La lluvia empañó la celebración de la tradicional romería de la Virgen de la Cueva en Jaca, pero no la devoción de sus fieles, que esta vez tuvieron que celebrarla a cubierto. El Grupo Folklórico Alto Aragón se vio obligado a suspender su tradicional festival y este año no se pudo subir al Parador de Oroel, pero no faltaron los honores a la Virgen y la misa y la bendición de términos se trasladaron a Escolapios. Fotos de Macu García-Casamayor.
La romería de la Virgen de la Cueva se ha celebrado un año más, pero de forma diferente
La romería de la Virgen de la Cueva se ha celebrado un año más, pero de forma diferente. El mal tiempo aconsejaba no subir al Parador de Oroel, donde se viene desarrollando en los últimos años, y los actos han tenido lugar en Escolapios. «Allí está la sede de la hermandad, y en su capilla también se guarda la talla original», recuerda Macu García-Casamayor, secretaria de la Hermandad de la Virgen de la Cueva.
La misa ha contado, en esta ocasión, con numerosa participación. También se ha bendecido el estandarte. Y del mismo modo, ha tenido lugar, pero ya al aire libre, la bendición de términos. «Nos hubiera gustado celebrarlo como todos los años al amparo de la Peña Oroel, pero los Escolapios nos han acogido muy bien. Han sido unas ceremonias muy entrañables y nos hemos sentido muy a gusto. Ha sido una jornada distinta, pero muy bonita», añade García-Casamayor.
Tampoco han faltado las tortillas -aunque no se ha podido celebrar el concurso-, que se han compartido al finalizar los actos religiosos.
Así ha sido la romería a la Virgen de la Cueva en Jaca
Sobre la romería de la Virgen de la Cueva
Muchas han sido las familias jacetanas que, durante siglos, han honrado a la Virgen de la Cueva. Especialmente, las procedentes de las ventas y pardinas del Sudoroel, de Navasa, Artaso y Bernués. Y de Ara, Abena, Binué, Barós, Jaca y Ulle, a principios del siglo XX, cuando la romería vivió uno de sus mejores momentos.
LA IMAGEN. La imagen de la Virgen de la Cueva conserva trazas románicas, objeto de numerosas restauraciones que hacen muy difícil datar su verdadero origen. De la época románica, quizá del siglo XII, quedan el asiento, parte del cuerpo, los pies y restos de policromía. En el siglo XVI se la prepara para la época, para vestirla con mantos. Y durante la Guerra Civil, fue mutilada y destrozada. Posteriormente se restauró en Pamplona, donde se le intentó devolver la apariencia románica que hoy mantiene. Está custodiada por los Escolapios de Jaca.
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