
por Juan José Mairal Herreros. Profesor.
El que la negociación de los presupuestos de nuestra Comunidad Autónoma se haya centrado, en último término, entre socialistas y podemitas sobre la renovación de los conciertos educativos con las escuelas o centros concertados y que ello conlleve que se hable del posible cierre de hasta 28 unidades que actualmente recibían ayudas de la Administración, me hace pensar y sentirme una persona hasta importante y hasta orgullosa de pertenecer a este, parece ser, peligroso enemigo de la educación de este país. Nuestros políticos, ahora gobernantes actuales y precursores del cambio radical, así como los que se lo permiten, parecen que quieren seguir en sus trece de considerar la educación y condenar a la educación concertada como moneda de cambio para sus intereses y sus logros políticos de partido y/o personales.
Llevo más de treinta años en la docencia, todos ellos en la escuela concertada, y me siento muy orgulloso de ello y de considerarme una persona o un maestro dedicado a tratar de educar y enseñar a mis alumnos de la manera más motivadora, eficaz, didáctica e innovadora posible que he sabido y que he podido, sin mirar calificativos ni yendo en contra de otra educación. He cogido horas de mi vida familiar, como todos hacemos en esta profesión, seguro, para dedicarlas a mi centro y a la docencia, a mis alumnos y a las familias que confían en nosotros y en nuestra forma de educar y enseñar y que libremente han elegido este tipo de educación según marca la Constitución de todos.
Me parece inadmisible, grotesco y tremendamente preocupante que se intente jugar y eliminar nuestro trabajo y nuestro esfuerzo diario con maquinaciones políticas, con maniobras que todos sabemos por dónde y hacia dónde van. Somos objetivo, caja de cambio y diana de los salvadores de la patria que tiene la sartén socialista por el mango podemita. Pretender imponer un modelo educativo basado en la exclusión y en la prohibición de libertades garantizadas por nuestras leyes constitucionales es algo que raya en la línea de siempre, de los que buscan impedir la garantía de cada cual en cuanto a la gratuidad de la enseñanza y el derecho a la libertad de enseñanza y a la libre elección de centro. Seguiré luchando por una educación libre, defendiendo contra viento y marea lo que creo justo, sufriendo y oyendo las mentiras de que los centros concertados no tienen inmigrantes o tiene menos, de que tenemos recursos por doquier o vayan ustedes a saber, hasta gracia me hace en algún momento, creanlo. Creo en una educación con mayúsculas, sin términos detrás, en una educación, ni mejor ni peor que ninguna otra y por supuesto en una educación de futuro en la que los que trabajamos en la concertada tengamos la claridad de intentar conseguir personas y ciudadanos con valores y con competencias. Para eso está la educación, venga de donde venga, no para los politiqueos.