A pesar de no poder pisar las calles, Jaca se volcaba con el Primer Viernes de Mayo y los jaqueses vivían intensamente la celebración, por primera vez, y con un gran sentimiento, desde casa. El coronavirus impedía que el Primer Viernes de Mayo pudiera estrenarse como Fiesta de Interés Turístico Nacional, pero no lograba vencer al orgullo jaqués ni podía con los jacetanos.

Emoción y sentimiento

Con la emoción a flor de piel, sobre todo en el momento de entonar el himno, este Primer Viernes de Mayo se ha vivido en la ciudad entre la tristeza y la nostalgia y pensando ya en la edición del próximo año.

SENTIMIENTO JAQUÉS. El Conde Aznar se ha tenido que quedar en casa este año.

Sentimiento a flor de piel y la fiesta en casa

Han sido muchos, la inmensa mayoría, los que en la medida de sus posibilidades han librado la Batalla de La Victoria en mitad de otra batalla, la del coronavirus. En un año en el que las circunstancias mandan y en el que las casas de los jacetanos, en muchos lugares de España, han lucido los símbolos de la ciudad y el Himno de Jaca ha sonado más fuerte que nunca. Este año, y respondiendo al llamamiento de la Hermandad del Primer Viernes de Mayo, en muchos hogares se ha celebrado la fiesta «con el corazón en la calle».

El Primer Viernes de Mayo en Jaca, una fiesta que cada año gana más adeptos, conmemora la Batalla de la Victoria, que se celebró en el año 760 y en la que el Conde Aznar Galíndez consiguió expulsar a los moros invasores con ayuda del pueblo jaqués -cuenta la leyenda, que las mujeres jugaron un papel decisivo al acudir al campo de batalla para ayudar a los jacetanos.

Vídeo: Ana López Artillo.

la Batalla de la Victoria y el sentimiento de los jaqueses

En el desfile, que lamentablemente no ha podido celebrarse este año, participan unas 800 personas, ataviadas con trajes medievales, o según los distintos cortejos (del conde o histórico) y escuadras (de labradores y artesanos), aunque cada año la ciudad se llega a colapsar ante las miles de personas que salen a la calle, procedentes de distintos lugares, para seguir la celebración, única por sus características y su significado.

Este año, tampoco ha faltado nadie. Ni el Conde Aznar, ni los escuadristas, ni los miembros del cortejo,… Eso sí, casi todos, desde casa. Se ha almorzado, se ha cantado y se ha cumplido con la tradición con todas las medidas de seguridad. En una ciudad engalanada con banderas y estandartes que suspira por su día grande y que hoy ha tenido que conformarse con vivirla en la distancia. Para tristeza de los jaqueses, habrá que esperar, al menos, hasta 2021 para volver a vivir la fiesta en su máxmo esplendor. Y es que el sentimiento de los jaqueses por su fiesta es muy grande. Casi tanto como su orgullo. Jaca libre sabe vivir a la sombra del Oroel. Y hoy lo ha vuelto a demostrar.

Por Rebeca Ruiz