
por Rebeca Ruiz
Sargantana cumple 30 años. Y lo hace con un balance más que positivo: más de 40.000 niños y jóvenes han pasado por sus programas a lo largo de estas tres décadas, donde han trabajado con más de 500 profesionales contratados y han desarrollado más de 2.500 actividades educativas, además de haber impulsado 145 proyectos de asesoramiento y contar hasta 5.000 alumnos formados en su Escuela de Tiempo Libre.
Victor López y Patricia Sureda (junto a Óscar López y Aurelio García, el alma de Sargantana) presentaban las actividades que Sargantana ha previsto para este año tan especial. En primer lugar, ya está previsto, para esta primavera, un Curso gratuito de Interpretación Ambiental, financiado por el Inaem, de 430 horas de duración y que permitirá la obtención de un Certificado de Profesionalidad de validez europea.
Además, Sargantana va a ofertar 600 plazas de colonias, campamentos, intercambios y campos de trabajo para niños y jóvenes en el verano de 2017 con temáticas sobre escuela de escalada, aventura, medio ambiente, bilingüismo, artes marciales en la naturaleza, restauración o deporte.
El programa del 30 aniversario se completará con una fiesta que tendrá lugar los días 16 y 17 de septiembre en el Refugio de Canfranc y, además, se va a abrir la web a «todas aquellas fotos, imágenes, vivencias y experiencias que nuestros alumnos, niños, jóvenes y amigos quieran compartir», explicaban los responsables de Sargantana.
Sargantana se constituyó como cooperativa de educación ambiental y tiempo libre en el año 1987. Nació de la inquietud de un grupo de estudiantes de Magisterio que, más allá de la amistad, decidieron diseñar un proyecto de autoempleo que ahora cumple tres décadas. Les caracterizaba el querer «hacer algo que supusiera ejercer la educacion en independencia de dónde quisiera llevarnos el sistema», explica Sureda, siempre con los valores de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente como bandera. Después de unos comienzos complicados, surgió la necesidad de diversificar la actividad y, a partir de 1989, Sargantana se convertiría en una de las primeras escuelas de Educación Ambiental de Aragón. En ese momento, Sargantana acababa de comprar el Refugio de Canfranc.
Las primeras propuestas de Sargantana en el Refugio Sargantana de Canfranc fueron programas de aulas en la naturaleza, viajes de fin de curso, semanas blancas para escolares, campamentos de verano, rutas por el Camino de Santiago y campos de trabajo. En la década de los 90, Sargantana amplía su actividad. «En colaboración con el Ayuntamiento de Villanúa abre al público la Cueva de las Güixas (cerrada a visitas desde la Guerra Vivil); fueron 16 años de gestión que supusieron la puesta en valor de las mismas con una alta calidad», recuerdan. Poco a poco, fueron convirtiéndose en asesores de otros proyectos similares, hasta que comenzaron a trabajar en la apuesta del turismo rural a través de la formación de los emprendedores de pequeños pueblos, en un momento en el que comenzaba a caminar esta tendencia.

Distintos proyectos de desarrollo rural sostenible llevaron a Sargantana hasta Canarias, Extremadura, Galicia, Castila León, Comunidad Valenciana o Andalucía, entre otros. También asesoraron otros proyectos de conservación y desarrollo sostenible, como la formación de guías en Altamira. Posteriormente, Sargantana extendería su actividad a la Residencia de Panticosa (Diputación de Huesca), al albergue Nuestra Señora del Pilar (Villanúa) o al albergue de Canfranc (Gobierno de Aragón), convirtiéndose en uno de los referentes en educación ambiental y tiempo libre de España.
Además, en esos años, Sargantana se especializa en la gestión de programas de cooperación transfronteriza y de programas europeos. Con el cambio de siglo, Sargantana se hace todavía más grande, incorpora un equipo de profesionales de la restauración del patrimonio y asume la gestión del Centro de Actividades de Ocio y Tiempo Libre de Campo (Valle de Benasque) y la dinamización del Centro Alurte en Canfranc, llegando a tener contratadas en el verano de 2007 a 104 personas en el equipo de trabajo.
Como grandes recuerdos, los miembros de Sargantana destacan tres experiencias: un campamento con niños refugiados de la antigua Yugoslavia; proyectos desarrollados con la ONCE, con invidentes en la Cueva de las Güixas y con una ascensión al Aneto; y una programación con sordociegos, lo que les supuso «un reto muy duro pero muy enriquecedor».
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas: “Desde el año 2008 hemos pasado momentos muy difíciles. Tuvimos que desprendernos de unidades de actividad: equipo de restauración, Centro de Actividades de Campo, Cueva de las Güixas,…. Y con ellos personas con las que habíamos compartido esfuerzo e ilusiones; sin lugar a dudas, fueron momentos muy duros”, recuerda Víctor López. “Cuando los bancos nos dejaron completamente de lado como a todos, un puñado de monitores, ex trabajadores, familiares y amigos, nos prestaron parte de sus ahorros para poder seguir funcionando … Qué grandes han sido!», se explica desde Sargantana, agradeciendo la ayuda prestada por todos sus colaboradores en estas situaciones.
En este momento, tras unos años de reorganización, Sargantana se mantiene activa, llena de ilusión y ha incorporado nuevos proyectos y personas. En la actualidad, Sargantana está centrada en la gestión del Refugio de Canfranc, en su dinamización con programas escolares y actividades de verano; en desarrollar programas de formación y en prestar servicios de consultoría: programas de cooperación transfronteriza y asesoramiento a programas a desarrollo, entre otras cuestiones.
Pioneros en la creación de autoempleo, en la gestión y la educación ambiental, en la formación de monitores de tiempo libre, en los programas para discapacitados y en el impulso del turismo rural, los miembros de Sargantana llegan a su 30 aniversario «con mucha ilusión», algo que, sin duda, supondrá un nuevo éxito en todas las actividades programadas con motivo de esta celebración.