por Rebeca Ruiz
El director de cine Pedro Almodóvar elegía el pasado año Panticosa para rodar algunas escenas de su última película, El Silencio, que posteriormente se acabaría titulando Julieta, una cinta que se estrenó en abril de este año y que cuenta como protagonistas con Rossy de Palma, Darío Grandinetti, Adriana Ugarte y Emma Suárez. Cotefablo o Fanlo también aparecen en el film, que supone una vuelta del cineasta manchego al universo femenino y al drama. Julieta, de Pedro Almodóvar, era elegida esta mañana por los miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España como la candidata española al Oscar al mejor filme de habla no inglesa, una estatuilla que se entregará el 26 de febrero de 2017 en la edición 89ª de los premios de la Academia de Hollywood.
Pero ésta no es la primera vez que los paisajes del Pirineo aparecen en la gran pantalla.
El transgresor director acostumbra a interesarse por los mejores y más prestigiosos restaurantes de los lugares que sirven para sus localizaciones, y en este caso no fue de otra manera. Durante cuatro días, Almodóvar podía conocer de cerca el Pirineo, una zona que le apasiona, y que comparte protagonismo en la cinta con Sevilla, Galicia y Madrid.
No es la primera vez que nuestros pueblos cautivan a productores y directores y, de nuevo, nuestras comarcas y el entorno natural de los Pirineos sirven de escenario para rodajes que pasan a la historia, en la pequeña y en la gran pantalla. En nuestra memoria perdura todavía el entrañable calvo de la Lotería de Navidad, el anuncio por excelencia que, cada final de año, nos devuelve la nostalgia y la ilusión. Pues bien, el famoso calvo de la Lotería de Navidad del año 2000 llegaba en tren a Canfranc, a una estación internacional que ya parecía reivindicar, en el spot, la gloria, a veces olvidada, que tuvo en otros tiempos.
También Canfranc y los parajes de la Garcipollera, y de nuevo el ferrocarril, tienen su protagonismo en De tu ventana a la mía, un largometraje de Paula Ortiz y de Amapola Films de 2011. Maribel Verdú, Fran Perea, Pablo Rivero o Vicky Peña forman parte del reparto de esta película, en una historia de historias que cuenta con la colaboración, para la voz de la protagonista, de Carmen París. Y el Coll de Ladrones, en Canfranc Estación, también acogió en ese mismo año el rodaje de Insensibles, primer largometraje del cortometrajista franco-español Juan Carlos Medina, con guión de Luis Berdejo y del propio Medina. Alex Brendemühl, Tomas Lemarquis, Juan Diego y Dereck de Lint encabezan el reparto de la cinta, un thriller ambientado en la guerra civil española.
Canfranc siempre ha tenido una interesante relación con el cine, desde la misma construcción de la línea férrea. El cineasta jaqués Antonio Tramullas, fallecido un año antes de la inauguración de la estación, ya grabó en estos exteriores algunas imágenes que se conservan en la Filmoteca Española. Otros equipos de rodaje que pasaron por allí fueron los de En brazos de una mujer madura (Miguel Lombardero, 1997), Passage des Pyrinées (Jean Paul Roig, 2001) o Canfranc 1943 (Ondiviela y Obón, 2007).
En 2011, en Bujaruelo, muy cerca de Ordesa y Monte Perdido, el equipo de Tres Mil rodaba escenas para el largometraje de Miguel Ángel Pérez y Javier Asenjo, y, en 2014, Sallent de Gállego, Formigal y Escarrilla quedaron inmortalizadas en la película La próxima piel, de Isaki Lacuesta.
Ansó y Hecho también aparecen en Que se mueran los feos, la comedia protagonizada por Javier Cámara y Carmen Machi que arrasó en las pantallas hace unos años; pero no es la primera vez que estos pueblos aparecen en el cine: ya en 1946 Florián Rey rueda Orosia en Ansó, Hecho y la Selva de Oza. Y cómo olvidar los paisajes de Loarre que escogió, muy acertadamente, Ridley Scott para su superproducción El Reino de los Cielos (2005), con el guapo de moda, Orlando Bloom. Loarre también aparece en Valentina, de 1982, la adaptación televisiva de la novela de Ramón J. Sender, con Jorge Sanz de niño como protagonista, y los Mallos de Riglos en Tata mía (1986), de José Luis Borau.
Otro ejemplo muy sonado, o mejor dicho, ampliamente visionado: Primer y último amor, de Giménez Rico. Se rodó en 2001 en San Juan de la Peña.
Eva, de Kike Maíllo, (2011) también fue rodada en el balneario de Panticosa. Y cómo no mencionar a los extras. Son cientos de personas las que han participado en rodajes de más o menos popularidad, pero cuyos cameos han quedado inmortalizados para siempre.
Las montañas y los rincones del Pirineo Aragonés han sido protagonistas de miles de escenas para la gran pantalla, pero también de decenas de documentales, como La Bolsa de Bielsa, producido por Aragón TV, y ambientado en esta localidad, donde quedó cercada la 43 División Republicana bajo el empuje de las tropas franquistas en 1938.
Otros ejemplos no menos importantes, pero quizá más desconocidos, son el largometraje Lodo, de Karlos Alastruey, que incluye escenas rodadas en el pantano de Yesa, y ganador de la XX edición del Festival de Cine Fantástico de Manchester. Y hablando de Yesa, no se puede olvidar el pueblo viejo de Ruesta, que fue abandonado al anegar el agua sus tierras de cultivo. Ruesta fue uno de los escenarios de la también entrañable película La vaquilla, de Luis García Berlanga.
Volviendo a la actualidad, habrá que esperar para saber si Almodóvar consigue su tercer galardón con esta película grabada en el Alto Gállego. Hay que recordar que el cineasta ya ha ganado dos oscars: en la misma categoría a la que opta con Julieta, la de película de habla no inglesa, en 1999, con Todo sobre mi madre, y al mejor guion original, con Hable con ella (con esta cinta también fue candidato a la mejor dirección en 2002). Y en 1988, también fue nominado a película de habla no inglesa con Mujeres al borde de un ataque de nervios.
En cualquier caso, el premio para Panticosa ya ha llegado. Y lo que, a estas alturas, ha quedado claro es que el Pirineo sigue convenciendo a los directores de la gran pantalla.