
José María Pérez comenzó a reunir objetos relacionados con su pasión, el ciclismo de competición, cuando apenas era un adolescente. Posiblemente, hoy no exista en España una colección tan grande en cuanto a número piezas. Un espacio que, en pleno centro de Jaca, se ha convertido por méritos propios en uno de los santuarios del ciclismo más importantes de todo el territorio nacional. Miles de bidones, maillots, fondos documentales y todo tipo de curiosidades, junto a la memoria de este coleccionista jaqués, muestran la evolución del ciclismo en el último siglo. Detrás de cada pieza, una historia. Y detrás de cada historia, una pequeña parte de toda una vida dedicada al ciclismo. Así es el Museo de Ciclismo del Pirineo de José María Pérez.
50.000 piezas en el Museo de Ciclismo del Pirineo
Más de 50.000 piezas. Algunas, verdaderos tesoros -en todos los sentidos-. Es la tarjeta de presentación del Museo de Ciclismo del Pirineo, colección privada de José María Pérez, presidente del Club Ciclista Mayencos y uno de los mayores expertos en ciclismo de competición y en la historia de este deporte en las comarcas de La Jacetania y el Alto Gállego. Pero también de España.
14.000 bidones, 2.500 maillots, más de 4.000 bolsas de avituallamiento, … Estas son sus cifras. Muchas de estas piezas son únicas, irrepetibles. Y de un valor incalculable, tanto económico como sentimental.
El museo abrió sus puertas en Jaca, en la Avenida del Regimiento Galicia, el pasado verano, y ya ha recibido más de 3.000 visitantes. Hay que destacar que parte de los fondos que guarda este singular espacio han recorrido numerosos lugares de España a través de más de 80 exposiciones.
De unos cuantos bidones a una impresionante y valiosa colección
«Cuando tenía 15 años comencé en el ciclismo, junto a otro compañero (solo éramos dos entonces). Empecé a recoger bidones y gorras de la Clásica Zaragoza-Sabiñánigo, de alguna Vuelta a Aragón y, alguna vez, de alguna Vuelta a España que pasaba cerca…», explica Pérez.
Fueron los primeros pasos de lo que se convertiría después en todo un santuario del ciclismo de competición; antes de que, años más tarde, su impulsor pudiera entrar en contacto con coleccionistas de Francia e Italia. Y de que llegara Internet, que supuso el paso definitivo para ampliar los fondos que este apasionado del ciclismo había reunido durante toda su vida con aportaciones llegadas desde todas las partes del mundo.
Lógicamente, hacerse con el botín no ha sido fácil. Sin tener en cuenta las piezas que ha podido adquirir, personal de hoteles, mecánicos, conductores de autobús, directores de equipo,… Amigos… Son muchos los que han ayudado a Pérez a lo largo de los años. Incluso, ciclistas profesionales. «Aunque acercarse a ellos ya es algo más difícil», reconoce. También hay piezas que le ha facilitado la Federación Aragonesa de Ciclismo. Por eso, detrás de cada pieza hay una historia, más o menos apasionante, pero entrañable en todos los casos. Y es lo que da más valor, si cabe, a la colección.
La llegada de los maillots
Fue José Antonio Jarne -recuerda- quien le propuso incorporar a su colección maillots (tradicionalmente conocidos en el argot ciclista como camisetas). «Es lo más vistoso, y lo más emblemático del equipo», reconoce José María Pérez, que al final se rindió a la evidencia. Hoy, ha logrado reunir una importante sección con los diseños más curiosos que se han podido ver en las carreras ciclistas más importantes.
Aunque, por motivos obvios, ha tenido que limitar su colección a «equipos profesionales o continentales» (no hay que olvidar que es una colección privada y que está gestionada única y exclusivamente por su propietario), el museo es un espacio vivo, que va creciendo también con otras aportaciones. Y todas son bienvenidas. Es el caso, por ejemplo, de un obsequio que recibió recientemente: un maillot del Club Ciclista Villabés, el equipo donde comenzó a formarse Miguel Induráin siendo un niño.
El segundo espacio museístico de ciclismo competitivo visitable más importante de España
En España hay muy pocos espacios dedicados al ciclismo de competición (no llegan a una decena). «El más importante es el Santiago Revuelta en Cantabria, y seguramente, de los que conozco, el siguiente -en ciclismo competitivo- sea este. Pero cada uno tenemos nuestra idiosincrasia y todos somos distintos», reconoce José María Pérez.
«Aquí hay tres valores: el económico, el sentimental y el valor histórico, que es el principal», señala el coleccionista. «Sin ser piezas de hace muchísimos años, recuerdan aquel ciclismo nostálgico que todos hemos vivido o que hemos podido conocer; aquellos años en los que corría, por ejemplo, Federico Martín Bahamontes«, añade. Historias, recuerdos, hitos, curiosidades… que José María Pérez reunirá en el libro que tiene previsto publicar.
Historias curiosas tras cada pieza
Un homenaje al equipo ciclista Kas, del que formó parte el serrablés José Luis Orós -de Senegüé- en los años 60 del siglo pasado recibe al visitante y permite hacerse una idea de lo que el Museo de Ciclismo del Pirineo guarda en su interior.

