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XXXVII Campaña Antártica del Ejército de Tierra: Jacetanos en La Antártida

En Isla Decepción, en medio de una gran nevada en pleno verano austral y desplegados en la XXXVII Campaña Antártica, el teniente coronel Prado Bárez, el subteniente Martín Cófreces y el capitán Álvarez Balsa señalan el letrero que les recuerda que están a más de 13.000 kilómetros de casa. Su labor es fundamental en la base Gabriel de Castilla para que los científicos españoles puedan desarrollar investigaciones y proyectos punteros a nivel mundial. Aislados de la civilización, entre pingüinos y nieves perpetuas y literalmente sobre un volcán, se cumple un mes de su desembarco en este inhóspito lugar mientras comienzan a ser conscientes de cuánto echan de menos a sus familias. Así viven y trabajan los militares jacetanos en La Antártida.

XXXVII Campaña Antártica del Ejército de Tierra: Jacetanos en La Antártida
XXXVII Campaña Antártica del Ejército de Tierra: Jacetanos en La Antártida.

Jacetanos en La Antártida

Se cumple un mes del desembarco en Isla Decepción -Islas Shetland del Sur, entre el estrecho de Bransfield y el mar de Hoces (Drake)- de los 13 militares españoles del Ejército de Tierra desplegados en la Campaña Antártica.

Entre ellos, tres destinados en Jaca: el teniente coronel Ángel Alberto Prado -jefe de la campaña- (Unidad de Servicios de la Base Discontinua -Usbad- Oroel); el subteniente Adriano Martín (Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales -EMMOE-) y el capitán Pablo Álvarez (Centro de Comunicaciones -Cecom- T3180). Hay que señalar que les acompaña el subteniente Jesús Andrés, destinado en Granada en el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) desde 2018, pero que estuvo durante más de 15 años en Jaca y sigue vinculado como miembro del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) a la ciudad.

Un largo camino y una exigente formación antes de llegar a La Antártida

Ángel Alberto Prado Bárez, Adriano Martín Cófreces y Pablo Álvarez Balsa son, literalmente, «jacetanos por La Antártida». Tras una intensa y exigente preparación, abandonaban España justo antes de Navidad para incorporarse a la campaña, que tiene como escenario el que está considerado el lugar más frío del planeta. Allí permanecerán aún unas semanas, dando apoyo y garantizando la seguridad de los científicos españoles.

Los dos primeros llegan a La Antártida tras varias misiones militares en Europa, Oriente Lejano y África. Ambos son miembros del Grupo Militar de Alta Montaña y han participado en numerosas expediciones por todo el planeta. También su compañero estuvo desplegado en Líbano. No es difícil encontrar personal de la Campaña Antártica vinculado a Jaca, ya que uno de los requisitos para participar en ella es tener el curso de Montaña u Operaciones Especiales que se imparte en la EMMOE.

«Lo que más se echa de menos es la familia»

«Principalmente, lo que más echo de menos es a la familia, a mi esposa y a mi hijo. Por el resto, se está muy bien. También hay momentos en los que se echan de menos nuestros hobbies», explica el teniente coronel Prado Bárez.

En el mismo sentido se pronuncia el capitán Álvarez Balsa: «La familia se echa de menos siempre. Tengo un hijo de dos años y le veo crecer a través de la pantalla. Ves cómo va aprendiendo a hacer cosas, a hablar… Se hace duro no poder compartir esos momentos juntos. Echo de menos a mi esposa, que se queda con toda la carga familiar. A ella le debo que pueda estar aquí viviendo esta aventura. Es uno de esos héroes silenciosos que tienen gran parte del mérito de que esta campaña sea posible. Otra cosa que se echa en falta es la intimidad, incluso para hablar por teléfono, hay muy poco espacio y mucha gente».

«La familia, sin lugar a dudas», responde tajante el subteniente Martín Cófreces cuando se le pregunta qué le falta en La Antártida. «Mujer e hija dando candela todo el día en casa», bromea.

«Privilegiados» en La Antártida

Sin embargo, los tres jacetanos se sienten privilegiados por poder participar en esta misión. «Personalmente, como especialista en Transmisiones y montañero, poder realizar mi labor en estas latitudes es una oportunidad única, tanto para aplicar los conocimientos como para aprender de esta experiencia», asegura el capitán Álvarez Balsa. Confiesa que lo que más le sorprendió es que «la cartera está guardada; no hace falta dinero ni identificación para nada». Por supuesto, sin olvidar «los paisajes, los icebergs, los animales… la naturaleza salvaje. Parece otro planeta»

Álvarez Balsa es el oficial responsable del Área de Transmisiones y Comunicación. También es el encargado de gestionar y administrar la campaña Apadrina un pingüino.

La seguridad, principal responsabilidad en La Antártida

El teniente coronel Prado Bárez repite. «En mi caso -destaca- como ya había estado el año pasado, ya sabía lo que me esperaba. No obstante, es el aislamiento del lugar lo más sorprendente. Lo que cuesta llegar aquí, y por lo tanto, lo que conllevaría una evacuación en caso de necesidad»

No hay que olvidar el hecho de que su responsabilidad es máxima como jefe de la base y de la campaña.

De él depende, entre otros aspectos, la gestión de los medios y recursos puestos a disposición de la campaña, incluyendo la gestión económica, el mantenimiento del material y el abastecimiento. O las relaciones con las autoridades españolas y con organismos civiles y militares de otros países involucrados a distintos niveles en La Antártida. Y sobre todo, la seguridad, en el sentido más amplio de la expresión, del personal civil y militar que compone la campaña.

