Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Con la ITC (Instrucción Técnica de Combate) para mandos del Curso de Operaciones Especiales se despedía del 2023 la EMMOE de Jaca. La fase de instrucción más dura que tiene que superar un guerrillero para lograr la prestigiosa boina verde reservada solo para los más resilientes. Solo para los que demuestren que están preparados para hacer lo que haya que hacer. Y todo un reto para médicos, enfermeros y el resto de personal sanitario de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales. Así es la ITC, impensable sin el apoyo de los sanitarios militares de la EMMOE. 

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro. (FOTO: Francisco Francés Torrontera)
Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro. (FOTO: Francisco Francés Torrontera)

Si el Ejército y la Sanidad son dos de las carreras más vocacionales que existen, ser sanitario militar es llevar la vocación de servicio y el espíritu de sacrificio a su máxima expresión. Siempre en segundo plano, pero siempre imprescindibles. De hecho, no hay que olvidar que gracias a la labor de estos profesionales a lo largo de los últimos 500 años la Sanidad Militar española ha protagonizado grandes hitos de la ciencia y la investigación universal con descubrimientos como la anestesia epidural, el primer equipo portátil de Rayos X, sistemas de transfusiones o, ya en épocas más actuales, novedosas técnicas de telemedicina. Y lo que es mucho más importante: ha logrado salvar millones de vidas.

EL ESCENARIO: LA INSTRUCCIÓN TÉCNICA DE COMBATE (ITC) de la EMMOE

Diciembre en Jaca. Hace frío, aunque mucho menos de lo habitual en estas fechas. 33 hombres se enfrentan en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales a una de las fases más duras del Curso de Operaciones Especiales: la ITC (Instrucción Técnica de Combate) para mandos. Un entrenamiento de élite a medida de los más resilientes. Solo lo superarán los más fuertes. Los mejor preparados física y psicológicamente.

Durante 12 días y 13 noches se les llevará al límite a todos los niveles. Cargarán con pesados troncos mientras superan obstáculos y muros que parecen imposibles. Lucharán contra la corriente gélida y salvaje en los tramos más complicados del río. Perderán su nombre y su rango y pasarán a ser un número. Se desnudarán poniendo en práctica técnicas de flotabilidad con sus pantalones en una piscina donde el agua no supera los cinco o seis grados. Realizarán marchas interminables que los llevarán al límite de sus fuerzas hasta quedarse dormidos de pie mientras caminan. Se someterán a maniobras de breaching, tiro con fuego real y camuflaje. Se les gritará y se les confundirá. Perderán la noción del tiempo. Y cuando piensen que todo ha terminado, volverán a empezar. Para un guerrillero, el descanso está sobrevalorado.

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

LOS SANITARIOS DE LA EMMOE, SIEMPRE EN LA RETAGUARDIA

La capitán enfermera Montse Maroto lleva más de 20 años prestando sus servicios en la EMMOE, que cuenta con una UVI móvil que cuando se desarrollan ejercicios como los que incluye la ITC se convierte prácticamente en la segunda casa de los sanitarios. “Al ser un soporte vital avanzado, la utilizamos principalmente para las actividades que pueden entrañar un mayor riesgo, en aquellas en las que en caso de producirse un herido puede ser un herido grave: en ejercicios de tiro, de movimiento, de explosivos,… En un curso como este, tenemos que estar preparados para actuar rápidamente si se producen lesiones traumatológicas -luxaciones, fracturas, roturas fibrilares,…”, explica la capitán enfermera.

“Si hay mala meteo, también estamos preparados para poder enfrentarnos al riesgo de posibles hipotermias, pero igualmente a la posibilidad de lesiones de trauma, porque los obstáculos están mojados y es más fácil caerse. O cuando hay nieve… se hace todo más duro. Cuando mis alumnos llegan a esta fase, yo estoy continuamente pendiente de la Aemet”, asegura. Y es que las más de dos décadas de experiencia de la capitán Maroto, considerada todo un referente por sus compañeros, son un valor añadido a la hora de afrontar ejercicios como la ITC.

“No se puede olvidar que nuestros alumnos de Operaciones Especiales salen de aquí preparados para hacer lo que haya que hacer. No solamente en esta fase, sino durante todo el curso, la escuela forja un carácter para preparar a hombres capaces de hacer lo que haya que hacer en un momento determinado”, recuerda Maroto, aludiendo a la famosa máxima sobre la que se apoyan los cimientos del más prestigioso centro de formación militar de élite del Ejército Español.