Allí custodia el maillot de Campeón de España de 1927 que vistió Miguel Mucio. «Le tengo mucho cariño, sobre todo por la forma en la que me lo donaron», explica Pérez. Y aunque es reacio a elegir su pieza preferida, reconoce que entre los miles de objetos que forman la colección hay algunos muy especiales.
Por ejemplo, posee un maillot del equipo en el que militó Martín Bahamontes, quien pasara a la historia como el primer ganador del Tour de Francia en 1959. Su historia es muy curiosa. «Ese equipo estaba patrocinado por Inuri, de Bilbao, y la esposa de uno de los socios, Bonifacio Uriarte, era de Jaca. Gracias a unos amigos hoy está aquí», explica.
«Toshiba -La Vie Claire- revolucionó el Tour de Francia, y diseñó un maillot muy diferente a lo que se conocía hasta entonces», señala Pérez. Es otra de las fascinantes historias que se esconden entre las piezas que conforman la colección. Fue en los 80 del siglo pasado, y todavía hoy, el diseño de esta prensa resulta una imagen rompedora y atractiva. También se puede contemplar en el Museo del Ciclismo de Jaca.
Comparte espacio con un maillot suizo que emula un smoking, con jerseys de equipos americanos o con más de 700 camisetas de Italia. O con la más que curiosa equipación con la que corrían las ciclistas rusas hace unas décadas.
Lógicamente, España, Francia o Bélgica tampoco podían faltar, con incontable material que llena todos los rincones del museo (la parte visible al público, porque los fondos de esta colección son tan amplios que resulta imposible exponerlos todos, a pesar de la amplitud de las instalaciones). Cuenta, incluso, con un photocall que preparó para que se fotografiara Eusebio Unzué durante su visita a Jaca con motivo del 60 aniversario del Club Ciclista Mayencos.
Una importante hemeroteca y un espacio para el ciclismo local
Otra de las secciones que hace único este museo son sus fondos documentales: una gran hemeroteca del ciclismo español de los últimos años, con fotografías, diarios y otros documentos, muchos de ellos, originales. Como, por ejemplo, un periódico auténtico de 1906 que le regaló Rubèn Peris, director de la Volta a Cataluña.

Además, hay un apartado muy especial destinado al ciclismo local desde los años 30. Allí aparecen nombres como el de José María Lanaspa («que para nosotros fue un ídolo» -señala Pérez-) o Pardo, Bescós, Segura, Sanara, Vinacua, Garcés o Malo… entre otros muchos, con fotografías antiguas de competiciones en Jaca y en otros lugares que permiten descubrir cómo eran las carreras hace casi cien años.
El Museo de Ciclismo del Pirineo es de entrada libre, con cita previa
Actualmente, el Museo de Ciclismo del Pirineo solo se puede visitar con cita previa. Es el propio coleccionista el que guía, de forma magistral, la visita a este lugar único, explicando el origen (y la historia) de cada pieza con una pasión que engancha y que hace que el tiempo se detenga.
A la salida, un libro de firmas es testigo de las buenas sensaciones que se llevan, sin excepción, todos los que pasan por el museo. Sin duda, un santuario del ciclismo donde detrás de cada pieza, se esconde una historia. Y donde cada historia es una pequeña parte de toda una vida dedicada al ciclismo: la de José María Pérez.
Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)

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