Bajo el hielo del Ibón de Baños, rodeados de nieve a 1.636 metros de altitud y en aguas que no superan los tres grados de temperatura, los buzos de la Armada buscan las condiciones que necesitan para completar la exigente formación de la Escuela Militar de Buceo (EMB) de Cartagena. Cada año por estas fechas, el Balneario de Panticosa se convierte en el escenario de estas prácticas, tan espectaculares para quien no está familiarizado con estos procedimientos como exigentes para los especialistas. Estos días también se instruyen allí miembros de la Unidad de Buceo de Medidas contra Minas y buzos de la US Navy de Rota.

Los buzos de la Armada en el lago helado del Balneario de Panticosa
En el ibón de Baños del Balneario de Panticosa, como cada año por estas fechas, los buzos de la Armada buscan las condiciones que necesitan para completar una exigente formación que les preparará para poder enfrentarse a situaciones límite bajo el agua. Este año, la capa de hielo del lago glaciar, rodeado de nieve y a más de 1.636 metros de altitud, no es tan gruesa como en otras ocasiones. Pero sí lo suficiente para que cueste romperla. Bajo ella, en aguas que no superan los tres grados de temperatura, la Escuela Militar de Buceo (EMB) forma a sus especialistas.
22 alumnos pertenecientes a los cursos de Especialidad Complementaria de Tecnología del Buceo para Oficiales, Especialidad Complementaria Buzo para Suboficiales y Aptitud de Buzo para Marinería desafiarán al frío del lago glaciar hasta el próximo 7 de febrero. Se enfrentan a la fase de su formación correspondiente a buceo en aguas muy frías y bajo hielo. Entre ellos, en esta ocasión, se encuentran un oficial y un suboficial de la Armada de Colombia. Están previstas 34 inmersiones con aire, en las que se utiliza un equipo de suministro de superficie ligero (SDS).
Un equipo de unos 20 kilos e inmersiones de 25 minutos
Todos los buzos van protegidos con un traje seco, que les aísla totalmente. Nunca se sumergen solos y están sujetos continuamente por un cable y bajo supervisión. Por dentro del neopreno llevan protección térmica y una capucha estanca. Un equipo desde tierra los monitoriza constantemente. Para sumergirse, cuentan con una máscara facial. Llevan guantes estancos, de manera que se evita totalmente el contacto de la piel con el agua helada. Su equipo pesa, en total, en torno a 20 kilos. Por eso es muy importante un nivel alto de resistencia y de forma física. También, una gran capacidad de concentración y de gestión de estrés ante situaciones límite. Alcanzan una profundidad de inmersión en torno a los diez metros. En cada inmersión los buceadores permanecen en el agua entre 20 y 25 minutos.
Condiciones únicas
Estas prácticas se realizan desde hace años en el lago del Balneario de Panticosa, que reúne las características idóneas para ello. Los procedimientos son siempre parecidos, «aunque las condiciones meteorológicas varían. Y dependiendo cómo está el hielo, accedemos de forma u otra», explica el capitán de fragata Salvador Marcos Ruiz. «Los ejercicios son muy similares de un año para otro, porque formamos a gente nueva. Y lo que necesitamos es habilitarla para poder bucear bajo hielo, que es lo que conseguimos aquí en Panticosa», añade.
Como explica el capitán de fragata Ruiz, lo que busca la Armada en el lago helado del Balneario es que los alumnos «tengan la capacidad y la sensación de estar bajo el hielo». Como este año no está completamente formada la capa, se accede a las profundidades del lago desde la orilla. «La temperatura del agua está muy cerca de los cero grados y tenemos la ventaja de que la profundidad es pequeña. No hay más de 20 metros, lo que permite a los buceadores hacer unas inmersiones muy controladas. Y eso facilita mucho, en caso de que hubiera algún accidente, las labores de recuperación y de tratamiento», añade.
Preventivo sanitario ante cualquier problema que puedan tener los buzos
En este sentido, cabe destacar que en el campamento instalado en el Balneario de Panticosa se cuenta con un médico especialista en Medicina Hiperbárica y Subacuática y un oficial enfermero. El preventivo contempla también una cámara hiperbárica, que garantiza la capacidad de reacción ante cualquier incidencia que pueda producirse. Sobra decir que, antes de llegar aquí, los alumnos ya han superado un exhaustivo reconocimiento médico y numerosas pruebas físicas.













Cuando terminen la fase de hielo, en Cartagena les espera la fase de gran profundidad. Allí deberán aprender a desenvolverse a 90 metros bajo el agua, con casco y suministro de superficie. Respirando un gas que se les proporciona a través un umbilical y que hace posibles inmersiones para las que se utiliza habitualmente el buque Neptuno. Si superan la formación, estarán preparados para enfrentarse a obras hidráulicas, tareas de mantenimiento a flote, corte y soldadura,… Es decir, podrán dar respuesta a todas las necesidades de buceo que tenga la Armada. No hay que olvidar que, además, estos especialistas son una pieza clave en las campañas antárticas, en los buques de apoyo a las bases Juan Carlos I y Gabriel de Castilla.

