‘Yo fui a la escuela en Panticosa’, desde la memoria de sus protagonistas

Yo fui a la escuela en Panticosa, desde la memoria de sus protagonistas. En la imagen, dos de ellos, Leandro Belío y J. Miguel de Lope, en un fotograma del audiovisual.
Yo fui a la escuela en Panticosa, desde la memoria de sus protagonistas. En la imagen, dos de ellos, Leandro Belío y J. Miguel de Lope, en un fotograma del audiovisual.

Con motivo de la exposición Yo fui a la escuela en Panticosa, la Asociación Flor de Nieve acaba de estrenar un entrañable documental donde recoge testimonios de algunos de los mayores del pueblo «que una vez fueron niños en Panticosa, jugaron por sus calles y asistieron a su escuela». Es un trabajo realizado por Nacho Pradas donde se van sucediendo los recuerdos y anécdotas, que tiene como broche de oro una jota muy panticuta. La propuesta cuenta con el respaldo de la Comarca Alto Gállego y Ayuntamiento de Panticosa.

Yo fui a la escuela en Panticosa

Desde el 19 de junio y hasta el 31 de agosto, puede verse en el Centro Cultural La Fajuala de Panticosa la exposición Yo fui a la escuela en Panticosa. Esta muestra, cuyos contenidos abarcan desde finales del s. XIX hasta mediados del s. XX, está dividida en varias secciones que van desgranando la historia de las escuelas que existieron en Panticosa.

Para ello, se exponen por un lado fotografías recopiladas entre los vecinos de Panticosa por la Asociación Flor de Nieve Panticosa, que retratan la niñez de muchos de sus habitantes. Recogen algunas escenas infantiles captadas por la cámara durante las clases, las excursiones, las representaciones de Navidad, los desfiles organizados por la Sección Femenina, e incluso durante las graduaciones de los párvulos.

documentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Huesca

Otro curioso apartado está compuesto por reproducciones de documentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Huesca, relacionados con alumnos  y  con  maestros y maestras que estuvieron presentes en el pasado en su escuela.

Por ejemplo, se expone la reproducción de un acta con los resultados de los exámenes de septiembre de 1863 de la asignatura de doctrina cristiana del colegio de Escolapios de Jaca, en el que un panticuto, Clemente de Lope, aparece en la lista justo al lado de un  Santiago Ramón y Cajal de 11 años. 

También un certificado de vacunación que se exigía para ingresar como alumno en el instituto -también de Escolapios de Jaca en este caso- relativo al niño Fidel Guillén y expedido en 1938, en plena Guerra Civil. La sede del colegio oficial de Médicos, según se lee en su membrete, se hallaba ese año en Burgos, capital de la zona nacional entonces.

Otros documentos de interés cuya reproducción ha facilitado el Archivo Histórico Provincial de Huesca son los registros de maestros y maestras que hubo en Panticosa desde el siglo XIX, o un certificado del alcalde de El Pueyo de Jaca acreditando buena conducta de una maestra nacida allí, para que pudiera ejercer en el colegio de un municipio catalán.

También se expone la reproducción de un plano de Panticosa del año 1913, dibujado en papel encerado y presentado para la autorización de instalación de líneas eléctricas en el pueblo,   que detalla la ubicación de sus escuelas de niñas, niños y del huerto del colegio de las monjas en esa época.

Francisco Aznar, obispo de Tortosa

Hay además dos secciones que se detienen a contar especialmente sendos temas. Por un lado, la historia de Francisco Aznar, nacido en Panticosa, que llegó a ser obispo de Tortosa en cuya catedral está enterrado, que sufragó en 1891 la compra de los terrenos y la posterior construcción del edificio que alberga la actual escuela, que fue gestionada por la Fundación Royo Aznar-Royo Val que crearon sus sobrinos en 1918, y de cuya enseñanza se ocupaba la congregación de las Monjas de la Consolación hasta principios de la década de 1970.  

