Juanito Porrón: «La Peña Oroel es mágica y me hace sentir vivo»

«La Peña Oroel me hace sentir vivo», asegura Raúl Concheso, conocido cariñosamente en Jaca como Juanito Porrón y el guardián del Oroel, cerca ya del ecuador de sus 3.333 subidas al emblemático monte jaqués. Con 1.426 subidas documentadas en el momento de hacer esta entrevista, posiblemente sea la persona que mejor conoce los senderos hasta la cruz y los secretos que esconde una montaña que para él, como para muchos, «es mágica». Tanto, que le enganchó desde el primer momento. Lleva tatuada la Peña en el antebrazo derecho -un diseño de Espi, su mujer-. Y prácticamente todos los días, nieve o haga sol, tiene una cita con Oroel. Esta es la historia de amor de Juanito Porrón con la Peña Oroel.

Juanito Porrón: "La Peña Oroel es mágica y me hace sentir vivo". (FOTO: Rebeca Ruiz)
Juanito Porrón: «La Peña Oroel es mágica y me hace sentir vivo». (FOTO: Rebeca Ruiz)

Lejos quedan los días en que Raúl Concheso, conocido cariñosamente en Jaca como Juanito Porrón, y apasionado de las míticas Harley Davison, triunfaba como publicista en una agencia de primera línea en Madrid. Para entonces ya había vivido en Barcelona y en Asturias, antes de dedicar cinco años de su vida a recorrer distintos lugares del mundo. Un día decidió junto a su mujer que era el momento de cambiar. Y eligieron a Jaca. Los dos se enamoraron al instante de la Peña Oroel. Ella la inmortalizó en los carteles de las ferias del libro de los últimos años. Y él se marcó el reto de llegar a la cruz 3.333 veces.

La Peña Oroel y una conexión especial con el 3

Fue su amigo Luis Muñoz, guarda del refugio de Góriz, el que animó a Raúl a trasladarse a Jaca. Sin embargo, el comienzo de sus aventuras en Oroel hay que buscarlo unos meses más atrás. Vivía aún en Madrid y practicaba habitualmente atletismo, pero en asfalto. Y buscaba carreras de montaña. Así que se estrenó a lo grande. Su primera vez fue en la Canfranc-Canfranc y después llego una Subida a Oroel.

Es en ese momento donde comienza a fraguarse una historia casi tan mágica como las historias que rodean al mítico monte jaqués, bajo la influencia siempre del número 3. Ya en Jaca, era inevitable que Juanito Porrón se enganchara en la Peña. «La primera vez que subí me perdí. Pero le cogí cariño no sé por qué… Inconscientemente por el 33, quizá. Porque la pintada de la curva 33 no la vi hasta que llevaba al menos dos años subiendo…», recuerda.

«El 3 siempre ha estado en mi vida. Relacionadas con el 3 me han pasado las mejores cosas y las peores. Cuando comencé a subir a Oroel pensé: voy a hacer 333 subidas. Me parecían pocas y le metí un 3 más. Para más coincidencia, Oroel tiene 33 curvas. Mi récord, desde el Parador a la cima, son 33 minutos…», apunta.

3.333 subidas a Oroel: el reto

El reto comenzó hace ocho años como un entreno para las carreras de montaña. No había completado las 333 subidas del planteamiento inicial cuando decidió incorporar otro 3. Le parecía poco. De hecho, ha llegado a subir 12 veces en un mismo día.

En el momento de cerrar esta entrevista, Juanito Porrón acumula 1.426 subidas. Todas documentadas. Tiene una foto de cada día, con la fecha. Apunta con quién subió, el tiempo que tardó y los detalles. Como si fuera un diario. Le quedan 1.907 para terminar. No se marca una fecha para culminar el reto: «Lo ideal -asegura- sería terminarlo el 3 de marzo de 2033. Pero creo que lo voy a terminar antes». Seguro que sí.

Las anécdotas buenas y malas de Juanito Porrón y Oroel

Las últimas dos semanas, Juanito Porrón está subiendo a la Peña Oroel dos veces al día. Así compensa los días que está fuera de Jaca. Cada una de las subidas es diferente. Va por lugares diferentes -seis o siete rutas-, aunque su preferida es la Mayencos. La mayoría de las veces hace el recorrido solo. Otras, con personas muy especiales para él. Entre ellas, su mujer, Espi, o su padre, José. Se emociona al recordarlo porque le acompañó antes de morir hace tres años, con 82. De todas las ascensiones, que ya son muchas, es, sin duda, la que recuerda con más cariño.

Pero no la única. «Mi amigo Luis Muñoz y su mujer, María Jarne, tuvieron una niña, Iris, y subimos con ella cuando tenía mes y medio, casi con nieve y todo. Creo que es la niña más pequeña de La Jacetania que ha subido a la cruz«, explica. Reconoce que es otra de las ocasiones más especiales que ha vivido en los últimos años.

Sin embargo, no todas las anécdotas son agradables. «El peor momento que recuerdo -asegura- fue un día que tenía la nieve hasta la cintura y había mucha niebla. No fui capaz de encontrar la cruz y volví sobre mis huellas. Cuando miré el track había estado a tan solo 50 metros de la cruz, pero no la toqué. Es la única subida que he contado en la que no he tocado la cruz».

«Para mí la Peña es mágica. Cada vez que subo es distinta. Me siento vivo», señala el guardián del Oroel

También fue complicada la subida con Filomena. «Salí de Jaca con la nieve casi por la rodilla y por San Salvador se habían caído los árboles y casi no podía pasar. Llegué a la cruz y pensé… ahora tengo que bajar. Tardé más de diez horas y media. Llegué empapado, hasta el punto de que pasé por el ambulatorio y estuve a punto de entrar. Fue la vez más potente que recuerdo», explica, advirtiendo, no obstante, que cuando sale siempre está geolocalizado. Y cuando sube a la peña, o cuando sale a la montaña, lo hace siempre con todas las medidas de seguridad.

«Para mí la Peña es mágica. Cada vez que subo es distinta. Me siento vivo», señala el guardián de Oroel. Le llaman así porque siempre está allí. «Hay personas de Jaca que sólo me las encuentro cuando subo y que nunca las he visto en la ciudad», asegura.

Mientras tanto el contador sigue… y la ilusión también. Juanito Porrón ya piensa en su próxima subida. Una menos para las 3.333.

Por Rebeca Ruiz. Fotos: Juanito Porrón

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