El futuro de las excavaciones arqueológicas de La Garcipollera, pendiente de la financiación

La continuidad de las excavaciones arqueológicas en La Torre de Bescós de la Garcipollera, donde seis arqueólogos de la Asociación Cultural Bosnerau. Arqueología y Patrimonio han trabajado sobre los vestigios de un asentamiento altomedieval, dependen de que se pueda lograr financiación y del respaldo de las instituciones para continuar con la puesta en valor y recuperación e investigación de los restos que conforman el yacimiento. Unas labores que ya han dado sus primeros frutos, a pesar de la corta duración de la campaña.

Restos hallados en La Torre de Bescós de la Garcipollera

Huesos de animales, escorias de fundición y pequeñas piezas cerámicas son algunos de los restos hallados durante las excavaciones. Precisamente, serán estos materiales los que sirvan de base para un estudio que se realizará con el fin de arrojar nuevos datos sobre el yacimiento de La Torre de Bescós de la Garcipollera. Mientras tanto, el yacimiento será cubierto de nuevo para evitar que los restos hallados se deterioren y con la finalidad de poder continuar lo más pronto posible con los trabajos.

BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en el yacimiento. FOTO: Rebeca Ruiz
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en el yacimiento. FOTO: Rebeca Ruiz

En todo caso, la cantidad y la variedad de los hallazgos permiten suponer que el asentamiento estuvo poblado durante largos periodos. Una teoría que se refuerza con otros restos encontrados en este mismo enclave a principios de los años 90 y que hoy se custodian en el Museo de Huesca: Se tiene conocimiento de que, además, en la zona ya se encontró una lanza romana conocida como pilum (junto con la gladius, el arma característica del soldado legionario romano). Y también han aparecido sueldos jaqueses, por lo que se sospecha que este paraje esconde verdaderos tesoros arqueológicos que podrían suponer hallazgos de vital importancia para conocer cómo se desarrolló la historia en la zona en épocas ya lejanas.

Asentamiento fortificado de época altomedieval

Los trabajos se han desarrollado bajo la dirección y coordinación científica de Julián Ramos Bonilla, de la Asociación Cultural Bosnerau-Arqueología y Patrimonio. El resto del equipo técnico está formado por Fernando Varas Cruzado, Daniel Luño Tola, Jesús Collazos García, Celia Corbatón Martínez y Jorge Sánchez Solano. La campaña ha contado con la participación y colaboración del Ayuntamiento de Jaca y el Museo de Huesca.

 BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Parte del equipo de arqueólogos. FOTO: Rebeca Ruiz
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Parte del equipo de arqueólogos. FOTO: Rebeca Ruiz

Las excavaciones, en esta primera fase, terminaban tras dos semanas, y han servido para sacar a la luz los restos de un asentamiento fortificado de época altomedieval en lo alto de un cerro en el valle de La Garcipollera, junto al Barranco de Vadiello, entre los despoblados de Cenarbe y Bescós, en un lugar de difícil accesibilidad. Lo que en un inicio parecían los restos de una torre defensiva, finalmente es una iglesia prerrománica. Posiblemente, sobre la que se levantaría, posteriormente, la ermita dedicada a Nuestra Señora de la Asunción -aunque también podría ser la de San Bartolomé- que ya recogiera y situara, junto a la Pardina de San Clemente, en esta zona, Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de ultramar -aunque este extremo está pendiente de confirmación-.

Buen estado de conservación de los restos

La estructura arquitectónica de este templo prerrománico de nave única y cabecera plana mide 9 metros de largo por 4 de ancho. Lo que queda de los muros alcanza una altura algo inferior a un metro, con unos 70 centímetros de grosor y construidos en piedra y unidos con mortero. Antes de la intervención, estaba totalmente cubierto por tierra y vegetación -hasta el punto de que un árbol había atravesado lo que en otro tiempo fuera el altar- que se ha tenido que retirar con sumo cuidado. «A pesar de todo, cabe destacar que el estado de conservación de los restos arqueológicos es bueno, lo que constituye un aliciente para continuar en años futuros con las excavaciones», explican los arqueólogos.

BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. La iglesia descubierta, tras los trabajos. Escalones de acceso y banco corrido.
 BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Altar.
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Altar.
 BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Muro.
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Muro.

Las excavaciones han hecho posible que se pueda reconocer fácilmente la planta de la iglesia, perfectamente definida, con un banco corrido a lo largo de las paredes y sus cuatro escalones de acceso. Además, los trabajos en el yacimiento confirman que el asentamiento estuvo rodeado, originariamente, de una cerca de piedra. En sus proximidades, los arqueólogos de Bosnerau han realizado una cata que ha dejado al descubierto la existencia de un muro que pudo servir, en su momento, para delimitar un espacio concreto.

Primeras excavaciones en La Torre de Bescós de la Garcipollera

El yacimiento fue descubierto en los años noventa por Adolfo Castán. En el enclave parecía apreciarse los restos de una torre -que finalmente ha resultado ser una iglesia-, una cerca perimetral y un foso. Durante la prospección llevada a cabo hace más de veinte años, se recuperaron algunos materiales que son los que permitieron ubicar cronológicamente el yacimiento entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media, sin poder precisar con más detalle. La campaña que ahora ha concluido suponía las primeras excavaciones arqueológicas en el yacimiento conocido como La Torre de Bescós de la Garcipollera.

Por Rebeca Ruiz

  BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en la iglesia. FOTO: Rebeca Ruiz.
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en la iglesia. FOTO: Rebeca Ruiz.
   BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en el yacimiento. FOTO: Rebeca Ruiz.
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Trabajos en el yacimiento. FOTO: Rebeca Ruiz.
    BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Detalle del altar, donde ha crecido un árbol. FOTO: Rebeca Ruiz.
BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA. Detalle del altar, donde ha crecido un árbol. FOTO: Rebeca Ruiz.

Esta intervención supone el primer paso de un proyecto mucho más ambicioso, que tiene como objetivo principal realizar un estudio sobre el poblamiento rural altoaragonés durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media. Es un periodo bastante extenso en el tiempo, entre el siglo III y el siglo XI, caracterizado por numerosas transformaciones, en el que las fuentes escritas, en el caso de existir, son realmente escasas, sobre todo al respecto de esta cuestión, y, además, aportan información incompleta e imprecisa. De este modo, la arqueología se convierte en la mejor herramienta para un conocimiento profundo y preciso de esta etapa de nuestra historia, explica la Asociación Bosnerau.

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