por Juan José Mairal
Me da que esto del conflicto catalán y sus ansias de independencia va a ser la noticia del verano (porque la canción ya se la lleva el despacito de Fonsi), y hasta del otoño. Las ideas separatistas es algo que da mucho juego y más cuando vas contra el Gobierno o el Estado establecidos democráticamente. Un tema que da mucho juego político, social y muchas horas de debates de televisión, de páginas en periódicos y que obedece a intereses de radicalismo puro y duro.
Una comunidad de nuestro país regida y gobernada por independentistas catalanistas y radicales no puede ser beneficioso para una democracia cuya construcción es la ley por la que todos los demás ciudadanos de las demás comunidades se rigen y se amparan. El que Cataluña, dicen ellos, una Cataluña mayoritaria, quiera la independencia, se salte la normas y reglas establecidas y pactadas, desautorice a un Gobierno elegido democráticamente, se mofe de los tribunales y de los jueces y busque el control de sus fuerzas de seguridad con personas afines a sus ideas, da una idea de por dónde y hacia dónde quieren ir. Deslegitimar al poder y a las leyes que son para todos es algo que debería indicarnos por donde van estos salvadores de su patria y/o nación.
No devolver los bienes que judicialmente deben devolver a los aragoneses por sentencia judicial, torear esta devolución y reírse una y otra vez de todos nosotros y encima ganar dinero a costa de estos bienes secuestrados en su museo de Lérida es algo hilarante y hasta rocambolesco. Y que decir de su memoria histórica y sus reivindicaciones geográficas e históricas como que el Aneto es catalán, o de que fueron un reino en tiempo pasado, al igual de la mafia catalana de los Pujol y sus artimañas para enriquecerse a lo loco, a costa de la ignorancia histórica de unos personajes actuales a la que la historia les ha dado algo de presencia y pocos dedos de frente.
Cataluña, una nación que nunca ha sido nación, siempre al lado y soterrada bajo la Corona de Aragón, un mundo alejado de la realidad y empecinado por una idea absurda y vayan ustedes a saber, un mundo político y social regido hasta hace poco por el tres por ciento famoso y por las ventajas económicas y los chanchullos de modernidad e independencia.
Lo dicho… Cataluña: una y uña.
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