El cultivo de la trufa negra (Tuber melanosporun) continúa creciendo en las comarcas de La Jacetania y el Alto Gállego. Poco a poco, su producción se está consolidando como una alternativa real y rentable a la agricultura tradicional de la zona. Un crecimiento exponencial que se refleja en el interés de los agricultores en busca de soluciones a la supervivencia de sus explotaciones y de lo que, en definitiva, es su medio de vida en el mundo rural. Y que, por otra parte, surge como consecuencia de que cada vez es mayor la cultura de la trufa y, con ello, el interés por un producto con unas cualidades culinarias únicas.

La Jacetania y el Alto Gállego están experimentando, en los últimos años, un importante crecimiento en la producción del preciado hongo. «No es la zona de Aragón en la que más se produce, pero cada vez son más hectáreas las dedicadas a la Trufa» , explica David Royo, presidente de la Asociación de Recolectores y Truficultores de Aragón. Actualmente, una docena de profesionales se dedican a la producción de trufa en distintas explotaciones de La Jacetania y el Alto Gállego, donde ya están dedicadas a este cultivo unas 70 hectáreas. Principalmente, concentradas en la zona de la Canal de Berdún y en la de La Guarguera, matiza el presidente de los truficultores. En el total de la provincia de Huesca ya hay 1.600 hectáreas dedicadas a la trufa.
En La Jacetania y el Alto Gállego, desde 2004
En estos territorios, sin embargo, las primeras plantaciones comenzaron a realizarse en 2004. Hasta hace unos años «no había tradición trufera; subían recolectores de otros lugares, como de la Ribagorza, a buscar trufa, pero no se cultivaba; la recogían del monte» , señala Royo. Ahora, el contexto es diferente, y el mapa de truficultores en el Prepirineo y Pirineo aragonés comienza a tomar forma.
Hay que tener en cuenta que el ciclo del cultivo de la trufa es largo, en torno a unos ocho años desde que se planta por primera vez. Además, aunque el terreno de La Jacetania y el Alto Gállego es «muy apto» -apunta Royo- y permite la producción de un producto de gran calidad, también se lucha contra el hándicap de que tradicionalmente no han sido comarcas truferas.
En estos momentos, la campaña está en pleno auge. La recolección comienza habitualmente a final de noviembre, y se desarrolla hasta finales de marzo. Febrero y marzo son meses óptimos para encontrar el mejor producto, y David Royo insiste en que la trufa de las comarcas de La Jacetania y el Alto Gállego «es realmente buena; es un producto que no tiene nada que envidiar al resto» del que se puede encontrar en el mercado.

Jacetania es trufa y otras acciones promocionales
Precisamente, durante estos días, y hasta el 16 de febrero, se están celebrando las jornadas Jacetania es trufa, en las que participan 19 establecimientos hosteleros con menús y elaboraciones especiales -junto a una programación paralela de actividades, que incluye showcoocking, conferencias o salidas- en el mejor momento de año para consumir la mejor trufa fresca. Este tipo de acciones, a las que se suman otras como Trufa-te, la gran Feria de la Trufa de Huesca que se organiza de manera itinerante y que este año llegará a Boltaña, después de pasar con gran éxito en 2019, por Jaca, son claves para mostrar todo el potencial del producto y acercarlo a la población.
No obstante, la trufa no es la única novedad que se ha introducido en el panorama agrícola de la zona en los últimos años. En La Jacetania, también han surgido con fuerza otras iniciativas, como la apuesta por los frutales y frutos rojos de Ara o la lavanda de Bernués. Todas ellas, producciones inimaginables hasta hace unos pocos años. Algunas, aún en fase experimental, están dando buenos resultados. Otras ya han registrado sus primeras producciones y, en todos los casos, con una gran calidad.
Ayudas al cultivo de la trufa
La Diputación Provincial de Huesca continúa apoyando el fomento de la truficultura en el territorio y recientemente presentaba un nuevo paquete de ayudas destinadas al sector. Con una dotación de 160.000 euros, un año más, la institución provincial apuesta por el cultivo de la Tuber melanosporun, que ha pasado de ser patrimonio casi exclusivo de La Ribagorza o el Sobrarbe a extenderse por siete de las diez comarcas altoaragonesas. Desde que se abrió esta línea de ayudas en 2002, la DPH ha invertido más de 5 millones de euros al fomento de la trufa negra en el Alto Aragón, situando a la provincia de Huesca como uno de los territorios españoles con más cultivo trufero debido, principalmente, a las buenas condiciones del terreno.

Por Rebeca Ruiz
Las bases que regirán estas subvenciones para el año 2020 están dirigidas a cubrir el 80% de los gastos en sus dos vertientes. Por un lado, contemplan hacer más productivas las plantaciones actuales, mediante la concesión de hasta 2.500 euros por hectárea para mejorar el sistema del riego en cada parcela. En este apartado, será posible también sufragar los gastos derivados de la distribución de aguas, realización de pozos y otros sistemas de almacenamiento para conseguir las condiciones más optimas. Por otro lado, la convocatoria también está enfocada a crear nuevas plantaciones, con una superficie mínima de 2.000 metros cuadrados. Se costearán las inversiones para instalar cercados con una cuantía máxima de 20.000 euros. Para asegurar la correcta microrización entre la encina o roble y la Tuber melanosporum se exige a los beneficiarios el análisis del suelo, así como mandar una muestra del lote a plantar al Centro de Investigación y Experimentación en Truficultura (CIET) de la DPH.

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