
Cada vez resulta más difícil encontrar tiendas de las de siempre, con el calor del comercio de proximidad y en las que los clientes son, más que otra cosa, amigos. En Sabiñánigo, la Frutería Mirtilos es una de esas pequeñas grandes tiendas «de barrio» que, para orgullo de su propietaria, Begoña González, sigue abriendo sus puertas cada mañana para seguir compartiendo la vida con sus vecinos. Una tienda con todo el sabor -en el sentido más amplio de la palabra- de lo tradicional. Con el sabor de siempre.
Frutería Mirtilos, una tienda de barrio donde los clientes son amigos
Frutería Mirtilos es «una tienda pequeña, de barrio, de la que estoy muy orgullosa. Me encanta que sea pequeña. No la cambiaría por uno de esos grandes centros comerciales. Me gusta conocer y llamar por su nombre a cada uno de mis clientes; la mayoría, son vecinos y conocidos del barrio. Sé que valoran mucho el trato cercano y de confianza que tenemos», explica Begoña González, que está al frente de este entrañable establecimiento ubicado en la calle Coli Escalona.
«Se suele decir que los tenderos actuamos como psicólogos. Y es cierto. Tal y como yo lo veo, ‘bajar a comprar’ ya es un acto social en sí», señala González.
Y nada más cierto. Precisamente, esta cercanía, esta proximidad, que se echa tanto de menos en la era de la globalización y las nuevas tecnologías, es lo que marca el carácter diferenciador del comercio de proximidad. Y se convierte en un valor añadido para establecimientos como la Frutería Mirtilos, donde la relación personal con los clientes hace que el servicio sea único y muy especial. Pero también imprime carácter al territorio, donde se apuesta por los valores de siempre en una localidad siempre se ha caracterizado por la buena acogida que dispensan los serrableses al todo el que llega de fuera.
«La señora María me cuenta que su nieta ha aprobado las oposiciones, tras meses de esfuerzo. Está muy orgullosa de ella, así que esta semana se va a llevar unos tarros de caviar de Esturión de Oliván para celebrarlo. Yo le doy la enhorabuena, y la sonrisa que me devuelve no tiene precio», señala la responsable de este establecimiento, donde se puede encontrar una amplia gama de productos de primera calidad y delicatessen.
Productos del territorio para los amigos de siempre
«Juan, del edificio de la esquina, me dice, que, por fin, su hermana Sole viene a pasar unos días con él el próximo fin de semana,… Que llevan casi dos años sin verse por esta maldita pandemia. Conozco a Sole, y sé que le volvía loca la miel de Hoz de Jaca, así que Juan se lleva un par de tarros para su hermana», relata. Es una de las cientos de historias que tienen como escenario la Frutería Mirtilos, cuya responsable conoce por su nombre a cada uno de sus clientes, con lo que el tiempo y la confianza le ha llevado a establecer una relación muy especial.
Begoña González recuerda «con especial cariño al señor José, que bajaba cada día a la tienda y me traía un café del bar de enfrente. Charrábamos un rato del tiempo y continuaba su paseo matutino. Cuánto echo de menos ese ratito…», asegura. Y es que, efectivamente, establecimientos como la Frutería Mirtilos muestran la cada más amable de la sociedad, el trato personal y cercano que tanto se echa de menos en la sociedad actual.
Por eso, Begoña González lo tiene claro: «No cambio mi pequeña tienda, donde yo elijo personalmente la fruta y la verdura de la mejor calidad, por otra más grande. Yo no tengo clientes, tengo amigos y amigas, vecinos y vecinas, con vidas e historias que comparten cada día conmigo».
Una tienda, Frutería Mirtilos, de las que ya casi no quedan… Y está en el corazón de Sabiñánigo.

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