El Regimiento de Infantería Galicia 64 de Cazadores de Montaña está jugando un papel fundamental en la batalla contra el coronavirus. Ahora, lejos del Líbano o de los conflictos internacionales en los que han participado sus efectivos en los últimos años, su misión está en casa. Aquí, los hombres y mujeres del Regimiento de Jaca hacen frente al peor enemigo, el desconocido, el que no se deja ver. Un enemigo silencioso que ya se ha cobrado más de 20.400 vidas en España -80, en Huesca- y mantiene a todo el país en Estado de Alarma.

El brigada José Llort es el responsable del equipo que, desde hace tres semanas, recorre la provincia de Huesca en tareas de desinfección y limpieza para tratar de frenar el avance del coronavirus. Bajo su dirección, este equipo está formado por un reducido, pero especializado, grupo de militares y dos jefes (la sargento María de los Ángeles Cáceres y el cabo Cristian Ibarz, vinculados a la Estación de Descontaminación Operativa del Batallón Pirineos).
Se trata de especialistas formados específicamente durante años y seleccionados en el marco de una estructura ya incorporada con anterioridad a la unidad, el Centro de Defensa Radiológica, Nuclear, Bacteriológica y Química (el Núcleo de Control RNBQ, que existe en todos los batallones, -más o menos dotado, en función de su relevancia-). Preparados para combatir al enemigo más poderoso.

Las actuaciones se programan para interferir lo menos posible en las rutinas diarias de las infraestructuras civiles
Llort se encarga, junto a su equipo, de coordinar las acciones previas a la descontaminación, organizar la acción militar para que resulte lo más eficaz posible y, sobre todo, transmitir tranquilidad a la población en aquellos lugares en los que actúa. En este sentido, los militares del Galicia 64 programan sus actuaciones de manera que no interfieran en modo alguno en la actividad de cada una de las infraestructuras a las que llegan. Una práctica que es muy importante, por ejemplo, en el caso de las residencias.
No causar alarma innecesaria y actuar con rapidez son aspectos que se tienen muy en cuenta a la hora en cada salida. Algo que, por otra parte, agradecen las personas que son testigos de estas actuaciones; y son muchos los que despiden con aplausos y reconocimientos a los militares cuando terminan su tarea.

En muchos de estos lugares, además, cabe destacar la cara más didáctica de la presencia del Ejército. Los expertos en descontaminación han compartido conocimientos y han asesorado a los responsables de estos centros sobre la mejor manera de hacer frente al coronavirus.
El descontaminante genérico NH4 y los equipos especiales contra el enemigo invisible
En el ámbito RNBQ, el descontaminante genérico que se utiliza en la lucha contra el coronavirus es el NH4, a base de lejía (hipoclorito sódico), y el alcohol de 70 grados. Los trajes aislantes que llevan los militares en sus actuaciones de descontaminación están realizados con un material que recibe el nombre de Microchem 4000. Son unos buzos diseñados específicamente como protección contra agentes biológicos y sustancias químicas orgánicas e inorgánicas. Son trajes de nivel 3, lo que se traduce en que evitan la entrada y salida de microorganismos (por lo tanto, virus y bacterias). Además, es un equipamiento antisalpicadura contra químicos, lo que garantiza también la integridad de la persona que lo porta. El buzo completa con la máscara de dotación, con el filtro correspondiente. Los guantes también son especiales, realizados a partir de butilo, un material de una resistencia excepcional frente a los riesgos que contemplan los núcleos RNBQ.

