Junto al pueblo de Yesa, hasta el año 2018, existía una urbanización de nombre Lasaitasuna que significa tranquilidad. Paradojas de la vida, porque el recrecimiento de Yesa se la llevó. Al igual que a su vecina Mirador de Yesa, reconstruida entre 2004 y 2007 con cargo al erario público, tras ser expropiada de su inicial emplazamiento junto a la presa. Yesa se llevó la tranquilidad de quienes habían buscado un entorno amable para vivir y la CHE se lo convirtió en un infierno imposible. También se llevó la tranquilidad de pueblos aguas abajo y aguas arriba.
Lo que Yesa se está llevando es tan impresionante como el grado de incompetencia que rodea su recrecimiento.

«Es obvio que Yesa se llevó el sentido común»
Es obvio que Yesa se llevó el sentido común. No de otra manera pueden entenderse mensajes de responsables técnicos, comprados por algunos políticos, que aseguran que las labores de estabilización son las causas de la desestabilización.
También se llevó el rigor y debate científico. Por eso Yesa ha quedado atrapada en axiomas falsos y la obra presa de un neolenguaje soez que habla de equilibrios estrictos, normalidad o alarmismo para neutralizar cualquier intento de debate serio.
Yesa se llevó las fechas de entrega pasando de 2009 a 2011 y posteriormente en anuncios sucesivos a 2014, 2017, 2019, 2021 y 2023. También se llevó los 113 millones iniciales de presupuesto más otros 140 ya ejecutados y, si no lo remediamos, otros 200 presupuestados. Entre otras cosas por ello Yesa se llevó, en palabras del Tribunal de Cuentas, el supuesto interés general que lo amparaba, al convertirse en ejemplo de obra descontrolada técnica y presupuestariamente.
«La audacia que hubo con Matarraña, Jánovas o Santaliestra no la hubo en Yesa»
Pero lo más grave es que Yesa se llevó la confianza en las instituciones que, cegadas por mantras del siglo pasado, se empecinan en seguir adelante contra viento y marea y se niegan a aceptar el evidente fracaso de una mala decisión. En el caso concreto de Aragón, durante el proceso de revisión del Pacto del Agua en 2006, Yesa se llevó la esperanza de que con diálogo se pudieran encontrar soluciones al conflicto. La audacia que hubo con Matarraña, Jánovas o Santaliestra no la hubo en Yesa, presa de su condición de pieza estructurante y codiciada para trasvases. Ahora que se vuelve a hablar de Mesas de Diálogo, en las que no sabemos si Yesa estará o no ¿habrá llegado el momento de que Yesa devuelva parte de lo que se llevó?
Miguel Solana. Presidente de la Asociación Río Aragón
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