por Juan José Mairal Herreros
Estas líneas solo quieren ser un pequeño homenaje o reconocimiento, nunca definitivo o completo, claro está, a nuestros padres y abuelos.
Esos seres que nos dieron la vida, que han luchado por nosotros durante toda la vida y que siguen ayudándonos en todo lo que pueden y no pueden. La mayoría de las veces sin comerlo ni beberlo.
Padres y abuelos de todos. Personas que han sabido salir hacia adelante con problemas de por medio, con crisis pasajeras y con dificultades adversas, que han sabido cruzar puentes rotos o recorrer caminos largos y sinuosos en periodos muy complicados, sin ayuda alguna, con apenas recursos, con trabajos infames y con cargas diversas y, en su mayoría, adversas.
Nuestros padres y nuestros abuelos son los auténticos héroes de la vida diaria, héroes anónimos de cada cual, de cada uno, que siempre ayudan a cualquier nivel y siempre suelen estar en cualquier circunstancia. Personas que suelen priorizar los quehaceres de los otros anteponiéndolos a los suyos, que suelen ser héroes cercanos que no vienen de Hollywood, ni tienen poderes extraordinarios, ni llevan trajes identificativos y reconocibles, que cuidan de todo lo que se pone en su camino y hasta se sacrifican por el bienestar de los suyos en detrimento del suyo propio.
Quizás la realidad cotidiana, del día a día, no nos deja ver o nos deja pararnos a reconocer y valorar el papel de nuestros padres y abuelos en nuestras propias vidas, de su marca de denominación de origen, de su impronta en nuestra identidad y en lo que hemos llegado a ser o no ser,…
Personas con mayúsculas, personas con una sabiduría y experiencia especiales, con valores que nos acompañan durante toda nuestra vida y que, a día de hoy, se echan a sus espaldas el pasado, el presente y el futuro de todos los que rodeamos sus figuras.
Padres y abuelos, recurso, parche, necesidad y cien términos y adjetivos más para con los suyos. Una fuente de ejemplos a seguir. Padres y abuelos, esos héroes anónimos. Para vosotros.