Desde este lunes, y cumpliendo con la tradición, la nueva bandera blanca ondea en lo más alto de la Catedral de Jaca. Todo un símbolo de la ciudad asociado, tradicionalmente, al Camino de Santiago, para indicar que la ciudad estaba libre de epidemias, y, en ocasiones, a la protección de los jacetanos frente a las tormentas. A primera hora se colocaba el nuevo paño, que corona la seo, una de las primeras y más importantes catedrales del Románico. Si los dos últimos años no se podía pasar por alto la coincidencia de la colocación de la bandera con dos momentos complicados para la ciudad en el contexto del COVID, esta vez, sí, la bandera blanca reivindica, más que nunca, su sentido histórico.
Tradicionalmente, la bandera blanca que se coloca en la parte más alta de la Catedral de Jaca cada año, los primeros días de mayo, en torno a la fiesta de la Santa Cruz, es el paño con el que se cubre el fondo de la arqueta del Monumento del Jueves y el Viernes Santos. Cada año, generaciones de jaqueses han visto cómo se cambiaba, por estas fechas y cumpliendo con la tradición, el lienzo, que antes de ser alzado a la cubierta es bendecido.
HISTÓRICAMENTE, LA COLOCACIÓN DE LA BANDERA SIGNIFICABA QUE LA CIUDAD ESTABA LIMPIA DE EPIDEMIAS
Históricamente, la colocación de la bandera significaba que la ciudad estaba limpia de epidemias -en concreto, de la temida peste y de otras enfermedades contagiosas que han diezmado poblaciones enteras a lo largo de los siglos- y dejaba el paso libre a los peregrinos que debían seguir el Camino de Santiago para honrar al Apóstol, procedentes del Camino Francés por el Somport. Era una de sus atribuciones, pero tenía muchas más.

En el caso de la Catedral de San Pedro, ya quedaba reflejada esta costumbre en documentos que datan del siglo XVI, según el Museo Diocesano de Jaca.
Su significado se hacía extensivo a la protección de la Catedral frente a malas tormentas y a los rayos. Pero también se ha asociado a tiempos de paz o a la presencia del Obispo de Jaca en la ciudad.
En cualquier caso, la bandera blanca siempre ha sido un símbolo de protección para los jaqueses. Y así se ha vuelto a ver en la ciudad, que parece haber superado, por fin, los momentos difíciles que llegaban con el COVID. De hecho, en 2020, la colocación de la enseña coincidía con el momento en que parecía atisbarse el primer rayo de luz tras los meses más duros de la pandemia.
UNA TRADICIÓN DOCUMENTADA DESDE EL SIGLO XVI
Al carácter protector de la bandera blanca de la Catedral de Jaca contra la enfermedad aluden, por ejemplo, Aradillas e Íñigo en su libro El Ebro, Río de Turismo, cuando se refieren al Aragón como «río jacobeo por antonomasia»:
«El río Gas se une con el Aragón en Jaca, población en la que todavía puede y debe admirarse el cielo azul que por su nitidez y limpieza sorprendía a los peregrinos medievales que en él buscaban la imagen y el brillo del homónimo Camino de Santiago en la Vía Láctea (…).
Desde la Edad Media ondea simbólicamente en lo más alto de su torre -de la Catedral de San Pedro- una bandera blanca que proclama que los peregrinos del Camino pueden entrar en el recinto de la ciudad porque en ella no hay pestes».

UNA BANDERA BLANCA JUNTO A LAS CAMPANAS
La torre de la Catedral de Jaca tiene siete campanas, dispuestas en tres plantas. La más antigua, datada en el siglo XIV. Las cuatro inferiores, que son las que mejor se aprecian desde el suelo, se utilizan para uso litúrgico.
Se cree que, en su momento, las dos campanas superiores tenían la misma utilidad que la más alta -conocida como campana de las horas-, instalada en la veleta. Allí es, precisamente, donde se coloca cada año la bandera blanca, en sustitución de la anterior, y como símbolo protector de la ciudad.

JACA, UNA CIUDAD DE SÍMBOLOS
«Los símbolos, a diferencia de los textos impresos, son materia viva, y van incorporando matices. Yo no sé cuál era el origen o la función exacta de esa bandera -creo que nadie lo sabe-, pero lo que sí sé es que se le va a incorporar el simbolismo de estos tiempos y la va a enriquecer y la va a convertir en algo todavía más interesante y más importante. Y a mí, eso, me fascina. Y me fascinan lo pueblos que, como Jaca, no abandonan sus símbolos, sino que los mantienen vivos».
Una bandera blanca que, frente a todo, y a pesar del paso de los siglos, sigue ondeando en lo más alto de la Catedral de Jaca, como parte de la historia de la ciudad.
Por Rebeca Ruiz

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