Poca gente en este mundo creería que una pandemia de origen dudoso, pero de consecuencias mortales, íba a poner en jaque y en su sitio verdadero al ser humano. Siempre nos hemos creído señores y dueños del mundo. Y la realidad a veces nos da estos toques de atención; en este caso, crisis sanitaria, hospitales llenos, ucis desbordadas, médicos y enfermeras en precario, contagios, muertes, personas que logran recuperarse por a o por b.
Por esto y más, eso que llamamos la nueva normalidad, realmente va a convertirse en la nueva realidad. La vida nos va a cambiar de una u otra manera. Vamos a pensar más las cosas y a ver qué es lo verdaderamente importante en la vida de cada uno. Quizás aprendamos algo de esta situación y hasta saquemos beneficio final de ella. Lo malo es que, por ahora, y por tiempo, la palabra más usada, después de Covid-19, resultará ser crisis.
Una crisis sanitaria en todo el mundo que nos ha hecho ver que somos un todo y formamos parte de una sociedad global: lo que afecta aquí, afecta allá, y viceversa. Luego viene la crisis económica o financiera, que va a coger a todos o a la gran mayoría sin quererlo ni beberlo. Crisis con el aumento de la pobreza, problemas de economía familiar, situaciones de hambruna,…

Muchas de las cosas que hasta ahora hemos vivido y sentido de forma natural van a cambiar nuestro modo de vida, nuestras costumbres (esperemos que no para siempre), unido al miedo y a la alerta constante.
Somos seres sociales, nos gusta la calle y la relación social. Sin embargo, vamos a tener que variar nuestras comodidades y nuestras costumbres o tradiciones: novios que se casan con mascarillas e invitados al unísono y los menos, velatorios de pasada, terrazas de bares separadas por eso de la distancia permitida; viajes controlados e higienizados; partidos de fútbol o acontecimientos deportivos sin público, sin emoción y sin ruido; largas colas para entrar en los comercios con número obligado o aforo con reserva previa; playas con delimitaciones y aforo máximo por horas; piscinas con estrictas medidas de seguridad; comercios reinventados y apurando el online; educación virtual… y a saber cómo.
Todo esto y mucho más es esa nueva realidad, esa en la que vamos a tener que aprender a marchas forzadas y de manera rápida y con disciplina y sentido común, si no queremos ir despareciendo como seres vivos. Es la nueva realidad, esa que esperamos llegue también a nuestros políticos que tan pobre imagen, discurso y soluciones nos están dando en general. Suerte a todos.
Por Juan José Mairal
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