La Estación de Descontaminación Operativa del Batallón Pirineos
Habitualmente, en una situación normal, la Estación de Descontaminación Operativa del Batallón Pirineos está formada por nueve especialistas. En estos momentos, por exigencias obvias que vienen marcadas por las circunstancias, la base del equipo está conformada por 12 militares -personal de tropa- y dos jefes, bajo la dirección del brigada Llort. Se organizan de manera que, en cada salida, el equipo cuente con, al menos, seis especialistas y un jefe.
Cada día, fruto de las reuniones del coordinación de las distintas administraciones, el Regimiento Galicia 64 identifica y prioriza las necesidades y establece la agenda del Equipo de Descontaminación. Huesca, Jaca, Sabiñánigo, Aínsa, Fraga, Boltaña, Barbastro, Monzón, Bellver de Cinca, Grañén y Altorricón forman parte, hasta ahora, del mapa de actuaciones de los militares del Galicia, que se completa con el mantenimiento continuo del propio equipo en los cuarteles.


Instrucción específica para enfrentarse al Covid-19
El equipo ha recibido, además, instrucción específica para enfrentarse al Covid-19. La necesidad de conocer al enemigo -en este caso, el virus- y las medidas para poder atacarle y defenderse de la amenaza eran, básicamente, el objetivo de esta formación, que refuerza la capacidad de actuación de los especialistas ante la crisis del coronavirus.
Especialmente importante en el escenario actual, en el ámbito bacteriológico y de los virus -de forma específica, en la crisis del covid-19-, es la figura del sanitario, destaca Llort. «Es una parte muy importante en este momento; nosotros podemos tener muchos conocimientos en procedimientos técnicos, pero son ellos los que, desde su formación y especialización, los que nos dan el apoyo en las acciones», señala. «La descontaminación de un virus necesita el apoyo de especialistas, que, en este caso, es la sanidad militar», insiste el jefe del Núcleo de Control RNBQ del Regimiento Galicia -por ende, asesor del Mando en las circunstancias actuales-.
Establecer paralelismos con un escenario de guerra es inevitable
Establecer paralelismos con un escenario de guerra es inevitable. Diseñar una estrategia para enfrentarse al virus -un enemigo poderoso- con éxito es fundamental. Tan importante como la actuación sobre el terreno y como la desinfección y las medidas de seguridad que deben tomarse tras cada acción. La batalla no termina hasta que el equipo regresa al cuartel y, con todas las medidas de seguridad, desinfecta minuciosamente los equipos siguiendo exigentes protocolos que no dejan lugar a posibles contaminaciones.
El día a día necesita una exhaustiva planificación y una concentración máxima por parte de los integrantes del equipo de descontaminación. En primer lugar, hay que estudiar el escenario de la actuación. Algunos casos, como el de la Ciudad de la Justicia de Huesca, requieren un esfuerzo extra por sus dimensiones y por sus características. Es fundamental la coordinación y la labor en equipo.


