En la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) de Jaca prestan sus servicios en la actualidad nueve reservistas voluntarios. Siempre dispuestos, como reza su lema, se podría definir a los estos profesionales como civiles con alma de militar que cada año, durante unas semanas, cambian sus respectivos trabajos por el uniforme y se ponen al servicio de las Fuerzas Armadas para aportar su experiencia y sus conocimientos allá donde se les requiera.

Unos 3.200 reservistas voluntarios en España
En España existen, en la actualidad, unos 3.200 reservistas voluntarios -aunque no todos están activados-. Se trata de profesionales civiles que, de forma temporal, ponen al servicio de las Fuerzas Armadas su experiencia, sus habilidades y sus conocimientos en aquellos ámbitos en los que se los requiere. En 2023, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la creación de esta figura, Huesca contaba con 24 reservistas voluntarios. De ellos, cuatro de Jaca.
El Ministerio de Defensa creó en 2003 la figura del reservista voluntario con la primera convocatoria de acceso a esta condición, aunque habría que esperar dos años más para que los primeros seleccionados fueran activados. Dos décadas después, son miles de personas las que se presentan cada año para acceder a la condición de reservista. En la última convocatoria se publicaron 300 plazas. Los seleccionados adquieren un compromiso que conlleva un determinado periodo de activación en unidades, centros u organismos del Ministerio de Defensa, que dependerá siempre de las necesidades de las Fuerzas Armadas.
Profesionales de la sanidad y reservistas voluntarios
El alférez (RV) Luis Miguel Maestro y la alférez (RV) Patricia González llegaron hace unos días a la Escuela de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca para ponerse al servicio del equipo sanitario de la EMMOE.
González es enfermera y filóloga. Nieta de guardia civil e hija de policía nacional, a esta madrileña nunca se le había pasado por la cabeza ser reservista voluntaria, si bien tenía experiencia previa en proyectos humanitarios. Después de la pandemia, descubrió, a través de unos amigos, que podía poner su experiencia al servicio de las Fuerzas Armadas. «Hice la formación en 2022 y tuve la suerte de poder entrar. Y se lo recomiendo a todo el mundo», asegura. Es la quinta vez que la activan en la EMMOE. Le llamó la atención la montaña y por eso eligió la unidad como destino. Así que vuelve cada vez que tiene oportunidad. «Aquí se trabaja mucho; es muy diferente a la vida civil. Pero yo estoy encantada. Me tratan muy bien y he aprendido muchas cosas», asegura.
Maestro se convirtió en reservista en la misma promoción que su compañera. Es médico de Urgencias en el Hospital de León. Hace años formó parte de un grupo de trabajo sobre la Sanidad Táctica en la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, que tenía el objetivo de implementar en el ámbito civil los protocolos de atención a las víctimas que se utilizan en la medicina militar en Estados Unido. «Tuve contacto con la sanidad táctica y me pareció muy interesante», asegura. Fue ahí cuando decidió presentarse. Es su segunda activación -la primera vez fue en la Armada-. Este año, tiene previstas otras dos activaciones en los próximos meses, precisamente, en el Regimiento de Infantería Galicia 64 de Cazadores de Montaña, también en Jaca.
La incorporación de reservistas voluntarios, parte de un engranaje perfecto en la EMMOE
En la EMMOE, todo está planificado para que la incorporación de reservistas no afecte al funcionamiento normal del centro, más allá de ser un recurso más al servicio de la Escuela. El teniente médico Alejandro Castillo y la capitán enfermera Montse Maroto organizan las activaciones de reservistas a principio de año. «Contamos con la ventaja de que la Escuela tiene un calendario muy cerrado, de manera que podemos saber con antelación las necesidades de cada fase del curso», explica Castillo. Con Maestro y González coincidirán unos días la alférez (RV) enfermera Sara Isabel Montero y el alférez (RV) médico Diego Bélanger, que les relevarán en sus funciones cuando terminen su periodo de activación.
Los reservistas se integran, como uno más, en el equipo de sanitarios de la EMMOE. «Vienen a trabajar y a darlo todo» como apoyos y asistencia, señala el teniente médico Castillo, que coincide con la capitán Maroto en que «aprendemos todos de todos». Por eso la experiencia, tanto para civiles como para militares, es muy satisfactoria.


