El Grupo Militar de Alta montaña quema el último cartucho en el Karakorum: Hasta aquí llegó la aventura

El Grupo Militar de Alta montaña quema su último cartucho en el Karakorum: "Hasta aquí llegó la aventura".
El Grupo Militar de Alta montaña quema su último cartucho en el Karakorum: «Hasta aquí llegó la aventura».

El Grupo Militar de Alta Montaña quemaba su último cartucho en el Karakorum ante las condiciones adversas, cada vez más extremas y peligrosas y el cariz que estaba tomando la misión: un glaciar inestable, desprendimientos, temblores y una météo que no ha acompañado a los once en ningún momento y que han puesto en serio riesgo sus vidas. Ese ha sido su diario desde el primer día.

«La montaña siempre tiene la última palabra»

«Consejo de guerra matutino obligatorio, en el que no es muy necesario discutir para tomar de nuevo la dolorosa decisión de abandonar el segundo y definitivo intento«. Con estas palabras, y tras un incidente con un bloque de hielo durante la noche, el comandante jefe de la expedición, Jorge Egea, abría su última crónica desde el campo base. «Hasta aquí llegó la aventura. El Honbroc dictó sentencia. La montaña siempre tiene la última palabra».

Durante tres semanas han sido capaces de sobrevivir a condiciones inimaginables: «Hemos estado absolutamente solos, en un terreno virgen y sin apenas información. Hemos aprendido mucho, enfrentándonos a imponentes glaciares sin percances, con nuestros conocimientos, experiencia y formación». Y han sabido parar. Yarto estaría orgulloso.

ACTUALIZACIÓN DE LA EXPEDICIÓN DEL GRUPO MILITAR DE ALTA MONTAÑA

11 de agosto, 25º día de la expedición del Grupo Militar de Alta Montaña al Honbroc Peak (6.459 metros, Karakorum)

Esta será nuestra ultima crónica desde el campo base. Hasta aquí llegó la aventura, el Honbroc dictó sentencia, la montaña siempre tiene la última palabra.

Tras la meditada decisión de renunciar a cruzar su caótico glaciar, formado por dos barreras de seracs, y tras evaluar otras alternativas de acceso teniendo en cuenta los pocos días que nos quedan disponibles, la cruda realidad se pone de manifiesto.

La única opción en teoría viable pasa por remontar otro glaciar al sureste de un pico de nombre para nosotros desconocido de 5.589 metros que se une al Honbroc por la arista opuesta a la elegida originalmente, de condiciones considerables pero aparentemente mucho más amable que el anterior.

Reunidos los 11 integrantes de la expedición para escuchar todas las propuestas y visiones, planos disponibles en mano (1:175.000, precisión máxima….) y la experiencia de más de dos semanas por el valle, finalmente se opta por esta opción.

Con esto, en teoría, conseguiríamos llegar al collado que da acceso al valle paralelo al nuestro en dirección sur. Este valle finaliza (según el plano e imagen satélite) en la cara sur de nuestro ansiado pico. Desde este collado podríamos intentar la ascensión a ese pico que nos lleva llamando la atención desde que llegamos al campo base, el 5.889 metros, montaña muy bonita y tremendamente estética que domina el circo del Hunbroc desde su lado este. Además, no se tiene información de ningún ascenso.

Un grupo se destaca con la intención de hacer un primer reconocimiento al valle para comprobar la viabilidad del intento, con la ilusión del primer día. A resultas de esta incursión, y comprobando que el acceso inicial es factible, se supera la primera barrera de serac, muy estable y sin peligro de desprendimientos, llegando a un plateau donde observamos que el valle se bifurca en dos cuencas completamente diferentes. La del oeste nos presenta una barrera de seracs más rota que la anterior, pero que, una vez superado, nos dará acceso a un amplio y tendido collado, posibilitando además llegar directamente al inicio de la arista del pico que tenemos intención de ascender si no se pudiese acceder a la arista del Honbroc. La cuenca del este se trata de un glaciar bastante tendido que finaliza en un collado vertical de nieve pero bastante alejado de la otra vertiente.

Una vez decididos y con la motivación de nuevo en máximos ante la posibilidad de hacer otro intento, nos organizamos en tres cordadas de tres alpinistas, equilibradas y complementarias. Preparamos el material, esta vez bastante ligero, contando que vamos en estilo alpino y en terreno mixto técnico, para lo que cargamos con material de nieve/hielo/mixto y roca, friends, clavos y demás achiperres, material de vivac y comida para permanecer cinco días en la montaña.

La météo no nos acompaña desde que llegamos al valle. Estudiamos diariamente cinco páginas meteorológicas para intentar acertar, pero no cuadra ni una. Desde luego, las condiciones siguen sin ser la más propicias para movernos en este terreno: temperaturas anormalmente altas y las precipitaciones en forma de agua nos visitan prácticamente todos los días. A pesar de ello, buscaremos gastar nuestro último cartucho. La cuenta atrás está en marcha.

Una vez más, nos ponemos en movimiento todos a una. Remontamos el glaciar principal y tras superar la primera barrera de seracs vamos sorteando grietas abiertas pero francas hasta situarnos bajo la segunda barrera. Las condiciones son pésimas. Calor increíble a más de 4.600 metros, derrumbamientos, agua corriendo y desprendimientos de piedras de los laterales del pico.