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Militares y sanitarios en la EMMOE de Jaca: vocación de servicio en estado puro

Coronel Mariano Alonso, director de la EMMOE: «El equipo de asistencia sanitaria de la EMMOE es fundamental»

Para el coronel Mariano Alonso, director de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, “el equipo de asistencia sanitaria de la EMMOE es fundamental. Primero, por seguridad física, porque tenemos la responsabilidad, como humanos, no solo como militares, de hacer todo lo posible para evitar que alguien sufra una lesión que pueda tener consecuencias. El riesgo está totalmente estudiado para reducirlo al máximo; o al menos reducir al máximo las posibilidades de un accidente grave. La asistencia sanitaria no evita las lesiones graves; las evita la propia estructura del curso. Pero si se producen, ahí está la asistencia sanitaria”.

En este sentido, el coronel director de la EMMOE pone en valor la experiencia y el matiz que marca la diferencia en el personal sanitario de la escuela. “La asistencia sanitaria en el Curso de Operaciones es específica. Saben perfectamente dónde pueden producirse más bajas, qué tipo de lesiones se pueden encontrar y en qué momento; y, sobre todo, tratan de evitar el dolor”, asegura. “Es un asistencia sanitaria ‘ad hoc’, que también bebe del espíritu y de los valores de la escuela -continúa el coronel Alonso-. Los mismos valores que tiene el alumno de Montaña y el de Operaciones Especiales, los tiene el médico o la enfermera de la EMMOE”.

El espíritu de sacrificio es la tarjeta de visita del guerrillero

LA VOCACIÓN DE SERVICIO LLEVADA A LA MÁXIMA EXPRESIÓN: sanitarios en la EMMOE

Este curso, el equipo de Sanidad de la EMMOE está formado por el teniente médico Alejandro Castillo, el teniente médico Carlos Cuartero, la capitán enfermera Montserrat Maroto, el teniente enfermero Kike del Real, el cabo primero técnico de transporte sanitario Guillermo Monroy y el cabo conductor Roberto Burón. En esta fase, el equipo se completa con el capitán psicólogo Óscar Mejía y el alférez enfermero reservista Sergio Sánchez. Ellos se han convertido en los ángeles de la guarda de los alumnos. Siempre discretamente, siempre en segundo plano. Pero siempre ahí. Y los guerrilleros lo saben. Por muy a prueba que los ponga la Instrucción Técnica de Combate.

Sin embargo, la labor de los sanitarios de la EMMOE no se limita a la ITC, sino que su trabajo se centra en la atención a los diferentes cursos para mandos y para tropa que se desarrollan a lo largo del año, como explica el teniente médico Castillo. A sus 28 años, siempre tuvo claro que no quería ejercer su profesión en un despacho. Llegó a la Academia General Militar después de terminar la carrera y desde 2022 es uno de los integrantes del equipo de Asistencia Sanitaria de la escuela.

Teniente médico Castillo: “Es muy difícil desconectar” en la EMMOE

La EMMOE es el primer destino para este malagueño enamorado de la nieve y de su trabajo. De hecho, es un trabajo tan desconocido como intenso, que exige una dedicación prácticamente total. “Es muy difícil desconectar. Aquí estamos con el teléfono operativo 24 horas al día, aunque nos turnamos cuando se puede para tener también un poco de descanso”, señala el médico.

No se puede obviar que los alumnos tienen una media de actividad de 16 o 17 horas al día, por lo que estos profesionales tienen que estar disponibles a cualquier hora. Literalmente, siempre que se les necesite. Por otra parte, son sanitarios todoterreno: su trabajo no termina con la atención al paciente. “No es solo apoyar estos cursos… al final, cada atención que se hace aquí genera muchas horas de trabajo posterior”, advierte el teniente Castillo.

Durante la ITC, la ambulancia de los sanitarios de la EMMOE forma parte del despliegue. En la escuela, en las faldas de Oroel, en el puente de San Miguel o en Batiellas. Donde toque. Los sanitarios están allí donde se desarrolla el curso. De día o de noche. Y nunca paran. Siempre hay algo que hacer: cuando no están prestando atención, hay que repasar que no falte nada, reponer material, limpiar y organizarlo todo para estar siempre preparados ante cualquier emergencia.

Aún les queda tiempo para perfeccionar procedimientos o aprender a utilizar los nuevos torniquetes abdominales y de unión de miembros, una de las últimas innovaciones médicas que acaba de incorporar el Ejército y que están diseñados para aquellas heridas inguinales en las que un torniquete tradicional no resulta efectivo.

Teniente enfermero Del Real: “Estamos pegados a los alumnos 24/7 (…) Se llega a echar de menos la escuela»

El teniente enfermero Kike del Real pertenece a la misma promoción que el teniente médico Castillo. Llegaron a la vez a la EMMOE, hace casi dos años. “Me sorprendió, tanto a nivel de pacientes como de ritmo de trabajo y a nivel de exigencia profesional. Aquí no eres el enfermero, o el médico, durante unas horas. Lo eres durante las 24 horas. Yo no me esperaba tener que ir a hacerle curas a un alumno un sábado por la noche… Y lo hemos hecho, porque no tenía otro medio de mejorar. Estamos pegados a los alumnos 24/7. Aunque ellos no nos vean, estamos pendientes de todos y nos conocemos sus nombres y apellidos, sus alergias, sus curas, sus lesiones… nos sabemos todo de memoria”.