«Es un trabajo muy meticuloso, y es necesario que siempre haya alguien detrás. Llevamos una máscara que limita mucho la visión, con mucho equipamiento», recuerda Llort. Por eso, mientras una parte del equipo trabaja, hay siempre detrás alguien que les guía, para que nada escape al control. «Limpiamos absolutamente todo lo que pueda ser susceptible de tener virus o de haber estado en contacto con personas posiblemente infectadas, con una concentración absoluta», explica el jefe del Núcleo RNBQ del Galicia. Por eso, es fundamental mantener la jerarquía y se justifica, más que nunca, la labor de los responsables de cada acción.
El Núcleo RNBQ del Galicia 64 se ha convertido en la mejor baza para combatir al enemigo invisible
Ante la aparición de la pandemia y sus consecuencias, el Núcleo RNBQ del Galicia 64 se ha convertido en la mejor baza para combatir al enemigo invisible. En un escenario de paz, la amenaza, silenciosa, del coronavirus es hoy el principal objetivo del Regimiento de Jaca. Bajo la fórmula de equipo ligero de descontaminación, esta unidad no específica ha actuado ya en más de 20 estructuras críticas para el control de la pandemia. Principalmente, comisarías, juzgados y residencias repartidos por toda la provincia de Huesca.
«Cuando llegamos al lugar que tenemos que limpiar, aplico siempre el concepto más severo. Cuando entramos en un sitio, siempre lo considero ‘sucio’. En nuestro caso, como unidad no específica, hemos actuado en lugares donde no había casos confirmados; nuestra labor se enmarca en la prevención, pero hemos actuado siempre aplicando las máximas medidas contra el virus», señala Llort.
Cuando termina esta fase -la desinfección de infraestructuras críticas in situ– , y teniendo en cuenta que se toman medidas extremas, la desinfección del personal es fundamental. «Se puede pensar dar la imagen de que la actuación es excesiva, pero la razón es porque siempre aplicamos el aspecto más restrictivo» -matiza el brigada-, para garantizar la máxima seguridad en todo momento.
Las zonas calientes y el proceso de descontaminación
De esta manera, una vez finalizada la actuación, el material utilizado se introduce en bolsas plásticas, para recogerlo con todas las garantías. Ya en la base, se vuelve a sacar todo el material -desde el uniforme hasta los trajes, los guantes, las máscaras, los recipientes… hasta las cajas donde se recogen todos los utensilios que se han utilizado-. Se desinfecta, se limpia, se seca y se vuelve a limpiar de nuevo antes de guardarlo para la siguiente actuación.
El proceso, muy intenso y minucioso, asegura que se elimine absolutamente toda posibilidad de contagio, en el caso de que los militares hubieran estado en contacto con el virus en lo que ellos denominan zonas calientes. Se denomina zona fría a la que está libre de virus. En la situación actual, y por las características intrínsecas a la pandemia, «hay que considerar que todo es zona templada», por lo que las precauciones son máximas. Tras el protocolo, «los equipos quedan totalmente limpios y secos» -la acción del sol es muy importante contra el virus, matiza Llort-. Listos para una nueva misión.
Desde el 4 de abril
Los equipos de Descontaminación No Específica del Regimiento de Jaca comenzaban sus actuaciones el pasado 4 de abril, con la desinfección de la Comisaría de la Policía Nacional de Jaca, en el marco de la Operación Balmis, que coordina la actuación y cooperación de las Fuerzas Armadas frente a la crisis sanitaria del coronavirus.

No obstante, hay que recordar que el Regimiento de Jaca participa activamente en esta operación prácticamente desde que este mecanismo se puso en marcha -el pasado 18 de marzo-. En un primer momento, saliendo a las calles para informar y aportar serenidad y calma a la población civil, en distintos puntos de la provincia. Y ahora, con tareas específicas de limpieza y desinfección en lugares e infraestructuras que se consideran críticos a través de los citados equipos de descontaminación.
El Covid-19, un nuevo enemigo
La llegada del Covid-19 ha supuesto grandes cambios en las rutinas habituales para todos los sectores de la sociedad. Del mismo modo ha ocurrido en el caso del Ejército y, en concreto, de la Unidad de Descontaminación no Específica del Galicia 64. En este sentido, aunque se trata de escenarios previstos, porque el trabajo de este tipo de unidades ya contempla la planificación de la lucha contra cualquier riesgo o enemigo latente -como puede ser ahora el coronavirus-, es la primera vez que el Regimiento de Infantería Galicia 64 de Cazadores de Montaña se enfrenta a una situación como la actual en un escenario real. La instrucción en este ámbito, no obstante, es continua. En 2017, los militares del Galicia ponían a prueba sus capacidades en Defensa Radioactiva, Nuclear, Bacteriológica y Química, a nivel internacional, en el marco de los ejercicios del Battle Group, que se desarrollaron en el Centro de Adiestramiento de San Gregrorio, con un importante protagonismo del Regimiento de Jaca. En ese escenario, la Defensa RNBQ estaba contemplada y todo el personal del Batallón Pirineos reforzó su formación y sus conocimientos sobre su Estación de Descontaminación. Una formación clave para dar confianza a la tropa y para anticiparse a todos los posibles riesgos que deben asumir. Controlar en todo momento la situación es clave en el éxito de cualquier misión.
Por Rebeca Ruiz



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