
Nadia López Chapero es una joven jacetana de 17 años con una sonrisa que conquista, una sorprendente madurez a pesar de su juventud y una fuerza de voluntad inmensa, solo comparable a lo claras que tiene sus ideas. Nadia es, además, La chica que superó la anorexia. Así se titula el libro en el que relata, de una forma tan próxima como desgarradora en ocasiones, el infierno que vivió en los momentos más difíciles de su enfermedad. «Lo mejor que se le puede decir a una chica con anorexia es que merece la pena todo lo que está por venir», asegura, mientras se esfuerza cada día para conseguir hacer realidad su sueño: llegar a trabajar en Naciones Unidas.
Apenas cruzas unas palabras con Nadia cuando ya te das cuenta de que estás ante una persona muy especial
Apenas cruzas unas palabras con Nadia cuando ya te das cuenta de que estás ante una persona muy especial. La recordaba hace años, apenas una niña, patinando en la pista de hielo de Jaca -es una apasionada de los deportes de invierno-. Hacía tiempo que no sabía de ella… Hasta que cayó en mis manos su libro: La chica que superó la anorexia.
Quedamos a tomar un café y para conversar un rato. De su vida, de su libro,… de su historia. De lo que surja. Lo primero que me sorprende es que es muy fácil hablar con Nadia. Su sonrisa -esa sonrisa- te desarma. Y es entonces cuando percibes que detrás de la dulzura de su cara de niña -apenas ha cumplido 17 años- se esconde una gran mujer de principios, fuerte y con las ideas muy claras, que se esfuerza cada día para poder cumplir su sueño: «Llegar a trabajar en la ONU, o en la Unión Europea, y ayudar al máximo número de personas posible», explica la jacetana.
«Me di cuenta enseguida de que algo no iba bien… pero al principio no lo asocié con la anorexia»
Octubre de 2020. Fue la fecha que marcó su vida. La muerte de su abuela fue el detonante de una enfermedad de la que ella enseguida fue consciente. «Me empiezo a dar cuenta -recuerda- de que algo no está bien ya en enero de 2021, cuando pienso: ‘no he disfrutado de las navidades; no estoy bien ni conmigo misma ni con los demás’… Me empecé a aislar del resto. Al ser consciente de que no era como antes, sobre todo viendo fotos, supe que algo estaba fallando, pero tampoco sabía qué era».
Al principio, pensó que se trataba -continúa- «de la típica crisis de adolescente: no sé qué hago, no sé quién soy,…». En aquel momento nunca se le hubiera ocurrido asociar lo que le estaba pasando con los síntomas de la anorexia nerviosa.
«Fue muy duro asumir que tenía un problema»
«Hay gente que tarda años en darse cuenta de que algo no anda bien. Yo doy gracias de que desde el principio fui muy consciente de que tenía un problema y de que tenía que solucionarlo. Y aunque no quisiera hacerlo, sabía que tenía que enfrentarme a ello por mi yo del futuro.
Con 16 años no puede acabar todo, ¿sabes? Pero fue muy duro asumir que tenía un problema, porque al hecho de estar pasándolo tan mal se sumaba que cuando yo hablaba con mi madre y le contaba ‘mi secreto’ le estaba diciendo a la vez: ‘te voy a destrozar totalmente’. Claro, en aquel momento yo no tenía fuerzas para mucho más. Era pedir ayuda o morir sola», relata Nadia.
Una historia que merece la pena ser contada
Mientras la escucho no puedo evitar estremecerme. Ella cuenta la experiencia más terrible que se puede vivir con toda naturalidad. Me doy cuenta de que mide sus palabras para no hacerme sentir incómoda, y me conquista con su mirada sincera y que desborda cariño y empatía mientras continúa con su historia. Es una comunicadora nata, y poco a poco me va conduciendo de la mano por sus recuerdos.
Me dejo llevar y me doy cuenta de que su serenidad, a pesar de la dureza de lo que me está contando, me aporta cierta paz y me va descubriendo enfrente una mujer fuerte y valiente. Y también me hace darme cuenta de que su historia merece la pena, más que nunca, ser contada. Espero estar a la altura, pienso en ese momento.
«Sin mi madre y sin mi hermana, y se lo digo mucho a ellas, no hubiera podido salir. Han sido el pilar en el que me he apoyado en todo momento. Y a día de hoy me sigo apoyando en él, porque al final días malos tenemos todos», reconoce la joven, ajena -o eso me parece a mí- a mis reflexiones y a la huella que inconscientemente me va dejando conforme avanza la entrevista.
