Javier Sierra: «Me fascinan los pueblos como Jaca, que sabe mantener vivos sus símbolos»

Javier Sierra, Premio Planeta 2017, se confiesa un enamorado de Jaca y del Pirineo. El periodista y escritor turolense participó en el I Congreso de Divulgación y Periodismo El Camino del Santo Grial de Massamagrell, coincidiendo con la presentación de su último libro, El mensaje de Pandora.

JACETANIA EXPRESS tuvo la oportunidad de compartir unos momentos con él y, en una cercana y entrañable entrevista, Sierra recuerda la primera vez que llegó a Jaca, repasa todo lo que se dejó por contar en El fuego invisible y revela su fascinación por los símbolos que esconde la ciudad, como la bandera blanca que ondea en el Campanario de la Catedral.

Un momento de la entrevista con Javier Sierra. (FOTO: Fran Contreras)
Un momento de la entrevista con Javier Sierra. (FOTO: Fran Contreras)

Javier, El fuego invisible, además de la novela del año, Premio Planeta 2017, fue el libro de Jaca, sin duda. Ahora, ya con cierta perspectiva… ¿Quedó algo por contar de Jaca?

JAVIER SIERRA: Quedan muchas cosas por contar de Jaca; cosas que yo no conté en El fuego invisible, pero que me llevarían, por ejemplo, a plantear por qué Jaca se convirtió en panteón de reyes (fue el lugar de enterramiento de los reyes de Aragón). También me interesa mucho toda la historia del origen de San Juan de la Peña, que es la historia de Juan de Atarés.

Y, en el caso concreto de la ciudad de Jaca, las motivaciones que llevaron a Ramiro I a levantar la Catedral, que es una factura, desde el punto de vista arquitectónico absolutamente fuera de lo común: No existía en esa época ningún edificio románico de esa envergadura, de esa altura, de esa destreza arquitectónica… No sabemos de dónde pudieron haber llegado esos maestros de obras… Si venían de Francia, si eran autóctonos, si tuvieron algún tipo de enseñanza, iniciación o secreto que les hubiera permitido levantar ese enorme ‘cofre de piedra’ que es la Catedral de Jaca, el lugar donde se supone que se custodió el Grial, y si realmente se concibió como un relicario gigante para proteger el Grial.

Todo eso son chispas que se han quedado en mi cabeza y que me van a obligar a regresar a Jaca más pronto que tarde… Pero no sé muy bien para qué -sonríe-… Porque cuando yo me planteo este tipo de cosas no me planteo su inclusión inmediata en una novela o en un proyecto. Primero, me pongo en posición del aprendiz, del que quiere saber,… Y cuando las historias se hilan y se vinculan, es cuando ya tomo la decisión de escribirlas.

La relación de Javier Sierra con Jaca y sus símbolos

Precisamente, esa es nuestra siguiente pregunta: ¿Por qué elige Jaca?

J.S.: Jaca es un lugar que a mí siempre me llamó la atención. Yo soy aragonés, turolense, y cuando de pequeño me explican la historia de Aragón, la fundación del Reino de Aragón y me cuentan cómo Jaca se convierte en la primera capital de ese reino… Aquello me llamó la atención. Y tuve la suerte -supongo que son esas casualidades de la vida- de que, en mi colegio, estando en sexto o séptimo de EGB, hicimos un viaje a Jaca.

«Yo creo que las grandes historias son árboles que crecen de semillas plantadas en la infancia. Y eso es lo que a mí me sucede con Jaca»

Javier Sierra

Nos llevaron a los niños a conocer la zona y las estaciones de esquí. Confieso que a mí la nieve no me gustó, pasé mucho frío y lo pasé muy mal -recuerda-… Pero, en cambio, el sitio donde nos quedamos, que fue Jaca, me fascinó. Y ahí se quedó algo. Yo creo que las grandes historias son árboles que crecen de semillas plantadas en la infancia. Y eso es lo que a mí me sucede con Jaca.

Después, y esto no lo he contado nunca, mi padre hizo la mili en Jaca, y estuvo en las tropas de montaña… Y siempre contaba cosas. Los Pirineos estaban siempre gravitando sobre nuestra familia. Y creo que eso también, de alguna manera, formó parte del imaginario que he arrastrado toda la vida respecto a ese lugar.

Javier Sierra, durante su intervención en el I Congreso de Divulgación y Periodismo El Camino del Santo Grial de Massamagrell, Valencia. (FOTO: Kike Taberner)
Javier Sierra, durante su intervención en el I Congreso de Divulgación y Periodismo El Camino del Santo Grial de Massamagrell, Valencia. (FOTO: Kike Taberner)

Parece que, con estos antecedentes, ya llevaba Jaca en su ADN…

J.S.: Sí… Y es más. He tenido la suerte de poder contagiar a mi familia esa pasión por Jaca y por su entorno. Mi mujer y mis hijos están fascinados con Jaca y siempre que les planteo que nos acerquemos por la zona a ver iglesias románicas o, incluso, a ver dólmenes, porque La Jacetania es una zona muy rica en este tipo de vestigios prehistóricos, se animan enseguida. Y les encanta el río Aragón y los alrededores.

