a siglos y que invitan al paseo. Sus chimeneas humeantes os encantarán y admirar los colores que ofrecen los nogales, avellanos y otros árboles que inundan los antiguos campos os cautivará.
Por Anna Artiza. Técnica responsable de la Oficina de Turismo de Sabiñánigo
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