La soledad y la pobreza endémica, que se hereda de generación en generación, son los principales retos a los que se enfrenta Cáritas Diocesana de Jaca. Dos problemas que «resultan muy difíciles de afrontar», tal y como reconocen los responsables de la organización. Así lo aseguraban el obispo de Jaca, Julián Ruiz, y el director de Cáritas Diocesana, Marcos Lera, durante la presentación de la memoria de actividades de 2018, que tradicionalmente se da a conocer coincidiendo con la festividad de Corpus Christi.

Labor de acompañamiento DE cÁRITAS
«No queremos hacer elogio de la labor de Cáritas, sino que intentamos transmitir su labor», explicaba el obispo de Jaca. Una labor que se realiza gracia a «la gestión solvente de recursos» y también en otra importante faceta: el acompañamiento en procesos personales a personas que se encuentran en las más variadas circunstancias de vulnerabilidad.
En este sentido, Julián Ruiz se refería a una de las cuestiones más preocupantes entre la sociedad española: la vivienda, y explicaba que desde Cáritas «se intenta dar una respuesta para que las personas tengan un techo, pero también un hogar». Y es que cada vez aumenta el número de personas mayores de 65 años que se ven obligadas a vivir solas. Un dato que también se puede extrapolar a Diócesis de Jaca, donde cada vez son más las personas que se encuentran en esta situación, y no siempre por falta de recursos económicos. De hecho, la Comarca de la Jacetania ha lanzado un proyecto pionero para elaborar un diagnóstico real del problema y después poder abordarlo.
Pobreza crónica
El director de Cáritas Diocesana de Jaca, Marcos Lera, repasaba los datos recogidos en la memoria anual. «La pobreza se cronifica y de feminiza», asegura, ya que son muchas las familias que no logran salir de una situación determinada y que acuden a Cáritas -normalmente, a través de la mujer-, donde años más tarde continúan yendo sus descendientes a solicitar ayuda.
Durante el año pasado, Cáritas Diocesana de Jaca prestó ayuda a unas 240 familias (784 personas), que se beneficiaron de 4.140 intervenciones atendidas en las oficinas de Jaca y Sabiñanigo. A ellas hay que añadir otras 621 correspondientes a personas que pernoctaron en el Albergue Municipal de Jaca, gestionado por Cáritas.
En 2018, Cáritas Diocésana contaba con 602 socios y 173 donantes, que hacen posible la labor que desempeña la organización. En cuanto a voluntarios activos, en Jaca hay 47; en Sabiñanigo, 25; y en Sallent de Gállego, 17. Los recursos económicos con los que contó Cáritas en 2018 ascendieron a 345.535,35 euros.

Programa de despensa solidaria
En cuanto al programa de despensa solidaria, en Jaca se repartieron 23.683 kilos de alimentos, y en Sabiñánigo, 18.108, procedentes del Banco de Alimentos de Huesca, de los centros escolares de Jaca y de las recogida de Navidad en distintas parroquias de la Diócesis. Llegaron a 731 personas de 223 familias pertenecientes a los dos colectivos más vulnerables: la etnia gitana o los inmigrantes.
Albergue de Transeúntes y Centro de Solidaridad Interdiocesano
En el Albergue de Transeúntes de Jaca pernoctaron 392 personas. La mayoría (371), hombres. También hay que destacar el Centro de Solidaridad Interdiocesano (en las diócesis de Jaca y Huesca), dirigido a la prevención y atención a personas con adicciones y a sus familias, atendido por personal profesional y voluntarios. En 2018, 15 pacientes y 6 familias fueron atendidos en este centro.
Ropero de Cáritas
El programa de recogida de ropa es otro de los proyectos destacados de Cáritas que, además, en este caso, refleja su compromiso con el medio ambiente. De marzo a diciembre, Cáritas Diocesana de Jaca recogió 32.462 kilos de ropa. En Sabiñánigo, se realizaron 528 intervenciones, con 7.380 prendas repartidas. En Jaca, se enviaron 240 sacos de ropa a Monzón, después de cubrir las necesidades locales. Actualmente, hay varios contenedores de Cáritas para reciclaje de ropa distribuidos en Jaca, Sabiñánigo, Sallent de Gállego, Panticosa, Escuer, Canfranc, Villanúa, Berdún y Puente la Reina.
Los cursos para mujeres en riesgo de exclusión social -en Jaca y Sabiñánigo- y la Fundación Thomas de Sabba de Jaca (con una aportación fija anual de 11.043 euros más 50.149,10 destinados a la compra de vivienda) también centraron la actividad de Cáritas en 2018. Es precisamente la erradicación del chabolismo, concentrado en el Barrio San Jorge de Jaca, la principal preocupación de la fundación, a través de la cual Cáritas interviene «ayudando a las personas que viven allí a evolucionar y salir de esa situación», explicaba Lera.
Por Rebeca Ruiz