Renunciamos siquiera a intentar el franqueamiento. Nuestras vidas valen más que ir a una sola carta. Esto nos obliga a realizar un descenso para acceder al glaciar de la opción B para buscar el acceso al collado por la cuenca del este. Aunque el glaciar por este lado es bastante mas tendido, la cantidad de grietas y las condiciones de la nieve, muy precarias, dejan los puentes de nieve realmente débiles, provocando que la progresión sea mas lenta de lo esperado, impidiéndonos alcanzar el collado en un día.

A unos 150 metros de desnivel del collado montamos el vivac, sobre los 5000 metros. Se trata de una pequeña morrena en un lateral del glaciar próximo a la enorme rimaya, ligeramente protegida de la caída de piedras, por desgracia de frecuencia abrumadora, y muy cercana de la pared oeste del collado.

Durante las primeras horas estamos alerta de cual es la actividad de desprendimientos, llegando en algún momento a dar la voz de alerta (‘piedraaaa’) para que todo el personal se ponga a cubierto si es necesario.

Finalmente, y al dejar de incidir el sol en la cuenca glaciar, parece que el sitio está bien elegido teniendo en cuenta las opciones. Aún así, la caída de piedras es constante, pero ninguna de ellas llega hasta la zona elegida, con lo que procedemos a montar nuestro vivac y demás tareas necesarias para reponer las fuerzas gastadas durante el intenso día.

Durante la noche, a los derrumbamientos lejanos y permanentes, se suma una precipitación constante en forma de agua con una temperatura muy elevada para la altitud en la que nos encontramos, increíble para estar a 5.000 metros de altura.

La mañana nos recibe con una sorpresa mayúscula al sonar el despertador, antes del amanecer y salir de la tienda bajo la llovizna. Un gran bloque que estaba en un lateral y a simple vista estable, se ha movido aplastando una de las mochilas que estaba aprovechando su sombra para que no se mojase. En su movimiento ha dejado un casco totalmente inservible. Mal augurio y peores noticias.

‘Consejo de guerra’ matutino obligatorio, en el que no es muy necesario discutir para tomar de nuevo la dolorosa decisión de abandonar el segundo y definitivo intento. Con estas condiciones quizás sea más probable acabar mal que bien, y sin premio. Y eso no entra en nuestros planes.

Este será nuestro ultimo intento, el resto de opciones que este valle nos ofrecen exceden de los días que disponemos.

El descenso se muestra delicado. Hay que superar un gran número de grietas que cruzamos por exiguos puentes de nieve, exigiéndonos la máxima concentración, obligándonos a recorrer el glaciar de izquierda a derecha en numerosas ocasiones, buscando las fortalezas del terreno entre tanta debilidad que podría mandarnos a sus profundidades.

Desgraciadamente, no hemos alcanzado el pico Honbroc, y la asimilación del ‘fracaso’ va por dentro de cada uno como una procesión. Pero tras tantos días en situaciones delicadas, gestionando el riesgo de una manera casi de manual, nuestro enfermero no ha tenido que curar ni siquiera un rasguño, lo que nos queda claro es que los objetivos mas importantes marcados por el GMAM se han cumplido: volvemos todos y sanos, volvemos más cohesionados, y nuestras Unidades de Montaña están técnicamente mucho mejor preparadas.

Hemos estado absolutamente solos, en un terreno virgen y sin apenas información. Hemos aprendido mucho, enfrentándonos a imponentes glaciares sin percances, con nuestros conocimientos, experiencia y formación. Ahora sabemos movernos mucho mejor en este terreno y ambiente. Somos capaces de optimizar mejor nuestro material, organizarnos como equipo para acometer un objetivo de este calibre, conocemos los pasos a seguir, qué equipos de trabajo montar.

Todo esto no se perderá en el olvido. Y nos hará ser capaces de transmitir toda esta información y conocimientos para su aprovechamiento por parte de nuestros alumnos del próximo Curso de Montaña de la EMMOE y al resto de militares de nuestras Unidades de Montaña del Ejército de Tierra de nuestro país, España.

Comandante Jorge Egea, Jefe del Departamento de Montaña de la EMMOE y Jefe de Expedición. Grupo Militar de Alta Montaña

*Forman parte de la expedición del GMAM al Karakorum Jorge Egea Sobreviela, Adriano Martín Cófreces, Jesús Andrés González, Francisco Borja Álvarez, Álvaro Cantero Nieto, Jesús Chicharro Antolín, José R. García Larrosa, Antonio Conesa Sánchez-Ocaña, Miguel Plans Tena, José Guillermo Español Latorre Álvaro Corrochano Díaz.

OBJETIVO: EL HONBROC PEAK

El objetivo de la expedición del Grupo Militar de Alta Montaña de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca en el Karakorum es rendir homenaje al Comandante Fernando Yarto, que falleció en acto de servicio en 2018 como consecuencia de un accidente en el campo de tiro de Las Batiellas. Fernando Yarto Nebreda fue jefe del Departamento de Montaña de la EMMOE y coordinador del GMAM durante una década. Y compañero y amigo de algunos de los componentes de la expedición actual. La expedición, que durará 35 días, cuenta con el apoyo de AltusRabBorealOS2O y Campo Base.

Por Rebeca Ruiz

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