Tiempo de Carnaval. De Berdún a Bielsa. Por Fran Lucas Herrero

Cuando llega el mes de febrero, muchos pueblos de La Jacetania, el Alto Gállego y todo Huesca ultiman sus preparativos para disfrutar de los carnavales. Son muchos los que ya han preparado sus disfraces para participar en las actividades lúdicas programadas en los distintos enclaves -como pueden ser Jaca, Hecho, Canfranc, Aragüés del Puerto, Sabiñánigo, Biescas y un largo etcétera- por los cuales vuelven a revivirse populares tradiciones ancestrales y festivas.

Tiempo de Carnaval. De Berdún (en la imagen, de archivo) a Bielsa. Por Fran Lucas Herrero. (FOTO: Javi del Pueyo)
Tiempo de Carnaval. De Berdún (en la imagen, de archivo) a Bielsa. Por Fran Lucas Herrero. (FOTO: Javi del Pueyo)

El Carnaval de los Zarrapatrosos de Berdún

Por ejemplo uno de ellos, investido por el amor por la cultura autóctona, la tradición y su contexto histórico, se recuperó en el 2019 tras 79 años sin celebrarse. Nos referimos al Carnaval de los Zarrapatrosos, que se celebrará el próximo sábado, 11 de febrero, en Berdún, con los personajes de los zarrapatrosos, el mulato, los cubre, el pregonero y alguno más.

Así, durante toda la jornada en la que se celebraran diversos actos, los personajes mencionados saldrán a agitar el pueblo y a celebrar este día, con los matices que marquen sus personajes, que suelen pintarse la cara, ponerse la peor ropa que tengan por casa unos, y sacos de arpillera, sabanas y colchas viejas otros, y a la calle a divertirse, porque todo ello y el ambiente festivo y participativo que se crea es de esas tradiciones que nunca deben perderse y mucho menos olvidarse. Sus habitantes dicen que este año «hay más ganas que nunca». Y seguramente así será para celebrar una jornada festiva y participativa.

De Berdún a Bielsa

Algunos otros continúan, por ejemplo, en el Pirineo, donde los carnavales de Bielsa son una de nuestras herencias culturales más elaboradas y vividas. Donde la conjunción del entorno, los personajes y la  magia elaboran un ambiente único que envuelve la fiesta y la hace especial. Algo que se celebra desde tiempos inmemoriales, ya que se dice que ni siquiera en los tiempos en que los carnavales estuvieron prohibidos en España pudieron frenar la celebración de esta fiesta.

Así, con la llegada del carnaval, las calles de Bielsa empiezan a llenarse de seres extraños que dicen representan la vida, el renacimiento y la fertilidad. Que vuelven una vez más a la tierra con la pronta llegada de la primavera y el fin del invierno. Cuenta la tradición pirenaica que si, tras su letargo invernal, el oso sale de su cueva y ve la luna llena, volverá a su interior retrasando la llegada de la primavera cuarenta días. Y ante ello, las trangas y los onsos de Bielsa pintan su cara de negro para confundirle y asegurar así una temprana entrada en la estación de la fertilidad.

Y como he dicho, sus calles son recorridas por onsos, madamas, trangas y otros personajes, todos ellos protagonistas de uno de los carnavales más conocidos y pintorescos de todo Aragón.

Los onsos (osos) representan la fuerza de la naturaleza en su estado más salvaje, ya que tras pasar el invierno aletargado el oso sale de su cueva ante la inminente llegada de la primavera, abriéndose paso entre empujones y andando encadenado y guiado por los domadores, y cuya fiereza solo puede amainarse a base de buenos tragos de vino y algún que otro golpe de palo.

Las madamas, que representan la pureza y la belleza, son las chicas jóvenes del pueblo, las mozas, que visten unos cuidados trajes blancos hechos de seda, brocados y cintas de colores, así como zapatos blancos. Ellas esperan en las casas a que las trangas pasen en ronda a recogerlas. Esas trangas quizás sean los personajes más representativos del carnaval, ya que son una mezcla de fuertes seres mitad hombres mitad machos cabríos, que acechan a los niños y mozas del pueblo. Llevan el rostro pintado de negro con un tinte de hollín, aceite y harina. Visten cuernos y pieles, y llevan esquillas (cencerros) colgadas de la cintura y unos largos palos llamados trancas (de ahí su nombre). En la cultura representan la fertilidad que llega con fuerza tras el invierno, y son los jóvenes del pueblo los que les dan vida a los personajes.

Y durante los festejos no podía faltar Cornelio Zorrilla, presunto autor de todo lo malo que le ha sucedido al valle, que da inicio y pone fin al carnaval. El muñeco lo confeccionan los vecinos con ropas viejas rellenas de paja, y el mismo se cuelga en la fachada del ayuntamiento durante tres días, con algún tema escrito alusivo a la actualidad social o política, y desde ese lugar preside la fiesta, pero su destino está marcado, ya que tras el baile del domingo, se le juzga por todos los males que han acechado al valle a lo largo del año, y su perpetua condena es morir quemado en la hoguera, dando fin a la fiesta, siendo esperada desde entonces la próxima con ilusión y esperanza.

Por Fran Lucas Herrero. Aragonés, peregrino y autor del blog Esmicamino

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