Ezequiel Vigués, más conocido como «Didó», fue uno de los grandes exponentes de los títeres de guiñol a nivel mundial en el siglo XX. Recorrió media Europa a través de la representación de sus historias.
Su testigo lo recogieron Ramón Sánchez y Teresa Izquierdo, una pareja que lleva casi toda su vida dedicada a preservar y mantener el inmenso legado que dejó. Un estilo muy particular que les ha permitido vivir grandes aventuras, siempre acompañados por sus queridos títeres.
El destino hace dos años los trajo hasta Jaca, donde se han asentado y pretenden dar a conocer la historia de Didó.

Ramón Sánchez, el último discípulo de Didó
Ramón Sánchez cuenta a sus espaldas con toda una vida dedicada a los Títeres Guiñol Didó. Prácticamente 70 años contando y representando historias a todos los públicos.
Con tan solo 6 años decidió conocer el mundo de los títeres. «Mis abuelos ayudaban a a la venta de entradas de las representaciones de Didó, ya que tenían relación. Esto me permitió conocer la figura de uno de los mayores guiñolistas de la historia, y desde entonces comencé a seguir sus pasos. Cada año, para la feria, iba a verlo», explica Sánchez.
Sus primeros pasos fueron en su tierra, Vilanova i la Geltrú, donde hacía espectáculos para sus amigos y conocidos. Vivir en primera persona estas experiencias le hizo enamorarse todavía más de esta faceta. «Cuando yo tenía 10 años Ezequiel Vigués -Didó- murió, lo que supuso un gran golpe», apunta.
Sin embargo, a los 12 años llegaría una oportunidad que le cambiaría la vida. La viuda y compañera de representación de Didó, ofreció a Ramón «sustituir» al gran guiñolista en las obras. «Recuerdo hacer la primera gira por toda Cataluña, desde Viernes Santo hasta noviembre. Hacíamos más de 5 representaciones cada día. Conté 4000 actuaciones en poco más de dos años». añade.
Allí comenzó la historia de Ramón con los Títeres Guiñol Didó, siendo su verdadero -y único- discípulo.
Teresa Izquierdo, la representación del amor por los títeres
Pese a no ser tan larga como la de Ramón, la historia de Teresa Izquierdo con estos títeres tampoco es corta. Lleva más de dos décadas dedicadas a ello. Desde pequeña, tuvo una gran atracción por el teatro. «Cuando tenía 44 años me mudé de Barcelona a Vilanova i la Geltrú, y casualmente conocí a Ramón y nos enamoramos», señala.
Tal y como explica la protagonista, «desde el primer momento» Ramón intentó involucrarla en el mundo de Didó. «Poco a poco empecé a ayudar en lo que podía, estaba predispuesta. Cuando el compañero de Ramón lo dejó por temas laborales, entré yo a formar equipo con él», destaca.
Es así como esta pareja catalana se unió, cada día más, con un claro objetivo: preservar las memorias y legado de los Títeres Guiñol Didó.
Experiencias y épocas muy diferentes
Además del amor por los títeres, Sánchez siempre ha tenido otras dos pasiones: la radio y televisión y la música. La creatividad ha sido «fundamental» en toda su vida, compaginando sus tres pasiones de una manera «más sencilla de lo que parece», y se sincera: «Ha habido momentos que dejaba los títeres un poco de lado, pero al final volvía porque es parte de mí».
Este amor por Didó y sus guiñoles ha permitido a Ramón y Teresa visitar multitud de lugares por todo Cataluña y sur de Francia. «Hemos actuado hasta en Alemania«, comentan entre risas.
Didó, un estilo único
El estilo de Didó va mucho más allá de los títeres. Se trata de una forma única de conectar con el público. «Hay una interacción con el espectador, que no es común. Muchas historias de títeres no cuentan con el público, relatan el cuento y ya. Didó, y por tanto nosotros, va mucho más allá», apuntan.
Otro de los puntos clave es la personalización de cada personaje: «Cuando nos ponemos a representar, los títeres somos nosotros. Nos dejamos llevar por la historia y hacemos cosas que nosotros no haríamos». Esta es la clara esencia del legado de Didó: cada personaje tiene su historia y vida propia.
En cuanto a los rasgos físicos, los títeres también cuentan con una distinción. Los ojos son grandes, para que «cualquier espectador pueda mirarle y sentir lo que él siente durante la representación».
