Tiempo de berrea en la Ciudadela de Jaca

Durante estos días, los fosos de la Ciudadela de Jaca se convierten en escenario de la berrea, un espectáculo natural único que no se puede observar en ninguna otra parte y que es muy difícil presenciar en el medio natural. Todavía estás a tiempo de disfrutarlo.

Tiempo de berrea en la Ciudadela de Jaca.
Tiempo de berrea en la Ciudadela de Jaca.

Tiempo de berrea en la Ciudadela de Jaca

Con el otoño y los días más cortos llega la berrea a la Ciudadela de Jaca. Se trata de un auténtico espectáculo de la naturaleza que no se puede contemplar en ningún otro lugar; y que es muy difícil presenciar en el medio natural, aunque sí escucharlo.

«La berrea, científicamente, es el celo de las hembras y el canto gutural que hacen los machos, del que procede el nombre genérico con el que se conoce esa acción. Las hembras entran en celo, dejan feromonas, el macho se excita y llama a otros machos para pelearse. Y las hembras se acercan para irse con el más fuerte. Al fin y al cabo, esto es una selección genética. La naturaleza va a buscar que el ejemplar más fuerte sea el padre de la siguiente generación, asegurando que las generaciones siguientes serán fuertes y resistentes para aguantar las inclemencias del tiempo, la falta de agua o de comida… No pueden permitirse que un padre sea débil sea padre para pasar a una genética con la que terminaría desapareciendo la especie», asegura Roberto Bazo, presidente de Asceal y responsable de los ciervos de la Ciudadela de Jaca.

Más allá de ello, y como recuerda Bazo, es «todo un espectáculo para el hombre, porque es la naturaleza en pleno apogeo y en su esencia más primitiva«. Especialmente, si tenemos en cuenta que el ciervo, ya desde la época del Neolítico, ha acompañado a la evolución humana. «Han sido un emblema generación tras generación para todas las culturas como un animal místico, como un ser que se regenera», destaca.

Dentro de un proyecto de recuperación del ciervo ibérico

No se puede olvidar que los animales de la Ciudadela forman parte de un proyecto de recuperación del ciervo ibérico, con el objetivo de, en un momento dado y con los ejemplares que se pueda, repoblar los bosques y devolverlos a la naturaleza en ciertas zonas del Pirineo. Por eso, la interacción con ellos es «la mínima posible» (en el foso, están en su estado natural) y como consecuencia, su comportamiento es exactamente el mismo que tendrían en medio de un claro del bosque. «Es un auténtico lujazo que podamos ser testigos en Jaca de estos comportamientos a unos pocos metros. Unos comportamientos que, en plena naturaleza, sería imposible de ver», asegura Roberto Bazo.

Los ciervos de la Ciudadela de Jaca en época de berrea

En los fosos, estos días, se puede observar cómo el macho alfa expulsa a otros machos que pelean por las hembras; cómo las olisquea y cómo diferencia la que está preparada para ser copulada y quedarse preñada. Y cómo pastorea a las hembras, o cómo diferencia entre los machos que pueden ser un rival o no. «Incluso, el mismo ruido, que es estremecedor. No es sólo lo que escuchas, sino lo que te evoca. Cómo te lleva a otros espacios naturales», añade su responsable.

En la Ciudadela de Jaca se evita tener a muchos ejemplares que coincidan en su ciclo vital

En la Ciudadela de Jaca se evita tener a muchos ejemplares que coincidan en su ciclo vital. «Es una lucha a muerte, una lucha para conseguir el mejor puesto. Y van a pelear hasta que uno de ellos venza. Si hay dos que no ceden, la lucha continuará hasta que sólo quede uno. En la naturaleza hay muchas muertes por estas peleas. Aquí evitamos que haya esos espectáculos más desagradables y podemos ‘jugar’ un poco con la ventaja de no tener muchos machos en edad adulta para evitar las grandes peleas. Pero se ven igualmente, y quien marca la jerarquía. Y cómo de un año a otro, el que se quedó atrás pasa a superar al que ya está senil. Es maravilloso», asegura Bazo.

Hay que tener en cuenta que la berrea llega cuando coinciden dos factores: el momento viene marcado por los días en los que comienza a bajar la intensidad lumínica -normalmente, a finales de septiembre o primeros de octubre-; pero también tiene que llover.

«Es imprescindible que haya lluvias o alta condensación de humedad por la noche; si no, no hay berrea», explica Bazo, aunque este hecho no tiene una explicación científica. Posiblemente, esté relacionado con el crecimiento de los pastos. Las dos circunstancias se han dado este año, por lo que la berrea está a punto de terminar. El ciclo se ha completado. Ahora, sólo queda esperar a primavera para ver nacer a los nuevos cervatillos.

Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)

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