
Una cocina con carácter, los sabores de siempre y la esencia de la Gastronomía con mayúscula se reinventan en Jaca en El Perdido, con una propuesta fresca, rebelde y original diseñada para no dejar indiferente a nadie. La puesta de largo del gastrobar, que llega pisando fuerte, se convirtió en toda una declaración de intenciones con el único objetivo de buscar la seducción de los sentidos.
El Gastrobar El Perdido, una propuesta diferente, pero con los sabores y la calidad de siempre
El Gastrobar El Perdido parte de una premisa muy clara: es un espacio integrado en el concepto del Hotel Oroel, pero que, de forma independiente, está concebido para dar servicio a «Jaca, pensado para la ciudad y para los miles de visitantes que llegan a ella cada temporada», como explica Pedro Marco, director de Inturmark. Estará abierto al público durante toda la jornada -para desayunar, tapear, almorzar o, incluso, tomar una copa- y viene a completar la oferta de restauración del grupo, formada por los icónicos Cobarcho y El Parque.
Con una exquisita decoración, en la línea de la renovación que ya comenzó hace unos años con la cafetería del emblemático Hotel Oroel, El Perdido ofrece una experiencia que va más allá de lo gastronómico: es un espacio acogedor y agradable que sorprende nada más llegar porque combina modernidad con elegancia. Solo con verlo, ofrece una idea de lo que después se puede encontrar en su sorprendente carta.
Del Monte Perdido a la cara más «gamberra» de la cocina tradicional
La elección del nombre no es casual. El Perdido hace referencia al Monte Perdido, todo un emblema de los Pirineos. «Pero también hemos querido jugar con el doble sentido de la palabra -explica Marco-, con esa acepción, en el sentido de un poco canalla, que conlleva». Así, en la mesa de El Perdido, se sirven los sabores de siempre, con productos de primera calidad y con recetas tradicionales, pero en su versión «gamberra»: un ajoarriero con la receta tradicional del Altoaragón con una textura diferente; una ensaladilla rusa que lleva mayonesa con sifón o unas bravas gratinadas con soplete delante del cliente; una torrija muy especial o unas croquetas líquidas de cecina. Todo lo que se puede imaginar (y lo que no) está aquí.
En definitiva, «se trata de buscar algo distinto, en una propuesta actual y renovada, pero con nuestros valores de siempre: nuestra cocina autóctona de Aragón, la influencia de la cocina vasca o del sur de Francia», señala el responsable de El Perdido. Un equilibrio nada fácil de conseguir, pero que en el caso de El Perdido alcanza su máxima expresión.
Viñas del Vero y El Perdido
La presentación del Gastrobar El Perdido contó con la presencia, entre otros, de representantes de la Asociación de Empresarios de La Jacetania (Acomseja) y de Astún y Candanchú. En El Perdido se pudieron degustar algunos de los platos propuestos por su chef, Ángel Paños, regados por distintas variedades de Viñas del Vero, un clásico en los restaurantes de Inturmark.
Unos vinos tan sorprendentes como los platos que forman la carta y que fueron presentados de forma magistral en una cata dirigida por José María Salas y Leticia Sánchez Lara (González Byass). Pinot Noir, Sauvingnon Blanc y Gran Vos -junto al fino en rama sin filtrar de Tío Pepe-, completaron el nombre propio de los sugerentes platos elegidos para la ocasión.
Un lugar para perderse en un mundo de sensaciones
El Gastrobar El Perdido es, como explican sus responsables, «una propuesta totalmente renovada, informal. Quizás, gamberra, en ocasiones». Un lugar donde no todo es lo que parece. Donde las recetas tradicionales adquieren una nueva dimensión. Con una exquisita decoración y en un ambiente creado para el disfrute de los sentidos. Donde se ha mimado hasta el último detalle. Un lugar hecho para reencontrarse con la cocina tradicional, descubriendo sabores y texturas que invitan a perderse en un mundo de sensaciones.
GASTROBAR EL PERDIDO. Además del tapeo (incluso propuestas para comer con las manos) o de unos bocadillos muy sabrosos, en El Perdido se puede disfrutar de la tempura de alcachofas, el lingote de cochinillo, las manitas con setas, de steak tartar o de unas kokotxas con txangurro con una presentación sorprendente. Y todo ello en un entorno totalmente renovado. Como buen gastrobar, presenta un espacio de barra, Pero también un salón comedor con una decoración elegante. Un ambiente único en Jaca, un espacio que invita a tomar unas tapas, disfrutar de la comida o incluso de tomar unas copas. Siempre de una forma diferente. Todo ello dentro del Hotel Oroel, pero también con un acceso independiente, en un espacio exclusivo que marca la diferencia.
Por Rebeca Ruiz
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