
Consciente de la necesidad de actuar frente a la huella de carbono, el Ayuntamiento de Villanúa viene trabajando en los últimos años en una serie de actuaciones encaminadas a minimizar la emisión de gases de efecto invernadero y, con ello, mitigar, en la medida de lo posible, el cambio climático. De hecho, es uno de los pioneros en Aragón en adherirse al Registro de la Huella de Carbono. El reto para 2023 es lograr reducir en un 10% las emisiones nocivas. Para ello, y trabajando paralelamente en la concienciación y sensibilización de la sociedad, ha previsto distintas inversiones dirigidas a seguir reduciendo el impacto de la acción del hombre en el medio ambiente, en el contexto de la Estrategia Municipal de Reducción de la Huella de Carbono.
Registro de Huella de Carbono para la reducción de Gases de Efecto Invernadero
En 2022, el Ayuntamiento de Villanúa se inscribió en el Registro de Huella de Carbono para la reducción de Gases de Efecto Invernadero, un documento dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica al que se adhieren entidades e instituciones comprometidas con la reducción de las emisiones de gases contaminantes. La huella de carbono es un indicador que permite cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que se producen como consecuencia de una actividad determinada, bien sea la actividad necesaria para la fabricación de un producto, la prestación de un servicio o el funcionamiento de una organización.
El objetivo de Villanúa para este año es reducir en un 10% los gases de efecto invernadero en su término municipal
Durante el año 2021 (el último informe publicado hasta el momento), el Ayuntamiento de Villanúa emitió 183.56 toneladas de dióxido de carbono CO2 equivalente, el GEI más abundante y que más ha contribuido al calentamiento global desde 1990. Eran siete toneladas menos que en 2019. Con ese punto de partida, el objetivo de la localidad del Valle del Aragón para este año es reducir en un 10% los gases de efecto invernadero en su término municipal. No hay que olvidar que Villanúa es uno de los municipios pioneros en Huesca en adherirse al compromiso con su inscripción en el Registro de Huella de Carbono del MITMA.
Según recoge ese informe, que se puede traducir como un mapa GEI, «las instalaciones fijas y los vehículos municipales contribuyeron con 70.06 toneladas de CO2 equivalente. Los gases de efecto invernadero emitidos por la electricidad consumida ascienden a 113.50 toneladas de CO2 equivalente al año. Este sector es el que más consume y contamina de los analizados, generando el 62% de la huella de carbono del Ayuntamiento de Villanúa».

Mejorar la eficiencia energética en todas las instalaciones e infraestructuras municipales
María Béjar, responsable de Cultura de Montaña, que es la empresa que realiza el seguimiento y la certificación de la huella de carbono en Villanúa, explica que uno de los desafíos para conseguir el objetivo de disminuir la emisión de gases de efecto invernadero en el municipio -como ocurre en otras ciudades- está en el consumo eléctrico.
Por eso, una de las medidas que ya ha impulsado el Ayuntamiento para seguir reduciendo su huella de carbono en 2023 pasa por mejorar la eficiencia energética en todas las instalaciones e infraestructuras municipales: el alumbrado público, la mejora de la envolvente, iluminación y climatización de sus edificios o la renovación de la flota municipal con vehículos menos contaminantes.

La sensibilización de la población frente a la huella de carbono
Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Villanúa ha abierto un proceso participativo con el que pretende implicar a la población en el diseño -y como consecuencia, el éxito- de la Estrategia Municipal que pretende desarrollar en los próximos años.
María Béjar recuerda que «sobre la huella de carbono, como ocurre con la huella hídrica, es más fácil actuar cuanta mas conciencia se tenga». La huella de carbono es un concepto relativamente novedoso, que comenzó a utilizarse hace unas décadas. Por eso, entre la sociedad aún existe mucho desconocimiento al respecto y es muy importante seguir sensibilizando a la población, con el fin de reducir al mínimo el impacto de la acción del hombre en el medio ambiente.
Lógicamente, no se trata de una cuestión únicamente de las administraciones, entidades o empresas, sino que la responsabilidad sobre la reducción de la huella de carbono también recae en el individuo.
La apuesta por el consumo de proximidad o la concienciación de los ciudadanos los beneficios no solo para el medio ambiente, sino para la salud e, incluso, para economía, que puede tener la movilidad sostenible es la clave para reducir la huella de carbono, como recuerda Béjar.
También Villanúa ha empezado a trabajar en este ámbito, con iniciativas como las ferias de emprendimiento o los mercados de artesanía o la puesta en marcha de los caminos escolares.

El Albergue Municipal, primera gran actuación para reducir la huella de carbono de Villanúa
Más allá de quedarse en una mera declaración de intenciones, Villanúa ya ha pasado a la acción. El Ayuntamiento recibía hace unas semanas una subvención de 218.166 euros, procedente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda urbana (MITMA) a través del PIREP local (ayudas para la rehabilitación de edificios de titularidad pública en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia) para mejorar la eficiencia energética del Albergue Municipal, construido en 1965.
Con esta inversión, se renovará la totalidad de la carpintería exterior del edificio, que estaba obsoleta. También se sustituirá la caldera de gasóleo por un moderno sistema de aerotermia, todo ello encaminado a mejorar la eficiencia energética de la instalación.
Sobre la huella de carbono y sus consecuencias
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) de las Naciones Unidas advierte que la huella de carbono no ha parado de crecer y alcanzaba un nuevo récord en 2019 que ni siquiera la pandemia de COVID, con la ralentización de la actividad humana a nivel mundial, logró frenar.
Según los datos que manejan los expertos, la actual concentración de CO2 en la atmósfera es comparable a la de hace entre tres y cinco millones de años. La temperatura era entonces de 2 a 3 °C más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual. Algunos expertos van más allá y aseguran que, desde 1961, la huella de carbono se ha multiplicado por 11 y ya supone el 60 % del impacto total del hombre en el medio ambiente.
En cualquier caso, la situación es preocupante. En España ya se han detectados las primeras consecuencias. El alargamiento de los veranos, estimado por AEMET en casi cinco semanas desde los años 70 del siglo pasado; la disminución de los caudales medios de los ríos, en algunos casos más del 20% en las últimas décadas o la expansión del clima de tipo semiárido, con más de 30.000 kilómetros cuadrados de nuevos territorios semiáridos en unas pocas décadas y las olas de calor, cada vez más frecuentes, más largas y más intensas, son algunos de esos efectos, según los estudios del MITMA.
Según sus estimaciones, esta situación lleva consigo desajustes y desequilibrios ecológicos, cambios en los escenarios de actividades económicas como la agricultura, la silvicultura o el turismo; y otros efectos en la salud humana que han llevado a la comunidad internacional a impulsar políticas que tienen como efecto la reducción de la huella de carbono, que ya están siendo secundadas por administraciones y ayuntamientos como el de Villanúa.
Por Rebeca Ruiz
FOTOS: Yhabril

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