Con un alegato en defensa de la poesía y de la reflexión frente a la vorágine de una sociedad en la que «el conocimiento y la información pueden ser sustituidos por la comunicación de bulos y por la separación de la realidad y las creaciones virtuales que falsean la mirada», el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, inauguró el pasado viernes los Cursos Extraordinarios de Verano de la Universidad de Zaragoza en Jaca. El escritor, al que el recuerdo de las conversaciones con su padre le traslada al momento en el que Federico García Lorca terminó cantando al piano en la residencia universitaria tras suspenderse el estreno de Fuenteovejuna con La Barraca, reivindica la necesidad de que «las humanidades nos enseñen a conservar la memoria y la experiencia humana, en diálogo después con la ciencia y con la técnica, resistiéndose a convertir el tiempo en una mercancía de usar y tirar».

Una reflexión sobre la sociedad a partir de la poesía
«Reflexionar sobre la poesía significa para mí -asegura García Montero- reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos». Por eso, cuando la Universidad de Zaragoza le propuso inaugurar los prestigiosos cursos de verano de Jaca, el director del Instituto Cervantes no dudó en poner sobre la mesa un tema que le permitiera mezclar sus reflexiones con su vocación como profesor a lo largo de más de 40 años.
Junto a José Antonio Mayoral, rector de la Universidad de Zaragoza; Yolanda Polo, vicerrectora de Cultura y Proyección Social; Carmen Marta-Lazo, directora de los Cursos Extraordinarios, Vicente Lagüéns, director de los Cursos de Español como Lengua Extranjera; y Carlos Serrano, alcalde de Jaca, García Montero pronunció el pasado viernes la conferencia inaugural de los 97 Cursos de Verano de Jaca en el salón de actos de la Residencia Universitaria, que se quedó pequeño para el público asistente.