Es la cara y la cruz de los sanitarios de la EMMOE. “Por una parte, es muy bonito; la escuela te da muchas cosas buenas, y yo estoy muy agradecido por ello. Pero obviamente al mismo tiempo tienes que renunciar a muchas otras”, señala este segoviano, a sus 24 años, consciente de que el nivel de compromiso con su vocación y su profesión pueda “pasar factura a largo plazo”.

Con todo, el trabajo en la EMMOE compensa. Y engancha, hasta el punto de que nada vuelve a ser lo mismo fuera de sus muros. “Yo he estado en Letonia y yo echaba de menos la escuela”, asegura el teniente Del Real. “Aquí está todo muy medido; todo el mundo rema para que el barco salga; entonces, es muy fácil trabajar aquí porque todos caminamos en la misma dirección”, apostilla su compañero.

la experiencia y los procedimientos

“Lo que más me llama la atención -apunta el teniente enfermero- es que por mucho que nosotros hayamos estudiado y hayamos visto, muchas veces los profesores, como han vivido todo esto durante mucho tiempo, saben hasta dónde hasta dónde pueden exigir a un alumno y cuándo el alumno puede colapsar. Por eso me gusta trabajar con Operaciones Especiales. Tienen tanta experiencia, que aparte de saber y transmitirte mucho, saben medir perfectamente lo que tienen y lo que no tienen que hacer”. En este sentido, y a pesar de la impresión que pueda dar desde el exterior, el teniente médico Castillo es tajante cuando asegura que en la escuela “no se corren riesgos innecesarios para nada. Les aprietan mucho, y los alumnos sufren física y psicológicamente bastante, pero no se hacen locuras”.

Los valores de la EMMOE

Como recuerda el coronel Alonso, en la EMMOE se ponen a disposición del alumno todos los recursos y métodos personales y materiales para conseguir que éste asimile y haga suyos los valores intrínsecos a la escuela. Y, sobre todo, para prepararlo para la supervivencia, en el sentido más estricto del término.

Se crea, de esta manera, un escenario lo más cercano posible a la realidad, pero manteniendo en todo momento los estándares de seguridad física del individuo. Y siempre bajo la premisa inalterable de racionalizar cada situación. Es necesario experimentar el sufrimiento para conocer la propia capacidad de resistencia. Se juega con la incertidumbre para que el alumno sea capaz de reaccionar ante un hipotético cambio de planes. Se fomenta la iniciativa y la toma de decisiones en el entorno más hostil imaginable.

En un escenario de conflicto, cuanto más se reduzca el factor sorpresa, mayor será la capacidad de supervivencia

Hay que aprender a vivir con el estrés en la mochila. Se va forjando el espíritu de sacrificio para que, en una situación de estrés y agotamiento físico, el individuo pueda seguir adelante. En un escenario de conflicto, cuanto más se reduzca el factor sorpresa, mayor será la capacidad de supervivencia. “En el peor escenario posible basamos todas las prácticas y los procedimientos para poder sacar a la luz los valores humanos. Formamos las destrezas del cuerpo, de la mente y del alma”, explica el coronel director.

Esos valores, que afloran gracias al curso de Operaciones Especiales, forman al guerrillero y hacen crecer a la persona: “El curso es una oportunidad única para seguir mejorando, porque lo haces con seguridad, con profesionales y con un reconocimiento. Y por eso el que sale de aquí lo hace con todas las garantías de que, una vez en el equipo operativo, no sólo no te va a dar problemas, sino que te va a dar soluciones”. Obviamente, en este contexto, el papel de los sanitarios de la EMMOE cobra una relevancia extraordinaria.

Parte del equipo, el último día, tras pasar por la piscina. (FOTO: Francisco Francés Torrontera)
Parte del equipo, el último día, tras pasar por la piscina. (FOTO: Francisco Francés Torrontera)

Misión cumplida

Llega el último día y todo el equipo de sanitarios, junto al resto del personal de apoyo, acompaña en la última carrera a los alumnos de la ITC para lanzarse, literalmente, a la piscina con ellos. Es como un ritual, en señal de respeto y para mostrar el orgullo que sienten por haber contribuido a que los guerrilleros hayan concluido el desafío con éxito.

Este año solo ha habido cuatro bajas entre los 33 que comenzaron la ITC. Es una cifra inusualmente reducida. Y al mismo tiempo es un indicador de la excelencia en los procedimientos de enseñanza de la EMMOE, la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, un centro referente en formación militar para las Fuerzas Armadas de reconocido prestigio internacional.

Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)

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