Nuevos procedimientos

Para el subteniente Martín Cófreces, responsable del área de Movimiento y Navegación, lo más llamativo fue «el proceso de apertura de una instalación literalmente pero cuidadosamente ‘abandonada’, pero en condiciones óptimas para su puesta en funcionamiento». Cuando termina una campaña, las instalaciones de la Gabriel de Castilla se cierran hasta la siguiente. La reapertura obliga a seguir unos protocolos muy exigentes para garantizar la seguridad del personal tanto civil como militar que habitará la base.

El subteniente reconoce que lo que más le impactó fue la pontona. Se trata de una «herramienta muy útil y funcional, compuesta de dados de plástico unidos que forman una especie de ‘pantlan’ que unido a una embarcación puede transportar hasta diez toneladas desde los barcos a la playa y viceversa«. Sin embargo, no es un elemento fácil de utilizar y siempre ha supuesto un quebradero de cabeza para los responsables del área de Movimiento y Navegación. Por eso, en esta ocasión, se han probado nuevos procedimientos de utilización que están dando muy buenos resultados y que se transmitirán al equipo que releve al personal para la próxima campaña.

La base Gabriel de Castilla en Isla Decepción

La base Gabriel de Castilla, donde están los españoles, puede acoger hasta 40 personas, aunque lo habitual es que estén menos. «Vida cómoda para estar donde se está», aseguran los militares. Eso sí, «bastante espartana y exigente, sobre todo a nivel de respeto y educación», lo que garantiza la convivencia en un entorno muy reducido y con falta evidente de espacio personal. La fórmula funciona y el balance de estas primeras semanas no puede ser más positivo. Todos colaboran y se respetan, favoreciendo un ambiente que facilita mucho el trabajo.

Es un «lugar con unas condiciones de vida más que aceptables, en el que se puede llegar a perder el contacto con la realidad del aislamiento en el que se está en caso de necesidad o urgencia médica, por ejemplo», explica el subteniente Martín Cófreces. Y es que una evacuación a zona civilizada podría llevar varios días dependiendo de la meteo y estado del mar. Un rescate en la propia isla, siempre que se pueda acceder con embarcación, puede conllevar desde una hora si es playa a una jornada de muchas horas si hay que ir a pie. Y todo gestionado por el propio personal y con medios humanos. Como máximo, moviendo entre varios miembros una camilla, como apunta este experimentado militar.

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Las condiciones a las que se enfrentan los jacetanos en La Antártida

La misión se desarrolla en el verano austral, con temperaturas frías, pero no extremas -entre 5º y -5º de media- y donde lo más destacable es el fuerte viento. Con todo, es necesario estar muy bien preparado para enfrentarse a la Campaña Antártica. En este lugar, hostil donde los haya, el periodo de adaptación al medio es inevitable. Hasta hace apenas unos días, en Isla Decepción no había noche, lo que puede afectar a los ritmos ritmos circadianos y alterar el sueño.

La base española está rodeada de cumbres donde las nieves son perpetuas a partir de los 250 metros. Y hay numerosos ibones que el subteniente Martín Cófreces no puede evitar comparar «a los que nos podemos encontrar en nuestros valles pirenaicos de La Jacetania», por su color y sus formas.

Un escenario ideal para el personal formado en montaña

Pico Pond se caracteriza por sus espectaculares glaciares. «Uno de ellos, el Glaciar Negro, desemboca directamente en el mar, formando una ensenada impresionante, donde de forma totalmente caótica van cayendo los grandes bloques de hielo. Se llama así debido a que está totalmente sepultado en ceniza volcánica de la última erupción, en 1970. Al lado, se encuentra el Glaciar Rojo, cubierto de ceniza roja. Y un poco más allá, el Glaciar Verde, de una tonalidad visible solo los raros días que le inciden los rayos del sol poniente», describe Martín Cófreces.

El subteniente asegura que, «en general, se nota mucho la diferencia del personal curtido en montaña, tanto civil como militar, a la hora de bregar por el campo. Las cargas a portear parecen menos cargas, el frío parece menos frío, los fuertes desniveles se hacen más llevaderos…»

Mientras bromean con la nieve que sobra en el verano austral de La Antártida y la que falta, este año, en el Pirineo Aragonés, el teniente coronel Ángel Alberto Prado Bárez, el subteniente Adriano Martín Cófreces y el capitán Pablo Álvarez Balsa hacen historia en la Campaña Antártica. Y con ellos, el nombre de Jaca. Son jacetanos por La Antártida. Y eso lo pueden decir muy pocos.

Por Rebeca Ruiz. Imágenes cedidas por los militares de Jaca desplegados en Isla Decepción en la XXXVII Campaña Antártica del Ejército de Tierra

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Quién es quién en la XXXVII Campaña Antártica

El teniente coronel Ángel Alberto Prado es el jefe de la Base Antártica Española (BAE) Gabriel de Castilla, gestionada por el Ejército de Tierra. El comandante David Liarte se ocupa de la Logística y la teniente Elena Montes de Oca es la responsable de Sanidad. La teniente coronel Cristina Álvarez está al frente del área de Medio Ambiente. En el caso del subteniente Adriano Martín, éste se responsabiliza de Movimiento y navegación. Las Comunicaciones están al cargo del capitán Pablo Álvarez y del subteniente Jesús Andrés. El subteniente Francisco José Allueva y el Sargento 1º Jesús Gutiérrez son especialistas en Motores. El brigada Francisco Molina y el brigada José Diego García son responsables de Instalaciones. Y el área de Alimentación depende del cabo 1º Javier Gálvez y de la cabo Lorena Fidalgo. Más información sobre la XXXVII Campaña Antártica en ESTE ENLACE

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