Con la llegada del buen tiempo y el calor que acompaña casi todos los días -que nos los digan con esta sucesión de olas de calor que venimos sufriendo ¿verdad?-, parece que tras escapar del ronroneo ventilador el hallar lugares donde encontrar agua fresca y cristalina para poder refrescarnos, bañarnos o lo que sea ocupa a veces nuestros pensamientos e ideas.

Por ello, tal como estamos hoy en día, buscando ese frescor del agua, me da por imaginar estos siglos atrás, donde salvo excepciones, el aseo del cuerpo no era como hoy, ya que aparte de falta de costumbre, creencias, desmotivación y otras causas, preferían destinar mejor el agua, aparte de quizás refrescarse levemente de su sudor, para su consumo.
Pero ciertamente, no faltaban lugares donde podían disponer de un baño al aire libre en la naturaleza, bien fuera en ríos, lagos, pozas, cascadas u otros sitios similares. Aunque también ciertamente eran tiempos donde en las localidades de más o menos relevancia, se disponía de los llamados baños públicos.
«La población necesitaba, aunque no se asearan mucho por entonces, lugares para el aseo o baños públicos (…)»
¿Qué por qué había entonces baños públicos en las ciudades y pueblos? La respuesta mas sencilla y rápida es que en prácticamente en todas las viviendas (salvo excepciones, como siempre) no existían baños ni aseos. Y la población necesitaba, aunque no se aseara mucho por entonces, lugares para el aseo o baños públicos, que ciertamente se asemejaban sólo en parte y uso a las termas romanas y los hamman árabes.
Por ejemplo, en Jaca, los peregrinos, viajeros, residentes del lugar o quienes lo necesitaran disponían de tres lugares o casas de baños, siendo uno de ellos el llamado los Baños Nuevos, que estaban situados en el centro de la ciudad; los Baños de los Judíos, que estaban situados cerca de la existente por entonces Sinagoga de Jaca, más o menos en la actual calle Las Cambras (aunque estos los utilizaban prácticamente solo judíos); y también los Baños Viejos (o Fuente de los Baños y lavaderos, existentes hoy en día) los más concurridos y los que eran mas utilizados por los peregrinos del Camino Aragonés de Santiago, al estar situados junto a un acceso a la ciudad, junto al actual colegio de Escolapios.
El origen de los baños: «Es reconocido que el peregrino solía asearse en las ciudades o villas importantes antes de entrar en catedrales o lugares santos (…)»
Y es que es reconocido que el peregrino solía asearse en las ciudades o villas importantes antes de entrar en catedrales o lugares santos. Y, por supuesto, antes de su entrada en Compostela, realizaba su aseo final en las aguas del pequeño río de Lavacolla, ya que esta higiene estaba relacionada además con la limpieza penitencial y ritual que se utilizaba para que el peregrino, aseado y llegado a Compostela, se librase de sus pecados.
Hoy en día, una opción a la ducha o la piscina de ciudad es por supuesto escaparnos a una piscina natural de la Jacetania, Huesca o cualquier otro sitio de Aragón, algo que siempre nos reconfortará, al tratarse de lugares de agua fresca y habitualmente cristalina en medio de paisajes espectaculares, y normalmente no muy masificados.

De gorgas y pozas
Aunque fastidia decir sólo algunos, citaré de los que bien conozco, entre los que se encuentran La Gorga de Boltaña, poza natural de aguas cristalinas del río Ara, ubicada debajo del puente de acceso a la localidad. El Salto de Pozán, en localidad de Pozán de Vero, donde hay una cascada de agua situada en el río Vero, donde se ha formado una poza adecuada como zona de baño. Las llamadas Gorgas de Puértolas, que son diversas zonas de baño señalizadas y acondicionadas para ello situadas en el río Cinca. Se encuentran entre los puntos kilométricos 59 al 63 de la carretera A-138.
Las Pozas de Belsué, sitas cerca de Nueno, en el río Flumen, donde hallaremos diversas pozas de fresca agua y una buena arboleda. Y aunque hay muchas más diseminadas por toda la geografía aragonesa, cerraré nombrar éstas con el lugar conocido como el Salto de Alcanadre. Situado en Bierge, en el Parque Natural de Sierra y Cañones de Guara, es un lugar bastante popular con buenas aguas cristalinas, donde hoy en día están prohibidos los saltos que antes se realizaban desde la presa (de ahí su nombre). Eso sí, es una zona de baño controlada, y el precio de acceso es de tres euros (los niños pequeños no pagan).
De los baños públicos a los lugares donde disfrutar del agua
Realmente tenemos numerosos lugares para disfrutar del frescor del agua. Algunos escondidos y poco o nada conocidos. Otros, populares y concurridos. Y muchos de ellos esculpidos por la acción de sus aguas, mayoritariamente frescas y cristalinas. Lugares perfectos para refrescarnos los días calurosos de verano o simplemente disfrutar en bellos entornos de la magia de la naturaleza. Todos estos parajes de ensueño con aguas cristalinas os esperan. Así que hagamos turismo en Aragón.
Por Fran Lucas Herrero. Aragonés, peregrino y autor del blog Esmicamino

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