Jaca vuelve a vivir libre a la sombra del Monte Oroel tras un emocionante Primer Viernes de Mayo

Miles de personas llenaban las calles de Jaca desde primera hora en el Primer Viernes de Mayo, superando un año más todas las expectativas durante una mañana en la que la ciudad volvía a demostrar que sabe vivir libre a la sombra del Monte Oroel, a pesar de que la jornada comenzaba con lluvia. Cortejo histórico, caballería, cortejo del conde, labradores y labradoras, artesanos y artesanas, los maceros, el Síndico -este año, el concejal popular Daniel Ventura– y, por supuesto, el Conde Aznar y sus huestes victoriosas cumplían fielmente con la tradición mostrando a la ciudad las cuatro cabezas moras en las picas, escribiendo un capítulo más de la historia, en la celebración del mil doscientos cincuenta y nueve aniversario de la Batalla de la Victoria.

Jaca cumplió la tradición y el canto del himno inundó la Calle Mayor. (FOTO: Rebeca Ruiz)

Afortunadamente, aunque la lluvia deslucía los primeros actos de la mañana, en el momento de salir el desfile despejaba y, finalmente, se podía cantar el himno sin ningún problema. Eso sí, en vez de salir las autoridades a recibir al Conde Aznar a la Avenida del Regimiento Galicia, este año acudían directamente a la Catedral, para acortar el desfile ante la posibilidad de que volviera a llover.

Historia, emoción y tradición a la sombra del Monte Oroel

Historia, emoción y tradición, transmitidas de generación en generación, volvían a llenar las calles, donde el sentir popular y la alegría desbordada se mezclaban hasta el canto del himno. Los bravos jacetanos y las bellas jacetanas, como reza el himno del Primer Viernes de Mayo, se volvían a echar a las calles a la espera de que el Primer Viernes de Mayo sea catalogada como Fiesta de Interés Turístico Nacional -ya es Fiesta de Interés Turístico Regional desde 1980-. Ni la amenza de lluvia, ni las gotas que llegaron a caer a priemera hora del día pudieron con el valor del pueblo jaqués.

El conde Aznar, a su llegada a la Calle Mayor. (FOTO: Rebeca Ruiz)

El Primer Viernes de Mayo en Jaca, una fiesta que cada año gana más adeptos, conmemora la Batalla de la Victoria, que se celebró en el año 760 y en la que el Conde Aznar Galíndez consiguió expulsar a los moros invasores con ayuda del pueblo jaqués -cuenta la leyenda, que las mujeres jugaron un papel decisivo al acudir al campo de batalla para ayudar a los jacetanos. En el desfile, participan unas 800 personas, ataviads con trajes medievales, o según los distintos cortejos (del conde o histórico) y escuadras (de labradores y artesanos), aunque la ciudad se llega a colapsar ante las miles de personas que salen a la calle, procedentes de distintos lugares, para seguir la celebración, única por sus características y su significado.

El Primer Viernes de Mayo arrancaba con una diana musical a cargo de la Banda Municipal de Música Santa Orosia. Tras el tradicional almuerzo en las proximidades del cementerio -con los valientes que se han enfrentado al mal tiempo-, la ermita de Nuestra Señora de la Victoria y la Catedral se convertían en los escenarios para las celebraciones religiosas que preceden al gran desfile por la ciudad.

Un momento del desfile. (FOTO: Rebeca Ruiz)

Aclamación del pueblo

La entrada triunfal del Conde Aznar Galíndez y sus huestes victoriosas, desde la Avenida del Regimiento de Galicia, entre la aclamación del pueblo jaqués, volvía a centrar todas las miradas. La espectacularidad de los trajes, el sonido de los tambores, la disciplina de los escuadristas, la majestuosidad de la caballería y las descargas de los trabucos, con el característico olor a claveles y pólvora se convertían, un año más, en protagonistas del gran día.

En la Plaza de la Catedral, tenía lugar el tradicional Saludo de Banderas, uno de los momentos más emotivos de cada Primer Viernes de Mayo -esta vez, en presencia del Conde Aznar, situado entre las banderas de la ciudad y de la Hermandad, una de las novedades de 2019-. Y como colofón, el Canto del Himno, cargado de emoción y sentimiento, en la Calle Mayor de Jaca, los minutos álgidos del Primer Viernes de Mayo: miles de voces entonando el simbólico canto, de Eugenio Villacampa Arnal y José Luis Ortega Monasterio, siguiendo los acordes de la Asociación Banda Municipal de Música Santa Orosia, que describe la batalla y ensalza el honor y el valor del pueblo jaqués. Sin duda, Jaca ha vuelto ha dejar claro, un año más, que sabe vivir libre a la sombra del Monte Oroel. A pesar de los elementos.

Por Rebeca Ruiz

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