
El Monumento a la Jacetania, obra del escultor Ángel Orensanz, sufre un preocupante deterioro cuyos efectos son cada vez más visibles. El monumento fue instalado en 1969 y es de hierro policromado y, en teoría, tratado para poder ser expuesto en el exterior. Sin embargo, el paso del tiempo, la falta de mantenimiento y las inclemencias meteorológicas están causando estragos en la obra. De hecho, es visible cómo la capa exterior se va desprendiendo y las manchas de óxido afloran a la superficie. No hay que olvidar que Ángel Orensanz es el artista aragonés más reconocido internacionalmente y que es uno de los escultores con más prestigio a nivel mundial, habiendo recibido innumerables reconocimientos a lo largo de su trayectoria.
El Monumento a la Jacetania mide siete metros de altura
El monumento es una escultura de siete metros de altura (nueve, contando el pedestal original) y dos toneladas y media de peso. Es una figura alegórica que recuerda a una especie de peregrino que muestra en sus manos el Claustro de San Juan de la Peña. Precisamente, son sus manos uno de los elementos en los que este deterioro se hace más visible, totalmente oxidadas y cubiertas de herrumbre. Paradójicamente, cabe recordar que una de sus características es que no tiene pies, en referencia a su carácter de espiritualidad y trascendencia. Sin embargo, cuando está a punto de cumplirse el 50 aniversario de su instalación en Jaca, la imagen que ofrece esta imponente obra es totalmente la opuesta.
Actualmente, el Monumento a la Jacetania se encuentra en el comienzo del Paseo de la Cantera. La obra era trasladada allí hace más de un década desde la Plaza de Biscós, que fue su ubicación original. El río Aragón, un salterio, el Santo Grial, la Catedral de Jaca, el Libro de la Cadena y un esquiador están representados en distintas escenas en el monumento, que supone un homenaje a todo el patrimonio natural, cultural, histórico y deportivo de la Jacetania. La obra, cargada de simbolismo, también cuenta con una alusión al Camino de Santiago, a las fábricas de Sabiñánigo y a las labores del campo. Unos elementos iconográficos decorados con pintura esmaltada al fuego que, igualmente, se encuentra muy deteriorada.
El Monumento a la Jacetania nunca ha estado exento de polémica
El Monumento a la Jacetania nunca ha estado exento de polémica. Incluso, se recoge este hecho en la web municipal de Turismo. Una polémica que tuvo su punto álgido, sobre todo, a raíz de su traslado al lugar que ocupa actualmente. La razón: la construcción del aparcamiento subterráneo. El propio Orensanz se mostró en su momento en total descuerdo con este cambio de ubicación, ya que la escultura había sido creada para un enclave y con un sentido determinados: en la Plaza de Biscós y orientada al norte.
En aquel momento, tal y como recoge la hemeroteca, se realizó una intervención bastante cuestionable, ya que el propio artista denunció que, incluso, se habían perdido piezas y que simplemente se había pintado. Orensanz ha reivindicado en numerosas ocasiones que se devuelva el monumento a su lugar original y llegó a considerar el traslado «un menosprecio al público y al arte», como recogía en sus páginas, en 2007, el Periódico de Aragón.
La Plaza de Biscós, enclave original del Monumento a la Jacetania
La escultura fue colocada en la Plaza de Biscós el 11 de abril de 1969. 36 años más tarde, El 11 de noviembre de 2005, el semanario El Pirineo Aragonés recogía las labores de desanclado y traslado de su lugar original. A esta crítica se sumaron otras voces, como la de la Asociación Cultural Sancho Ramírez, que en 2008 también hacía patente su desacuerdo en las páginas del Heraldo de Aragón.
Pocas figuras como la de Ángel Orensanz (Larués, Huesca, 1940) pueden representar en el mundo artístico contemporáneo un sentido de totalidad. No solo por su obra -que abarca todas las facetas y técnicas de la producción artística, desde la figuración, tótems y esferas, al land art o las instalaciones espontáneas- sino por su vida misma, entregada sin descanso al ejercicio creador.
Orensanz ha recorrido medio mundo para asumir vivencias y plasmarlas: desde Barcelona, donde inicia su formación (sede de sus impresionantes murales del Metro), a ciudades y regiones de toda Europa (con París, Venecia, Londres, Moscú o San Petersburgo como ciudades fetiches), Japón (su país recurrente) y EEUU. En Nueva York encontró su asiento, en una sede insólita, su sinagoga de Manhattan, donde instaló su Fundación, centro y faro de su creatividad desbordante. En su Aragón natal ha dejado su huella en multitud de obras desde aquel iniciático monumento a la Jacetania al museo que lleva su nombre en Sabiñánigo.(Diccionario Orensanz. De Larués Nueva York: Vida y obra de un escultor total, de Juan Domínguez Lasierra)
Se da la circunstancia de que el Ayuntamiento de Jaca contempla, desde 2017, el Monumento a la Jacetania dentro de su programa de visitas guiadas. En concreto, se incluye en el recorrido por la Jaca Desconocida, junto a las ermitas de la Victoria y de Sarsa, entre otros enclaves. En cualquier caso, el estado de conservación que presenta actualmente el Monumento de la Jacetania resulta preocupante, como puede verse a simple vista con sólo mirar la figura con un poco de detalle.
Por Rebeca Ruiz
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