San Juan de la Peña: No es preciso resaltar la enorme importancia que el monumento y el lugar tienen en la historia de Aragón, hundiendo sus raíces en tiempos legendarios, pero lo que hoy nos ocupa es el aspecto puramente natural del entorno, que al fin y al cabo es el protagonista de la celebración.
No es baladí el acontecimiento, pues todos los días no se conmemora un centenario. Hace un par de años, se celebraba el de la creación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, siendo el segundo Espacio Natural Protegido de España (ENP), tras unos meses antes haber declarado el del Parque Nacional de los Picos de Europa. Al cabo de dos años de esos primeros nombramientos impulsados por Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, se ponía en marcha oficialmente por Real Orden del 30 de octubre de 1920, el tercer ENP de España, con la creación del Sitio Natural de Interés Nacional de San Juan de la Peña, que comprendía los dos monasterios, sitos en el monte H-1002.

San Juan de la Peña, en el Pirineo Aragonés en 1920
El Pirineo Aragonés, en su número 1963, del 13 de noviembre de 1920, ya se hacía eco de la noticia: «Por Real Orden del 30 de octubre último, publicada por la Dirección General de Agricultura, Minas y Montes, ha sido declarado ‘Primer Sitio Nacional de España’, el tradicional y pintoresco monte de San Juan de la Peña, en el que se asienta el histórico monasterio que le da nombre».
En tiempos ya más actuales, el Gobierno de Aragón, en Ley 6/1998 del 19 de mayo lo reclasificaba como Monumento Natural, con 264 hectáreas. Posteriormente, en Decreto 13/2007, del 30 de enero, del Gobierno de Aragón, ratificado en el BOA 20/2007, de 16 de febrero, se declaraba oficialmente la actual figura de Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, añadiendo este último macizo a su zona de protección, sumando así hasta las 9.514 hectáreas actuales, incluidas en los términos municipales de la redolada: Jaca (6.350 hectáreas), Santa Cruz de la Serós (1376 hectáreas), Bailo (932 hectáreas) y Santa Cilia (276 hectáreas) -en La Jacetania, con 8.934 haectáreas); Caldearenas (364 hectáreas) -en el Alto Gállego-; y Las Peñas de Riglos (216 hectáreas), en la Hoya de Huesca.

San Juan de la Peña «incluye una conjunción poco frecuente entre naturaleza y cultura»
Según consta en un documento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, «este Paisaje Protegido, antiguo Monumento Natural de San Juan de la Peña, incluye una conjunción poco frecuente entre naturaleza y cultura: unidades ambientales representativas de la media montaña pirenaica (con una densa y variada masa forestal y cortados de conglomerados refugio de aves rupícolas de especial interés), y la existencia de uno de los monasterios más importantes de la Alta Edad Media y primer panteón real de Aragón, el Monasterio de San Juan de la Peña».

Y añade: «En 1869, tras la desaparición de las comunidades religiosas, el Estado tenía previsto subastar el monte de San Juan de la Peña. Tras las mediaciones del ingeniero de la zona quien enunció la célebre frase de ‘quitad el monte al Santuario y habréis mutilado el monumento’, evitó que esa subasta se llevase a cabo. De esta manera, en 1920 se declaró…»
ZEPA y LIC en San Juan de la Peña
Destacamos también otras figuras de protección, como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Saliéndonos del aspecto puramente natural, cabe mencionar la creación del Parque Cultural de San Juan de la Peña y de la Real Hermandad de Caballeros de San Juan de la Peña.
Volviendo al interés medioambiental y paisajístico, según manifiesta Daniel Gómez, presidente del Patronato del Espacio Natural Protegido (ENP), y no en vano investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), «estamos ante un ecosistema de media montaña que reúne todas las condiciones para ser estudiado, porque recoge todos los biotipos de montaña, salvo el piso alpino…»

Investigaciones en distintos ámbitos
El espacio ha sido objeto de múltiples estudios en diversas áreas, desde las geológicas y edafológicas, hasta las faunísticas, dendrológicas y botánicas, pasando por los aspectos pastoriles y de aprovechamiento de pastos. Uno de los beneficios de tantas investigaciones, y algunas tan antiguas, es que han servido de base también para el estudio del clima, y tan particular es que hasta albergó en tiempos algún proyecto de construir un sanatorio en el lugar. Numerosos estudios que se pueden consultar en el IPE o en el Departamento de Medio Ambiente de la DGA.
Entrando ya en materia, el espacio que nos ocupa tiene un gradiente altitudinal de más de 1.000 metros, entre los 700 del piedemonte y los 1.769 de su máxima altura, la cima de la Peña Oroel. Se trata, en definitiva, de dos teselas, que forman un conjunto geológico con orientación WNW-ESE, constituyendo unas de las llamadas Sierras Exteriores Pirenaicas. Las mayores cotas, aparte de la ya mencionada de Oroel, en este mismo monte están en la Punta Bacials, de 1.698 metros, en el extremo oriental; y la intermedia Punta de Sora, de 1.707 metros. Y en San Juan de la Peña, el Tozal de San Salvador, de 1.547 metros, al oeste del macizo, y el apéndice norteño del Cuculo, de 1.552 metros.
Se trata de sinclinales colgados, comenzándose a formar hace unos 30 millones de años en el Oligoceno del Período Terciario, cuando finalizaba el proceso de formación de la cordillera. Los ríos desplazados por los movimientos orogénicos que dieron lugar a los Pirineos produjeron una intensa erosión que arrastró enormes masas de sedimentos, que originaron estos espectaculares paisajes.

San Juan de la Peña cuenta con una notable presencia de comunidades vegetales
Continuando con los aspectos botánicos, el área geográfica que nos ocupa está situada en una zona de transición entre la Región Eurosiberiana y la Mediterránea, lo que da lugar a una notable presencia de comunidades vegetales, distribuidas entre el arbolado, los matorrales y el pasto. En cuanto a la fauna, es digno de mención la presencia de diversas especies tanto de mamíferos, como de aves, reptiles y anfibios, siendo el buitre leonado la más representativa.

Un aspecto muy destacado es el concerniente al clima que, como citado anteriormente, está influenciado por la transición entre el atlántico y el mediterráneo, lo que le confiere notables variaciones en el régimen de temperaturas y precipitaciones, con importantes diferencias entre ambas vertientes. Uno de los protagonistas de ese fenómeno es el efecto Föhen, por el que el viento procedente del NW, cargado de humedad, la deposita en la vertiente norte, descendiendo más cálido y seco por la contraria. Es algo que permite una enorme riqueza ecológica y paisajística, favoreciendo un enorme número de hábitats y una gran heterogeneidad del paisaje.
El hombre y San Juan de la Peña
Otro de los aspectos objeto de estudios ha sido la antropización del paisaje, es decir, la transformación que ejerce el ser humano sobre el medio. Hoy, nos encontramos con que toda esa actividad tradicional ha sido relegada a términos residuales, lo que está dando lugar a una transformación medioambiental.
Una efeméride no celebrada, ésta que nos ocupa, sobre un espacio muy valioso que tenemos a la puerta de casa, y quizá por ello no valorado lo suficiente, de gran importancia en el ámbito medioambiental y paisajístico y del que nos debemos sentir orgullosos, incluso poniéndolo en valor entre propios y visitantes. Baste recordar que es el tercer Espacio Natural Protegido de España, declarado hace ahora cien años, y que se queda a la espera de la celebración que merece.
Por Chema Tapia
Representante FAM en el Patronato del ENP
Paisaje Protegido San Juan de la Peña y Monte Oroel

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