Este año, las nevadas se han anticipado al invierno. Este pretexto nos hace pensar en cuando de la nieve se hacía oficio… Así que vamos a hablaros del antiguo comercio de la nieve y de los pozos que se conservan en nuestra comarca a consecuencia de éste.
A diferencia de lo que muchos podríamos creer, el uso de la nieve y el hielo para la conservación de alimentos, usos terapéuticos e, incluso, para bebidas frías, se remonta muy atrás en el tiempo. Mucho antes de la electricidad y de los frigoríficos actuales.
Referencias al comercio de la nieve desde el año 2000 a.C.
Aunque existen referencias comercio de la nieve desde el 2000 a.C., éste no se popularizó hasta el siglo XVI, principalmente por dos razones: la reciente invención de la imprenta, que permitió la difusión de textos médicos en los que se mencionaban sus propiedades terapéuticas. Y por darse en esas fechas (Pequeña Edad de Hielo) unas condiciones climáticas -frío y precipitaciones- óptimas para el negocio. Su declive empezó a mediados del siglo XIX con la introducción de las primeras máquinas que fabricaban hielo.
El comercio de la nieve en Huesca
Se sabe que en nuestra provincia fue un comercio muy activo. Según un documento antiguo del s. XVIII, la ciudad de Huesca llegó a consumir hasta 100 toneladas de nieve en cinco meses.
A grandes rasgos, el negocio residía en almacenar nieve en las zonas montañosas durante el invierno para, en verano, suministrarla a la población. Este comercio ocupaba bastante población durante varios meses al año, pues en otoño había que preparar los pozos; en invierno, apilar y compactar la nieve para su buena conservación; y, finalmente, en verano, tocaba desempozar y transportar la mercancía para su distribución.
En el Alto Gállego hay catalogados seis pozos de nieve:
- Pozo de Escusaguá en Aquilué (Caldearenas)
- Pozo de Fanlo en Ipiés (Sabiñánigo)
- Pozo de Sanromán en San Román de Basa (Sabiñánigo)
- Pozo del Balneario de Panticosa
- Planeta del Pozo en Yebra de Basa
- Presín, Virgen de los Ríos en Aquilué (Caldearenas)
Esperamos que os intereséis por este oficio perdido y sirva para que muchos más pozos se rehabiliten, limpien y pongan en valor. Para conocer más sobre el tema, os recomendamos el libro Pozos de nieve y hielo en el Alto Aragón, de Pedro A. Ayuso Vivar.
Por Anna Artiza. Técnica responsable de la Oficina de Turismo de Sabiñánigo
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