La chica que superó la anorexia
«Realmente este libro empezó como un diario. Cuando estuve en el hospital tenía un ordenador y un cuaderno en el que yo iba apuntando mis pensamientos. La enfermedad, al final, es algo a lo que coges odio y cariño a la vez. Y un día le dije a mi madre: ‘Mamá, para esos momentos en los que sienta cierta añoranza de la enfermedad, quiero tener un recuerdo de lo que estoy sufriendo ahora, de cómo está siendo de duro, para no volver a pasar por ello’. Quería que algo me recordara donde me llevó aquello para no volver a caer en ello», señala Nadia.
Y comenzó a escribir. «Pensé -continúa- que quizá yo podía ayudar a jóvenes que estaban en mi situación; pero más allá, a especialistas en nutrición, o a estudiantes… o incluso a enfermeras que tratan cada día a personas como yo». «Cuando terminé el diario, me di cuenta de que tenía forma de libro y decidí enviarlo a una editorial –Círculo Rojo-. Ha sido un proceso largo. Todo lo he autogestionado yo. Y además, lo he tenido que combinar con mi vida de estudiante y ha sido complicado», explica mientras sujeta con mimo entre sus manos un ejemplar de La chica que superó la anorexia.
Aún no tiene fecha de presentación oficial. «Lo primero era lanzarlo en redes sociales para que mis amigos y las personas más cercanas supieran que había sido de mí y por qué había desaparecido estos dos años», explica. A estas alturas, ya han sido muchos los que lo han leído, y el libro de Nadia López Chapero no ha dejado indiferente a nadie.

«Vale la pena recuperarse»
Antes de despedirnos, me atrevo a preguntar qué le diría la Nadia de hoy a la de hace dos años. Después de escuchar su historia, me cuesta referirme a una enfermedad que convierte en un infierno la vida de uno de cada cien adolescentes en nuestro país.
«Lo primero de todo, le diría -me responde sin dudar- que vale la pena recuperarse. Igual si en el peor momento alguien me dice ‘hay vida después’, ‘merece la pena lo que viene detrás…’ A lo mejor me habría ayudado un poco más. Es una simple frase que puede ayudar muchísimo: ‘Vale la pena recuperarse. Es posible recuperarse…’ Muchas veces estás tan metido dentro que piensas: ‘No voy a poder ser feliz otra vez; no voy a vivir mi vida con normalidad; voy a estar siempre condicionada a todo lo que me dice mi cabeza…’ Y no es verdad. Conforme te recuperas, todo eso se va pasando.
Le diría también que no tenga miedo a subir de peso. Igual esto es más difícil cuando se está pasando la enfermedad. Que no es ningún problema. Que no vas a ser juzgado por el número que ves en la báscula. Que eres una persona con unas aptitudes y unas virtudes a desarrollar y que eres mucho más que un simple número y que lo que comes.
Y le diría que aunque todo se vea oscuro y negro, al final, todo mejora».
La chica que superó la anorexia, la chica más especial
Ya he dicho antes que Nadia es una persona muy especial. Mi chica está cursando, actualmente, un doble Bachillerato, Internacional y LOMCE. Hizo la entrevista de acceso al día siguiente de salir del hospital y llegó sin conocer a nadie. Hoy, sus compañeros, que ya se han enterado de la historia de superación de la jacetana con la publicación del libro, se sienten muy orgullosos de ella. Y no es para menos.
Nadia sueña con estudiar Ciencias Políticas y Relaciones Institucionales, pero también con volver a cantar al piano, viajar a Nueva York, conducir un Mini o esquiar otra vez. Con poder hacer todo aquello que la maldita anorexia le quiso arrebatar una vez. La misma enfermedad que le enseñó a luchar, a aferrarse a la vida y a ser consciente de que ella era mucho más fuerte que aquella experiencia por la que nadie debería pasar.
La lluvia da una tregua y, mientras caminamos por el Paseo de la Constitución, soy consciente de la lección de vida que me está regalando Nadia. Antes de marcharse, me vuelve a sonreír. Nos damos dos besos y un abrazo y le hago prometerme -aunque se lo toma a broma- que cuando esté sentada en su despacho en las Naciones Unidas me concederá otra entrevista.
Nunca he hablado más en serio.
Por Rebeca Ruiz
El libro de Nadia López Chapero La chica que superó la anorexia se puede adquirir a través del correo electrónico lachicaquesuperolaanorexia@gmail.com o de Instagram

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