In memoriam: Javier Blasco, un hombre con un corazón grande

Javier Blasco Sampietro ha fallecido a los 63 años, por complicaciones repentinas en la enfermedad que padecía. El conocido jacetano, licenciado en Derecho y gestor y asesor empresarial de profesión, fue concejal del Ayuntamiento de Jaca durante ocho años y fue elegido presidente comarcal de CHA en 2020. Artículo ‘in memoriam‘ de Carlos del Pueyo, acompañado por fotografías con sus compañeros del colegio, en homenaje a Blasco.

In memoriam: Javier Blasco, un hombre con un corazón grande. Javier Blasco, en una imagen de archivo. (Foto: Rebeca Ruiz)
In memoriam: Javier Blasco, un hombre con un corazón grande. Javier Blasco, en una imagen de archivo. (Foto: Rebeca Ruiz)

Javier Blasco: un hombre con un corazón grande

Javier Blasco era un hombre con un gran corazón. Sólo quienes estuvimos cerca de él, en algún momento de la vida, podemos conocer la auténtica dimensión de su generosa personalidad. La última vez que hablé con él me comentó, precisamente, que estaba pendiente de iniciar el tratamiento pero ni de lejos se me pasó por la cabeza, y a él tampoco, que esa iba a ser nuestra despedida. Todo lo contrario; “te iré informando”, me dijo, y yo pensé que, dentro de lo grave, aún podría aguantar bastante tiempo, como ha ocurrido en casos similares. Esta mañana nos han dado el mazazo, sin avisar.

He tenido que confirmarlo por dos sitios diferentes para poder creérmelo. Estos últimos días, precisamente, al no tener noticias nuevas, me recordaba a mí mismo: “En cuanto suba a Jaca, a ver si puedo ver a Blas”. Para los amigos del colegio era Blas.

«Javier era un hombre muy valioso, una persona que aportaba y, además, que quería hacerlo»

Escribir sobre la muerte de alguien sobre quien nunca se te había pasado por la imaginación tener que hacerlo no es fácil. No es la primera vez, pero por eso no deja de ser muy difícil.

Al recibir la noticia, no entiendes nada, piensas que cómo es posible que ocurra esto, ¿por qué?… Reniegas del mundo, lloras y, poco a poco, te vas resignando.

La muerte es también parte de la vida y hay que superarla. Me han venido a la memoria tantos recuerdos con Javier, todos ellos tan reconfortantes, toda una vida, que me han ayudado a salir de la tristeza enseguida. Desde tantas aventuras de niños hasta la creación de nuestras familias, pasando por las primeras experiencias de adolescentes y después de universitarios, ya fuera de casa. Algunas inconfesables, aunque sin malicia.

Mantuvimos el contacto, tanto de lejos como de cerca. Javier era un hombre muy valioso, una persona que aportaba y, además, que quería hacerlo. Su inquietud y su compromiso con la sociedad en la que vivía ocuparon gran parte de su vida.

«Javier nos echaba unos mítines en clase que arrancaba los aplausos de aquellos chavales de 14, 15 o 16 años…»

Desde muy joven ya demostraba ese sentido crítico, esa preocupación por casi todo lo que le rodeaba. En el colegio, yo era el delegado de curso y él el subdelegado, lo que nos llevó a compartir mucho, y gracias a él no dejábamos nunca de hacer cosas, nos hacía trabajar a todos. Nos echaba unos mítines en clase que arrancaba los aplausos de aquellos chavales de 14, 15 o 16 años que despertábamos entonces a la verdadera vida como personas y como ciudadanos. En aquellos tiempos con tanta incertidumbre.

Javier Blasco fue un hombre que, durante toda su vida, creía en lo que decía y en lo que hacía. Fiel a sus principios, fiel a sus ideas, leal a sus compañeros y, por encima de todo, amigo de sus amigos. Creo que la última vez que nos vimos fue en la reunión anual de los compañeros del colegio, cita que promocionaba y que nunca se perdía.

Un hombre preocupado por lo social pero que no fallaba ni defraudaba en lo personal, en lo cercano. La familia era su gran interés, apoyando siempre a su mujer para que todo marchara bien y orgulloso, muy orgulloso, de su hijo Javi, para cuyo porvenir no le faltó nunca el aliento y por lo que superó todas las dificultades. Javier cuidaba a quienes quería, cuidaba los detalles, no había cumpleaños que se le olvidara y recuerdo que cuando recibía su llamada pensaba: «Ahora sí, ahora ya ha sido mi cumpleaños».

«Un hombre de los que ya no quedan»

Un hombre de los que ya no quedan. Hijo modélico, dejó todo lo que pudo para acompañar a su madre en sus últimos tiempos. Javier Blasco se entregaba a todo lo que hacía, ponía todo su empeño sin otro interés que el de que todo saliera bien.

Blasco podía personificar perfectamente la definición de la nobleza. Un hombre bueno, sin doblez alguna, sin fingimiento ni falsedad. Era un ejemplo de honestidad personal. Quizás por eso salió algo decepcionado de la política, aunque nunca se quejó. Creo que lo que más agradecería él es poder escuchar que el mundo que deja es algo mejor de lo que era al que llegó. Y yo puedo decirle, sin ninguna duda, que su mundo pequeño, el que le rodea, gracias a él, el mundo que deja, su mundo, su vida cercana, el mundo que hemos vivido y compartido todos los que le hemos conocido es mucho mejor tras su paso por él. Javier, hiciste un poco mejor el mundo por el que pasaste.

Por todas estas cosas se le va a echar de menos. Estoy convencido, no ahora que se ha muerto sino hace ya mucho tiempo, de que haber podido ser amigo de Javier Blasco ha sido y es un lujo, un regalo de esos que te hace la vida sin pedirlo.

Como decíamos esta mañana, con los compañeros de clase, “seguiremos recordándole y llevándolo en nuestro corazón durante mucho tiempo”. Estoy seguro de que el próximo 29 de enero, cuando le felicite mirando al cielo, me sonreirá y, desde donde esté, más cerca que lejos, me preguntará por el Oroel Park, por Sánchez, por el Zaragoza y por todos los que siempre le guardaremos en un rincón de nuestro corazón.

¡Hasta siempre, amigo!

Por Carlos del Pueyo. Periodista

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