La otra pequeña sección diferenciada, que se detiene en el periodo comprendido entre 1930 y 1936, nos cuenta a través de documentos conservados en el Archivo Municipal de Panticosa y de unas preciosas fotografías que sus descendientes han facilitado a la Asociación la historia de una pareja de jóvenes maestros llamados María Ángeles Villafría y Antonio Betrán, que se conocieron al ser destinados en 1930 en Panticosa, que se enamoraron y tuvieron a sus dos hijos aquí, antes de instalarse definitivamente en Valencia, una vez terminada la guerra.

Noticias relacionadas con la escuela de Panticosa desde 1887

Por último, se recogen algunas noticias de hemeroteca relacionadas con dos maestras que pasaron algunos apuros durante el desempeño de su labor en el pueblo: una, porque tras denunciar en 1887 el mal estado del edificio de la escuela y no ser atendida en sus peticiones, terminó cayendo al año siguiente desde el piso superior de la escuela al inferior al hundirse el suelo, sufriendo algunas contusiones y rasguños.

La otra, porque unos mozos del pueblo que iban de ronda terminaron tirando a golpes la puerta de su casa abajo, donde dormía con sus hijas. Todos los maestros y maestras del Valle de Tena firmaron en Escarrilla una carta en su apoyo que publicó el Diario de Huesca en mayo de 1914.

Testimonios de los mayores, que un día fueron los niños de la escuela de Panticosa

La exposición se completa con un vídeo en el que se han recogido testimonios de las personas más mayores del pueblo que han contado como era la vida en Panticosa para los niños en su época.

El vídeo termina con una jota cuya letra, relacionada con la escuela y la niñez contemplada desde la vejez,  ha sido compuesta por Pilita Bajo, que la interpreta. La música de la jota es una adaptación cedida para esta ocasión por José Luis Urbén. La interpretan a la guitarra y la bandurria dos componentes de la Agrupación Folclórica de Panticosa que dirige Javier Badules: Jaime Arruebo y Ana Belén Abadías. Aparecen también los niños Jara y Mikel, hijos de un componente de la agrupación.

Todos en el pueblo en general guardan un recuerdo especial del colegio de monjas

Todos en el pueblo en general guardan un recuerdo especial del colegio de monjas. Este último funcionó desde principios del s. XX hasta el comienzo de la década de 1970, y albergó desde sus inicios una escuela de niñas y un aula mixta de párvulos a los que atendían desde los tres años.

Del mismo modo, las monjas también enseñaban labores a adultas y coordinaban la organización de excursiones, así como representaciones teatrales -o como en Panticosa las llamaban las comedias– a las que asistían todas las familias del pueblo. Precisamente, entre las fotografías que la asociación ha recopilado para exponer hay una variada muestra de estas representaciones que se convertían en todo un acontecimiento tanto para los actores y actrices de diversas edades que intervenían, como para los espectadores.

También pueden verse en la exposición algunos objetos escolares, como un tintero de cristal, un plumier de madera, o una labor en punto de cruz de la década de 1930 con un abecedario de los que se realizaban en por las niñas en el colegio. También una pequeña selección de libros de texto que se utilizaron desde finales del s. XIX hasta  mediados del XX, y mapas y pósteres didácticos de hace más de 40 años que ha cedido la escuela de Panticosa.

Charlas que completan los actos de homenaje a la escuela

Está prevista además la realización de dos charlas: una, el 29 de julio a cargo de Juan José Guillén de Panticosa, doctor en filología por la Universidad de Zaragoza que ha sido profesor en la Universidad Stanford (California) y en el Bowdoin College (Maine), además de la Universidad de Zaragoza.

La otra charla será impartirá el 17 de agosto por Concha Betrán, catedrática en la Universidad de Valencia y nieta de la pareja de maestros antes mencionada que se conocieron en Panticosa al empezar la década de 1930.

La exposición, el vídeo y los actos que la acompañan están teniendo muy buena acogida entre los vecinos y visitantes.

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