«Si en vez de haber vivido en España, viviéramos en los Estados Unidos, la N-260 sería la Ruta 66»

Javier Sierra

Nos decía que tiene aún muchas cosas por contar sobre los Pirineos… ¿Queda alguna asignatura pendiente, algo que le interese investigar en nuestra zona?

J.S.: La gran carretera pirenaica, la N-260, que yo la he recorrido entera, tiene una historia. Si en vez de haber vivido en España, viviéramos en los Estados Unidos, esa sería la Ruta 66. Y nadie se ha planteado hacer algo que reivindique todos los valles, todos los monumentos arquitectónicos importantes, toda la historia, todo el arte… Nadie se ha planteado reivindicarlo como una ruta, pero ya está hecha.

Cada vez que yo voy por esa carretera, me viene a la mente la idea: ‘Debería escribir una guía de la nacional de los Pirineos’. Luego, la dejo, porque al final siempre surgen otros proyectos que pueden tener más alcance, pero alguien tiene que hacer algún día este trabajo.

Y llegamos a 2020… Llega El mensaje de Pandora… Llega la pandemia… No sé si es una coincidencia, es fruto de una relación causa-efecto… O es que estaba escrito que tenía que ser así…

J.S.: Supongo que estaría escrito en algun lugar del universo, porque yo, desde luego, no era consciente de que tenía que escribir un libro de este tipo. El mensaje de Pandora es una carta; es un texto, desde el punto de vista literario, de una estructura más sencilla, quizá, que otros libros, pero tiene una carga de profundidad filosófica que creo que es muy importante.

Parte del desconcierto, del asombro, y también de ese punto de fascinación que yo necesito, que me provoca la pandemia y el confinamiento mundial que estamos viviendo en estos meses y que se van a convertir en años. Y ésta es una circunstancia que, inmediatamente, me hace volver a mis libros de historia y redescubrir los relatos de otras pandemias en otras épocas del pasado que fueron determinantes para el final de guerras, para el asedio de ciudades, para la caída de países o de civilizaciones enteras… Y esa relectura me hace ver lo que nos está ocurriendo ahora desde una perspectiva totalmente distinta.

«La pandemia es la demostración de que el tiempo es circular, de que estos hechos se repiten una y otra vez sistemáticamente para que aprendamos algún tipo de lección. Y eso es lo que yo incorporo como espíritu de este relato que es El mensaje de Pandora»

Javier Sierra

Y me hace darme cuenta de algo que para mí es la gran enseñanza: que el tiempo no se mueve en línea recta… Nosotros pensamos que sí: vivimos en una civilización donde creemos que todo es hacia delante. Sin embargo, nuestros antepasados, en otras culturas, pensaban que el tiempo era circular. Se basaban en los ciclos de la naturaleza, y veían que después de la primavera venía el verano, el otoño, el invierno… y volvía a aparecer la primavera. Y esa visión circular de la historia les hacía entender muchas cosas. La pandemia es la demostración de que el tiempo es circular, de que estos hechos se repiten una y otra vez sistemáticamente para que aprendamos algún tipo de lección.

Y eso es lo que yo incorporo como espíritu de este relato que es El mensaje de Pandora.

Con Javier Sierra, durante su estancia en Massamagrell. (FOTO: Vicente Navarro)
Con Javier Sierra, durante su estancia en Massamagrell. (FOTO: Vicente Navarro)

Pueblos que saben mantener vivos sus símbolos

En este contexto de la pandemia, como gran conocedor que es de la Catedral de Jaca, sabe que existe una bandera blanca en el campanario a la que se atribuye la capacidad de proteger a la ciudad de tormentas y catástrofes. Y también se dice que su función era, antiguamente, advertir a los peregrinos que llegaban por el Camino de Santiago de que Jaca estaba libre de pestes y de epidemias. En estos momentos, la carga simbólica de esta bandera es muy grande…

J.S.: Jaca tiene muchos símbolos: Está la bandera blanca de la Catedral, está el Libro de La Cadena,… Hay tantas historias cargadas de simbolismo… Y tienen un origen, que está en ese tiempo que teníamos que recurrir a los símbolos para transmitir avisos al futuro. Los libros no servían, porque nadie leía… En cambio, los símbolos, eran algo que se podía comentar y podía pasar de boca a oído de generación en generación.

¿Cuál es el problema -o ventaja- de los símbolos? Que los símbolos, a diferencia de los textos impresos, son materia viva, y van incorporando matices. Yo no sé cuál era el origen o la función exacta de esa bandera -creo que nadie lo sabe-, pero lo que sí sé es que se le va a incorporar el simbolismo de estos tiempos y la va a enriquecer y la va a convertir en algo todavía más interesante y más importante. Y a mí, eso, me fascina. Y me fascinan lo pueblos que, como Jaca, no abandonan sus símbolos, sino que los mantienen vivos.

Yo creo que eso es lo que me hace sentirme tan bien cuando estoy en Jaca.

Por Rebeca Ruiz. Massamagrell (Valencia) 2020.

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