Nacho Arilla, 43 años formando futbolistas desde el corazón

El pasado 23 de abril, Nacho Arilla (Sabiñánigo, 1964) cumplió 43 años como entrenador de fútbol. Una carrera marcada por la humanidad, la pasión y, sobre todo, su trabajo. Todo ello le ha permitido llegar a ser uno de los grandes referentes de los banquillos en nuestra zona. Con una sonrisa de oreja a oreja, nos recibe en el Polideportivo Municipal de la Plaza Constitución de Sabiñánigo, ese lugar en el que tantas horas de su vida ha pasado intentando transmitir su amor por el deporte a niños y niñas de todas las edades.

Nacho Arilla cumplió la semana pasada 43 años como entrenador. (Foto: Jorge Callau)
Nacho Arilla cumplió la semana pasada 43 años como entrenador. (Foto: Jorge Callau)

Una grave lesión inició su aventura en los banquillos

Como muchas conocidas historias, la trayectoria de Nacho Arilla en los banquillos no comenzó de la mejor forma. Más bien, fue totalmente lo contrario. A los 17 años, como jugador del primer equipo del AD Sabiñánigo, sufrió en un entrenamiento una grave lesión en su rodilla izquierda. Durante el tiempo que pasó de recuperación, Carlos Lozano, uno de sus mentores, le empujó a dar el paso como entrenador de un equipo de niños en el fútbol base del club.

Tras recuperarse, alternó durante varios años la ardua tarea del banquillo en categorías inferiores y la de jugador en el primer equipo. Sin embargo, a los 23 años, debido a las constantes recaídas y dolores de aquella lesión, decidió colgar las botas. «Fueron temporadas muy complicadas, era joven y quería seguir jugando pero mi rodilla me lastraba hasta puntos impensables», comenta emocionado Arilla. Aún así, estos duros años le trajeron una gran noticia: se dio cuenta de que quería «ser entrenador por encima de todas las cosas».

«Tras los entrenos me quedaba a tomar notas y apuntes de otros equipos. También en muchos partidos analizaba a los rivales y los puntos buenos y malos que tenía mi club», recuerda. El mosquito de los banquillos ya le había picado.

mucho trabajo que comenzaba a dar resultado

Con el retiro como futbolista ya superado, Nacho se volcó en su formación como entrenador, dando pasos de gigante día a día. A los 24 años fue nombrado seleccionador de Sabiñánigo de fútbol sala, algo que le hizo ver que todo el trabajo de estudio «daba sus frutos». No se conformó con ello, y siguió engrosando sus cuadernos.

Pasados los 30 años, ya contaba con el título superior nacional tanto en fútbol 11 como en sala. «Pese a que siempre había estado en fútbol 11, el sala también me llamaba mucho desde niño y decidí estudiarlo para completar mis conocimientos», explica.

De esa época, en la que ya tenía un nombre en el territorio, recuerda de forma anecdótica tener que entrenar a jugadores más mayores que él, aunque siempre le guardaron «un gran respeto dentro y fuera del terreno de juego».

Nacho Arilla celebrando una victoria de Peña La Murga esta temporada. (Foto: Peña La Murga)
Nacho Arilla celebrando una victoria de Peña La Murga esta temporada. (Foto: Peña La Murga)

Miles de anécdotas: victorias y derrotas

Aunque entrenó a muchos primeros equipos, Nacho Arilla nunca quiso despegarse de las categorías base. «Entrenar a adultos está muy bien y está divertido, pero la verdadera esencia del fútbol, tal y como yo lo veo, está en formar personas antes que jugadores. Y eso se consigue estando desde la edad más temprana», comenta.

Esta polivalencia en cuanto a categorías y disciplinas -recordemos que ha entrenado tanto fútbol 11 como sala- le ha hecho poder conocer a muchísimas personas, así como tener grandes anécdotas a sus espaldas.

«Recuerdo con gran alegría la primera vez que ganamos el campeonato provincial de fútbol sala con la selección de Sabiñánigo», alega visiblemente emocionado. Aunque también lamenta verse en partidos en los cuáles llegó a «sufrir mucho» por la integridad de sus jugadores debido a la agresividad del rival.

Pese a contar con una vitrina que supera los 25 títulos, Nacho tiene claro que «ganar es lo de menos», y lanza una gran reflexión para todos los deportistas: «El triunfo está muy bien saborearlo. Pero yo suelo decir que la derrota también hay que disfrutarla, ya que casi siempre enseña más que una victoria».

Su vida actual: en segundo plano y con claro mensaje

En la actualidad, cuando echa la vista atrás siente «mucho orgullo» por su trayectoria, y admite que hacerse entrenador a los 17 años fue «la mejor decisión» de su vida. «Lo único de lo que me arrepiento es de no haber empezado antes, a los 14 o 15», sostiene.

Ahora, en un segundo plano, combina el puesto de entrenador en categorías inferiores del AD Sabiñánigo con el de delegado del primer equipo en Peña La Murga. Sobre ello, explica que el fútbol actual es «mucho más complicado», y que la presión que existe es «inmensamente mayor» respecto a décadas anteriores.

Sobre los niños y niñas, a los que ha dedicado gran parte de su vida, deja un mensaje muy claro: «Tenemos que dejar que disfruten. No es sano ni humano obligar a un chico tan pequeño a hacer un deporte si prefiere otro. Ellos deben jugar y elegir la disciplina que quieren aprender«, sentencia.

mensaje para los futuros entrenadores

Sobre el futuro, Arilla enfatiza en el relevo generacional. Para él, se antoja «esencial» que la nueva savia llegue a los banquillos de la zona. «Hay que confiar en los chicos jóvenes. Tienen muchos medios para lograr ser buenos técnicos», explica.

«A los chicos y chicas que quieren comenzar su vida en los banquillos les aconsejaría observar a entrenadores más mayores, fijarse en todo y tomar notas. Tener ayuda de alguien, como fue mi caso al principio, es clave para asentar las bases. Luego tienes que trabajar mucho», añade.

Cuerda para rato

Cuando es preguntado por una hipotética -y futura- retirada, responde con una contundente negativa. «Mi vida ha sido y es el fútbol, sin él no sé qué haría. No me supone ningún esfuerzo dedicarle horas y horas, porque disfruto mucho. Seguiré en los banquillos hasta que mi corazón aguante», concluye.

Por Jorge Callau

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