«La poesía enseña a uno a ser dueño de la propia conciencia»
El dogmatismo es la prisa de las ideas (‘Un invierno propio’, 2011) es el poema de Luis García Montero que recoge la esencia de su conferencia magistral en la inauguración de los Cursos de Verano de Jaca. Allí, el reconocido escritor reivindicó la necesidad de «ampliar la palabra utilidad para llenarla de aquello que tiene que ver con los sentimientos más íntimos del ser humano».
En su ponencia, García Montero se sirvió de su vocación poética para poner sobre la mesa la labor de la Universidad en la transmisión de saberes y cuestiones tan trascendentales como «el diálogo generacional entre los mayores y los más jóvenes». O «el peligro de una situación donde el conocimiento y la información pueden ser sustituidos por la comunicación de bulos y por la separación de la realidad y las creaciones virtuales que falsean la mirada», cuestiones que el escritor, confiesa, ha aprendido a afrontar desde la poesía.
La poesía, asegura, «enseña a ser el dueño de la propia conciencia, a ponerse uno en duda. A intentar no ser adoptado por los dogmas sin aceptar los matices, la diversidad y reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos». Por eso, García Montero reivindica «el diálogo entre la técnica, la ciencia y las humanidades al servicio de la dignidad humana».
«Las prisas suelen ser aliados de los bulos»
«Las prisas suelen ser aliados de los bulos (…). Merece tener tiempo de meditación para ser dueño de la propia conciencia», exponía el escritor en Jaca durante su conferencia en Jaca. Una ponencia en la que García Montero se hacía eco del pensamiento de Antonio Machado cuando éste defendía que «la verdadera libertad no consiste en poder decir lo que se piensa, sino en poder pensar lo que se dice». Del mismo modo, recurrió a la figura de Jovellanos, «gran ilustrado y gran defensor de la razón», para abogar por «el tiempo, la calma y la capacidad de reflexión» como instrumentos para saber diferenciar la mentira. Y el único antídoto para «caer en la represión de la verdad que defendemos».
Luis García Montero, su padre y su relación con Jaca
Hay que buscar en las raíces familiares para encontrar la relación de Luis García Montero con la ciudad de Jaca. Su padre, que nació en Burgos, se formó en la Academia General Militar de Zaragoza. Su primer destino fue Jaca como esquiador y escalador y se trasladó, posteriormente, a Granada. «Fue en Jaca donde mi padre se especializó en la nieve que lo llevó a Granada, de norte a sur. Yo hablaba mucho de ello con mi padre y la memoria personal forma parte de un azar que va dando forma a tu identidad, que se va construyendo en contacto con la historia y con la sociedad», recuerda el escritor.
«Cuando empecé a estudiar lo que significó la Universidad en los años veinte y treinta, en la República, lo que supusieron los cursos de verano (primero en el Centro de Estudios Históricos; después, en Jaca y en Santander) -continúa-, yo daba clases de Federico García Lorca y de pronto me acordaba de la experiencia de mi padre cuando descubría que García Lorca vino con La Barraca a Jaca y no cabía la gente para ir a ver el espectáculo teatral -ante la aglomeración de público se suspendió la representación de Fuenteovejuna en el Casino Unión Jaquesa-. Y, si no recuerdo mal, Federico acabó tocando el piano y cantando en la residencia de los cursos de verano de Jaca.
El tiempo como mercancía de usar y tirar
De manera que se envuelve lo personal y lo histórico; y por eso es tan importante que las humanidades nos enseñen a conservar la memoria y la experiencia humana, en diálogo después con la ciencia y con la técnica, y que se resistan a convertir el tiempo en una mercancía de usar y tirar. Porque en la Universidad nos dedicamos a desarrollar la experiencia humana para imaginarnos el futuro más digno posible», explica García-Montero, más allá del papel de ésta de ser un mero transmisor de conocimiento entre maestros y discípulos.
Luis García Montero es poeta y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada. Es autor de once poemarios y varios libros de ensayo y, entre otros, cuenta con el Premio Nacional de Literatura (concedido en 1994) por Habitaciones separadas. Dirige el Instituto Cervantes desde 2018 y es una de las voces más reconocidas de la literatura en español actual.
El idioma español en el extranjero y los cursos de verano de Jaca
El director del Instituto Cervantes evoca la memoria de Ramón Menéndez Pidal y la importancia de los cursos de español para extranjeros que el prestigioso filólogo español de la Generación del 98 comenzó a impartir en 1912 desde el Centro de Estudios Históricos, después de recorrer distintas universidades norteamericanas.
Menéndez Pidal, recuerda García Montero, «comprendió que la manera de establecer puentes era aprovechar los veranos para que vinieran a España a estudiar alumnos de universidades extranjeras. La primera universidad que asumió la posibilidad de unos cursos estables no ya para enseñar español, sino para difundir otros conocimientos, fue la Universidad de Zaragoza, con los Cursos de Verano de Jaca», en 1927. Antes, incluso, de los Cursos Internacionales de Verano de la Universidad de Santander, que llegarían en 1932.



Fueron precisamente las experiencias del Centro de Estudios Históricos, de Jaca y de Santander las que sentaron las bases de la importantísima labor que hoy desempeña el Instituto Cervantes en lo que su director considera un enriquecedor «viaje de ida y vuelta (…) enseñando español y llevando la cultura española al extranjero».
Así, es fundamental el rol de puente de las universidades -con las que el Instituto Cervantes va de la mano- para enseñar español en el extranjero y que después aquellos alumnos puedan venir a España a completar sus estudios. En este sentido, García Montero destaca que «es muy importante el papel que tiene la Universidad de Zaragoza en la enseñanza de español en países como China».
Sobre el Instituto Cervantes
El Instituto Cervantes cuenta en la actualidad con presencia cien ciudades de 54 países en todo el mundo, y la reciprocidad que menciona García Montero pasa por «apoyar la enseñanza de español a alumnos extranjeros que vienen a España». El Instituto Cervantes colabora con la Federación Española de Escuelas de Español como Lengua Extranjera -FEDELE- y con distintas universidades con cursos de formación de profesores de Español como Lengua Extranjera y en la obtención del DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), que certifica los conocimientos en el currículo de los alumnos. Además, en los últimos años, se ha puesto en marcha un nuevo sistema internacional de evaluación y certificación del español como lengua extranjera con la Universidad de Salamanca, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad de Buenos Aires.
Por Rebeca Ruiz
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