Atentado en Sallent: La anacrónica actualidad de la ‘alternativa KAS’. Por Carlos del Pueyo

Hoy se cumplen 23 años del atentado etarra en Sallent de Gállego, que costó la vida a dos guardias civiles. Aragón ha sufrido más de 30 atentados con un triste balance de 16 fallecidos y centenares de víctimas: desde políticos, como el presidente del PP de Aragón, o militares hasta niños, hijos de guardias civiles, que dormían en la casa-cuartel cuando explotó el coche bomba en la avenida de Cataluña de Zaragoza. Aún así, los ciudadanos aragoneses tuvieron suerte. Varios coches-bomba colocados, indiscriminadamente, en lugares y vías públicas terminaron por fallar y no explosionar como, por ejemplo, el encontrado en el parking de El Corte Inglés en 2002.

Atentado en Sallent: La anacrónica actualidad de la 'alternativa KAS'
Atentado en Sallent: La anacrónica actualidad de la ‘alternativa KAS’.

hoy se cumplen 23 años del atentado de sallent. en aragón hubo suerte: muchos de los coches-bomba de eta no explosionaron, como el colocado en el corte iglés de zaragoza en 2002

El paso del tiempo proporciona perspectiva, pero duele comprobar que más humana que política. Doce años después de que ETA abandonara las armas, seguimos dándole vueltas a un problema que no debería presentar, políticamente, ninguna incertidumbre. El antiguamente denominado problema vasco no debería marcar la política española. Y, mucho menos, acompañado, durante los últimos siete u ocho años, por el problema catalán o procès. En lugar de avanzar en la dirección adecuada por un camino abiertamente despejado, no hacemos más que volver a una misma encrucijada sin salida que frustra el progreso político y social de la democracia española. Como si no fuéramos capaces de sacar el coche de la rotonda. Hemos cargado más la mochila, sumando un sobrepeso que no nos deja avanzar y nos hace retroceder.

Que una banda terrorista abandone la lucha armada y se integre en el sistema político no quiere decir que ese mismo sistema deba adoptar los objetivos perseguidos por dicho movimiento criminal sino, más bien, todo lo contrario. Es decir, a estas alturas, más de diez años después de los 800 muertos de ETA y tras cuatro décadas largas de democracia, no podemos seguir dándole vueltas a la tristemente célebre alternativa KAS, ideario originario de ETA político-militar. Entre otras cosas, porque un 99% de los mandamientos que aquella doctrina nacionalista marcaba ya se cumplieron hace tiempo.

parte de quienes impulsaron la rendición de los terroristas, ahora se alejan de los principios democráticos y dan cobijo a la alternativa kas

El dilema se crea cuando parte de quienes impulsaron era rendición de los terroristas, ahora, por intereses espurios, se alejan de los principios democráticos que configuran el sistema político en vigor y dejan de defender los sólidos cimientos sociales, políticos, históricos y económicos que lo sostienen. Y todo ello bajo intereses bastardos, ni siquiera partidistas, para convertirse, paradójica, perversa e inmoralmente, en unos de los mayores lidiadores en favor de esos preceptos etarras predemocráticos que ni la sociedad española ni la vigente Constitución pueden aceptar. Aunque no haya atentado. Como la creación de un Estado propio y la anexión de Navarra al País Vasco, estertores y reminiscencias de la citada alternativa KAS que quedó derrotada, democráticamente, al mismo tiempo que las armas de ETA.

Y no es que sean inadmisibles por motivos o razones ideológicas (que en alguna derivada social y económica de la propuesta KAS, también) sino, sencillamente, porque buscan su destrucción, supondrían la desaparición del actual Estado democrático y van en contra de su propia razón de ser, de su naturaleza fundamental. Si tú entras a participar en un juego, admites sus reglas esenciales. Cuando en lugar de jugar de acuerdo con las normas te las saltas o no las cumples, te expulsan. Lo inconcebible es que te nombren jugador, equipo, juez, representante o árbitro para que cambies la sustancia natural del juego.

El atentado de ernest lluch, como los de tomás y valiente o miguel ángel blanco, marcaron la unión de todos los demócratas contra eta

Cada vez que se recuerda un atentado, después de haber vivido de cerca cómo salían aquellos niños en brazos, muertos o heridos, de aquella brumosa y espeluznante casa cuartel zaragozana aquel 11 de diciembre, casi en Navidad, o haber tenido que contar, en primera línea informativa, los viles asesinatos calabreses de Ernest Lluch, Tomás y Valiente o Gregorio Ordóñez o después de escribir, en primera plana, sobre el secuestro de Miguel Ángel Blanco e intuir su inhumana y repugnante ejecución, uno no termina de entender cómo todavía no se ha despejado la principal incógnita de la ecuación del terrorismo abertzale, que no es otra que sus pretensiones independentistas, además de las que puedan ir en contra de los pilares y principios básicos del sistema democrático que constituyen España. Lo mismo ocurre con el nacionalismo catalán.

Los tiempos democráticos del joven sistema español se han vuelto tumultuosos y convulsos sobre estos aspectos. Aunque no haya ningún atentado

Los tiempos democráticos del joven sistema español se han vuelto tumultuosos y convulsos sobre estos aspectos. Aunque no haya ningún atentado. En ningún país occidental y democrático que haya padecido el fenómeno terrorista se ha producido la grave y pueril confusión que ocurre en España. En el ámbito europeo, los grupos nacionalistas radicales están estrechamente vinculados con modernos movimientos neonazis. Tanto en el Reino Unido, en Irlanda, en Alemania, en Italia, en Suecia, en Rusia, en Francia, en Canadá….

La desaparición de los grupos terroristas ha supuesto también la extinción o evanescencia de sus pretensiones políticas que se quedaban fuera del juego democrático que regía en cada país porque atentaban contra sus principios fundamentales, a lo que los partidos y representantes constitucionalistas no pueden renunciar si no quieren abdicar de su propia identidad, de la de su país y de la de sus ciudadanos, perjudicando gravemente sus intereses y frenando el progreso de la sociedad.

Por Carlos del Pueyo

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