Cuarenta años han tenido que esperar los vecinos de Arrés para ver florecer un agave, una especie de cardón procedente de los desiertos de Méjico cuyas hojas tradicionalmente se destilan para fabricar tequila, y muy rara en el Pirineo. Se trata de un acontecimiento extraordinario. De dimensiones considerables, la roseta de hojas de esta singular planta florece una sola vez después de décadas de crecimiento, para luego secarse y morir. Un espectáculo único e irrepetible que solo se puede contemplar estos días, cuando la planta, que ya languidece, ha alcanzado su máximo esplendor.

La extraordinaria floración de un ágave en Arrés
Vecinos, visitantes y peregrinos -Arrés se encuentra en pleno Camino de Santiago- se sorprendían con la floración de un agave americana de Linneo -una especie de suculenta o cardón- que se plantó en el pueblo hace 40 años. Se trata de una planta muy especial y muy rara en el Pirineo. Si difícil resulta ya encontrarla en el territorio, mucho más lo es presenciar su floración.
Solo florece una vez en la vida y, cuando lo hace, su roseta languidece y muere. Un fenómeno especialmente extraño y muy difícil de contemplar, caracterizado por un crecimiento espectacular de la planta, ya de dimensiones considerables, en sus últimos meses de vida. Desde el pasado mes de marzo, la inflorescencia -la disposición de las flores- se aproxima a los diez metros de altura. Pero tiene fecha de caducidad. Apenas le quedan unos días. El agave de Arrés, que ha alcanzado su máximo esplendor, ya al final de su ciclo vegetativo, comienza a marchitarse.
Joaquín Giménez, alcalde de Arrés: «Cayó aquí por casualidad hace 40 años»
Joaquín Giménez, alcalde de Arrés, explica cómo llegó la planta al pueblo. «Lo trajo un vecino que vino a vivir al pueblo desde Pau, Thierry Lecerf, en una maceta. Se lo regaló a mi mujer, Mari Luz, y lo tuvimos en casa unos años. Cuando se le quedó la maceta pequeña, y coincidiendo con el arreglo de la calle, decidimos trasplantarlo a los porches de la iglesia. Fue hace unos cuarenta años», recuerda.
De dónde salió aquel agave no está muy claro. «Cayó aquí por casualidad. Llegó con mi amigo Thierry», señala Giménez. Desde entonces, el agave continuó creciendo en la calle, a la vista de todos los vecinos. Muchos eran niños cuando lo conocieron, y siempre ha formado parte de la imagen del pueblo. Lo que no sabían era que este año iban a ser testigos de un hecho extraordinario y muy difícil de contemplar. «A los peregrinos siempre les llamaba la atención cuando venían a visitar la iglesia y el torreón», añade el alcalde.
«En el mes de marzo brotó. Solo pasa una vez cada muchos años. Echa las flores, mueren, y luego salen ya los hijos por la parte de abajo. Pero habrá que esperar otros cuarenta años para que vuelva a suceder este acontecimiento. Hay niños en el pueblo que lo han presenciado, y a los que les quedará un buen recuerdo, dentro de mucho, si lo pueden volver a ver. Nosotros ya no lo veremos», añade el alcalde. De hecho, se ha plantado el cardón en otros puntos del pueblo, para asegurar su reproducción.
De los desiertos de Méjico a Arrés
Como explica Daniel Gómez, doctor en Biología e investigador el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) de Jaca, «esta planta es natural de las zonas desérticas del centro de Méjico, país donde se destilan sus hojas desde antiguo para la fabricación de mezcal o tequila». Se la conoce también como pita, cardón o pitera, entre otras denominaciones.
«La planta se trajo hace cinco siglos a Europa con fines ornamentales y, después, comerciales, para la extracción de fibras vegetales, industria que tuvo bastante apogeo en el sureste de España, en Almería, a mediados del siglo pasado y que continuó hasta que las fibras naturales fueron remplazadas por los plásticos», explica Gómez.
Algún ejemplar más en el cementerio de Jaca
«La planta carece de tallo y está formada por una roseta de hojas de color ceniciento que surgen directamente de un corta cepa enterrada. Las hojas adultas con márgenes dentados y ápice terminado en pincho muy duro hasta de cinco centímetros de largo, pueden alcanzar más de un metro de longitud por lo que la planta cobra notables dimensiones. Además estas hojas son crasas, es decir que acumulan agua en su interior como adaptación a los entornos desérticos de donde procede y la capacita para vivir en este tipo de ambientes en todo el planeta.
Esta adaptación a entornos secos y muy cálidos ha facilitado su expansión en grandes zonas de la parte mediterránea de nuestro país y, además de las procedentes de cultivo, es fácil observarla en el centros de la Depresión del Ebro y de allí hacía el sur en muchas partes de levante y Andalucía.
En el Pirineo es bastante rara, aunque en Jaca se observan algunos ejemplares al sur del cementerio que señalan, precisamente, la parte más protegida de los vientos frío del norte y del cierzo (…)».
Daniel Gómez







La roseta de hojas florece una sola vez después de años, a veces décadas, de crecimiento para luego secarse y morir la roseta basal y cepa
Daniel Gómez destaca que «la particularidad más llamativa de esta planta es su carácter monocárpico. Es decir, que la roseta de hojas florece una sola vez después de años, a veces décadas, de crecimiento para luego secarse y morir la roseta basal y cepa. Esta floración resulta extraordinaria. Aparte de su carácter singular, por el tamaño que alcanza la inflorescencia que puede alcanzar ocho metros de altura y ramificarse bellamente a modo de candelabro con racimos florales similares a los de la vid, con apariencia vistos desde debajo de cepillos de ropa». Efectivamente, el cardón de Arrés muestra estos días la belleza de sus flores amarillas y sus frutos en toda su expresión.
«Aunque la roseta de plantas se agosta tras acabar la floración -continúa Gómez-, la planta no muere ya que, como sucede en muchos otros vegetales, además de la reproducción sexual que da lugar a las espectaculares inflorescencias, tiene multiplicación vegetativa y, bajo la enorme roseta que acapara nuestra mirada, ya han surgido pequeños vástagos clonales, que crecerán tras la desaparición de la planta madre y asegurarán la estirpe si no se produce ninguna catástrofe«. Sin embargo, habrá que esperar décadas de nuevo para presenciar, si hay suerte, una nueva floración.
La floración del agave de Arrés: una planta única, un espectáculo natural único en La Jacetania
«Considerando la escasez de la planta en nuestra comarca y el carácter único de su floración, los vecinos de Arrés y los curiosos que quieran acercarse a verla tienen un bello espectáculo que celebrar. Después, tendrán que esperar la posible polinización, que luego dé lugar a los frutos y que, hasta donde se conoce, tiene que ser efectuada por murciélagos», concluye el investigador.
Mientras tanto, el alcalde ha sujetado con cuerdas la planta, «para que dure un poco más; si no, con cualquier tormenta o con el viento se iría enseguida». «Sabemos que tiene muchas propiedades terapéuticas», añade el alcalde, que ha comenzado a investigar con los vecinos para qué se puede utilizar la savia de la planta, una vez que muera.
Más allá de la extrañeza del cardón, como explica Joaquín Giménez, «hay sentimientos. Los vecinos siempre lo hemos visto ahí y es una cosa del pueblo. Es nuestro patrimonio. Si pudiéramos hacer algo por él, lo haríamos. Pero es la naturaleza que sigue su curso, e inevitablemente tiene que morir».
Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)
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