Los buzos de la Unidad de Medidas contra Minas (UBMCM)
Los alumnos de la Escuela Militar de Buceo y sus instructores comparten estos días el ibón con militares de la armada estadounidense (US Navy), procedentes de la base de Rota. También, con especialistas de la Unidad de Buceadores de Medidas contra Minas (UBMCM), que llegan al Balneario por segundo año. La instrucción, sin embargo, es muy diferente entre las distintas unidades.
El capitán de corbeta Roberto Ortiz, comandante de la UBMCM, explica que su objetivo pasa por probar los equipos electrónicos con los trabajan y ver su reacción en aguas con muy baja temperatura. Se trata, en su caso, de equipos muy sensibles al frío. Es el primer paso para «acometer operaciones de búsqueda y neutralización de minas en un ambiente más parecido al que nos podemos encontrar en el Mar del Norte, en el Báltico, o en el Mar Negro». Una fase que está prevista la próxima semana en el pantano de El Grado.












«Nosotros estamos destinados en Cartagena y la Unidad de Buceadores de Medidas contra Minas (UBMCM) depende de la Fuerza de Medidas Contra Minas. Siempre que sale un cazaminas en la agrupación de la OTAN, buceadores de mi unidad van a bordo para apoyar en la búsqueda y neutralización» de estos artefactos, explica Ortiz.
Del lago de Panticosa a cualquier mar donde pueda aparecer una mina
No es el único escenario de operaciones para estos buzos. «Aunque no lo parezca, en muchos sitios de la costa de España aparecen minas. Pueden ser de la Segunda Guerra Mundial o, incluso, de la Guerra Civil. Aparte de eso, cuando vamos en agrupación, minas de la Segunda Guerra Mundial puede haber en cualquier sitio. Y en el futuro, con el conflicto entre Ucrania y Rusia, donde también ha habido mucho minado naval. Y seguramente habrá que operar también en esa zona».
«Para nosotros el bucear tiene que ser como el andar; algo que sabes hacer y puedes hacer en cualquier condición. No te debe afectar el frío ni la visibilidad. No te puedes preocupar de lo que es bucear, sino que tienes que estar muy concentrado en el uso todos los equipamientos que llevamos. Nuestros equipos no dejan firma magnética. Y son más silenciosos, para que en caso de acercarte a una mina no se active», añade el comandante de la UBMCM. De hecho, su equipo está diseñado para que la burbuja apenas se perciba al salir a la superficie.
Durante los próximos días, los buzos aprovecharán el hielo del ibón de Baños, cada uno según el programa de su unidad, para completar su exigente formación. Y con ello, adquirir unas capacidades que les permitirán dar respuesta a todas las necesidades que pueda tener la Armada. Tanto en aguas territoriales españolas, como en escenarios internacionales, como el Báltico o la Antártida.
SOBRE LA ESCUELA MILITAR DE BUCEO (EMB) DE LA ARMADA
La Escuela Militar de Buceo de la Armada Española tiene sus antecedentes en las primeras escuelas de buceo que, en 1787, nacieron por orden del rey Carlos III. Sin embargo, el empleo de buceadores en la Armada se remonta a la segunda mitad del siglo XV, en la que se dotó a los navíos españoles de buzos que a pleno pulmón se encargaban de reparar los daños que producían los temporales o las encalladuras en los barcos, así como de recuperar material como anclas, artillería o cargamentos. Unas prácticas que distan mucho de las actuales.Hoy, los buceadores trabajan con equipos y sistemas muy avanzados, preparados para garantizar el éxito de las misiones que se les encomienda. El centro militar prepara, actualmente, a unas 500 personas al año para trabajar en ambientes submarinos. Desde 1970, la EMB, en sus instalaciones de la Estación Naval de La Algameca (Cartagena), ha formado a más de 13.000 buzos, buceadores y otro personal de sanidad y apoyo al buceo, tanto español como extranjero. No solo de la Armada, sino también procedente de otros ejércitos y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, e, incluso, de la población civil.
En la actualidad, las misiones de los buceadores de la Armada se encuadran en distintos sectores. Entre ellos, salvamento y rescate de submarinos siniestrados; apoyo a buques para inspección, mantenimiento y reparaciones a flote; o desactivación de artefactos explosivos submarinos. También abordan cometidos de Guerra Naval Especial; búsqueda, salvamento y rescate subacuáticos como consecuencia de accidentes o naufragios y protección de otros compañeros.
Más información sobre la Escuela Militar de Buceo en ESTE ENLACE
Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)
Galería completa de fotos en ESTE ENLACE
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