Un reservista voluntario es una persona que desea aportar, de forma voluntaria y temporalmente, sus capacidades, habilidades y conocimientos, en las diferentes misiones que llevan a cabo las Fuerzas Armadas, en el cumplimiento de la función que la Constitución les asigna y como respuesta a los compromisos asumidos por el Gobierno. El reservista voluntario puede elegir el Ejército de Tierra, el Ejército del Aire, la Armada o el cuerpo común con el que desea colaborar y el periodo de tiempo al que quiere extender dicha colaboración, en función de su disponibilidad o el grado de compromiso que quiera asumir. Más información en ESTE ENLACE

Siempre dispuestos
No son los únicos reservistas que prestan sus servicios en estos momentos en la EMMOE. Cada año, por estas fechas, llegan otros profesionales a la Escuela para colaborar en la organización de los Campeonatos Nacionales Militares de Esquí. Pero no exclusivamente, y como vienen ya con una tarea programada que se ajusta al calendario del centro, apoyan al personal militar en aquellas parcelas donde pueden aportar su experiencia. Lo que todos tienen claro es que «a la Escuela se viene a servir».
«Yo entré en la reserva voluntaria en 2008, y aquí venimos a ayudar en la preparación de los Campeonatos; aunque también hacemos otras labores administrativas», explica el teniente (RV) Francisco Manuel Campoy. Este sevillano, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte (CAFD) y profesor de Educación Física, ya ha pasado por el Regimiento Galicia, por el Regimiento de Transmisiones nº1 de Huesca y por la Subdelegación de Defensa en Huesca. «Estamos a lo que nos manden», señala, aludiendo al lema de los reservistas: Siempre dispuestos.

Con él se encuentra la técnico de emergencias Marta de la Fuente, sargento primero (RV), que es reservista voluntaria desde 2008. Sus primeras activaciones fueron en Madrid y desde 2017 presta sus servicios en la EMMOE -también ha desarrollado su labor en el botiquín de la Escuela-. Siempre le gustó la montaña, así que asegura que en Jaca se siente «como en casa».
Valores, principios y disciplina
El alférez (RV) Rafael Gargallo, por su parte, es la primera vez que se activa en la EMMOE, pero ya había trabajado antes en la Academia General Militar. Vinculado familiarmente a Aragüés del Puerto -por eso eligió la Escuela- se hizo reservista hace 14 años. Gargallo es historiador, y confiesa que siempre le atrajo el mundo militar. Al igual que Campoy, reconoce que «lo que más engancha es el compañerismo y el buen ambiente que hay. Es lo que hace que te encuentres a gusto y que tengas ganas de volver. No solo por la buena relación que hay entre nosotros, sino también por el buen trato que recibimos por parte de los militares profesionales», asegura.
Y es que, en una sociedad donde el debate sobre la crisis de valores está a la orden del día, «como reservistas voluntarios –apuntan– nos encontramos en un lugar donde vemos que esos principios y esa disciplina que nos enseñaron, y que parece que se ha ido perdiendo con el tránsito del tiempo, se mantienen. Y si además podemos colaborar en el funcionamiento de las Fuerzas Armadas aportando todo lo que desde la calle podemos aportar… pues misión cumplida».

Reservistas veteranos al servicio de la EMMOE
La impresión es compartida con el sargento primero (RV) alicantino José Antonio Torres (consultor de seguridad, formador de seguridad e instructor de tiro en la vida civil) y el sargento primero (RV) vallisoletano Miguel García (instructor de esquí, historiador de formación y viticultor de profesión).
Ambos pertenecen a la primeras promociones de reservistas voluntarios, y prestan su servicio a las Fuerzas Armadas desde 2004 y 2005, respectivamente, así que son los más veteranos. Como en el caso de muchos de sus compañeros, por distintas circunstancias se inclinaron por desarrollar su profesión en el ámbito civil, por lo que la creación de la figura del reservista voluntario les supuso una oportunidad para sacarse la espinita.
«Amor a España», «voluntad de servir a España», «compromiso», «voluntad de servicio», «los valores del Ejército», «el ambiente», «el compañerismo», «la convivencia», «la camaradería»... son las razones que se repiten detrás de cada una de las historias personales de los reservistas voluntarios. Basta con preguntar a Torres y García por su mejor momento como reservistas. Entre todas las anécdotas que han vivido en 20 años, que han sido muchas, coinciden en destacar un hecho que les dejó huella.
El momento que marcó a un reservista
«En una de aquellas primeras activaciones de la Escuela, en la clausura de los cursos, a propuesta de nuestros mandos y con la aprobación del coronel director, los tres sargentos reservistas -ellos dos y otro compañero- fuimos escoltas de la bandera en el acto sin ser profesionales. Nos costó dos semanas de ensayos -sonríen mientras lo recuerdan-, pero fue un momento tremendamente emocionante y muy bonito, todo un orgullo para nosotros. Y una gran experiencia que nos marcó a los tres. Sin duda, el mejor momento de las activaciones que hemos tenido», explican.
De hecho, los reservistas voluntarios de la EMMOE crean vínculos entre ellos y con el centro -la mayoría repiten destino- que van mucho más allá de lo profesional. «No solamente estamos juntos en la Escuela. Estamos juntos en la residencia, saliendo por la ciudad, de excursión los fines de semana…», añade García. Después de tantos años, también han surgido fuertes lazos de amistad con el personal militar, entre el que los reservistas no dudan en afirmar que se sienten como parte de «una gran familia». Les une la vocación de servicio, los valores y su voluntad de servir a España. Siempre dispuestos, son civiles con alma de militar. Son reservistas voluntarios.
Por Rebeca Ruiz
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