Casi 100 títeres con una confección muy laboriosa
En sus casi 70 años como guiñolista, Ramón ha creado una familia de casi 100 títeres. El más antiguo es de la década de los 60. Esta enorme colección hace que su casa, lugar donde guarda todo, sea el mejor museo posible en honor a la figura de Didó.
Cada títere esconde una gran historia detrás, además de precisar de un trabajo muy laborioso a la hora de su confección. Todo comienza con la pasta de madera, que después de lijarla y marcarla, se procede a dar forma de cabeza. Tras dejarse secar, se añaden los brazos de madera, y por último se añaden las vestimentas -cosidas a mano- y se pinta.
Este proceso lo realizan entre Ramón y Teresa, que se reparten las tareas. «Hacer un títere, de principio a fin, lleva más de 24 horas en total», desvelan. Todo ello hace que cada uno de las piezas sean ejemplares únicos e irrepetibles.
La llegada a Jaca: una gran acogida
Hace poco más de dos años la pareja decidió dejar atrás Vilanova i la Geltrú para mudarse a Jaca. La humedad, la crispación política y el agobio de la ciudad fueron las razones de su cambio.
«Ya habíamos estado un par de veces en Jaca de vacaciones, y nos encantó. Llevamos dos años y la acogida ha sido de 10. No he visto ninguna mala contestación de nadie en todo este tiempo, ni una falta de respeto. La amabilidad de esta ciudad es muy grande», comenta Teresa.
Este cambio también fue bueno para los títeres: «No sé si es porque necesitaba un cambio, pero desde la llegada a Jaca he tenido grandes ideas, que no se me habían ocurrido antes», comenta Ramón.
La vida de Didó en Jaca
Como no podía ser de otra forma, la pareja trajo a Jaca a toda su gran familia de guiñol. Nada más llegar, fueron al Ayuntamiento para presentarse y ofrecer sus servicios al área de Cultura. Para llevar a cabo su trabajo en la zona tuvieron que crear la Asociación Títeres Guiñol Didó Jaca.
Pocos meses después, y amparados por el Ayuntamiento, realizaron la primera exposición en el Palacio de Congresos de Jaca. Allí mostraron todos sus títeres, además de todos los fondos y demás atrezzo. «Tuvo un gran recibimiento, y fue una manera de decir que estábamos aquí dispuestos a dar un paso por la cultura del territorio, recuerdan.
La siguiente parada era una representación en las Fiestas de Santa Orosia y San Pedro de 2024, pero un imprevisto les impidió realizarla: «Me hice un esguince de tobillo fuerte dos días antes y hubo que cancelarla. Fue un chasco», lamenta Teresa.
Una segunda oportunidad
Sin embargo, no cesaron en su empeño, y esperaron un año para realizar la actuación. Ellos mismos admiten que tuvieron oportunidad de «debutar» antes en la zona, pero querían que Jaca fuese su primera actuación.
De esta forma, y justo un año después del incidente, Ramón Sánchez y Teresa Izquierdo representaban una obra por primera vez desde su llegada a Jaca en estas últimas fiestas. «Fue quitarse un peso de encima y nos puso muy felices poder cerrar el círculo de esta manera», comentan.
Durante este año de espera hasta su primera actuación, se lanzaron a hacer pequeñas representaciones de la actualidad en Instagram, donde cuentan con cientos de visualizaciones.
Planes de futuro: Didó también luchará contra Duchenne
Aunque ya han roto el hielo de las actuaciones en Jaca, este verano la pareja tiene otro objetivo principal. Desde hace alguna semana están trabajando en la confección de tres títeres para aportar su granito de arena en la carrera de Jaca Lucha Contra Duchenne, el próximo 20 de septiembre.
«Queremos regalarlos y que se sorteen. Siempre hemos participado en movimientos como este, y nos hace especial ilusión poder ayudar», comentan. Por ello, ahora su esfuerzo se centra en la preparación de las tres piezas, que deben estar acabadas semanas antes del evento para garantizar la organización del sorteo.
«En un futuro nos encantaría representar alguna obra en Jaca o alrededores, pero hace nada hemos actuado y queremos esperar un poco para la siguiente», sentencian.
Crear una tradición de títeres en Jaca
A más largo plazo, su objetivo es «crear una tradición de títeres» en la zona. «Sabemos que Jaca y alrededores no tienen una gran costumbre en esto, pero hay grandes titiriteros en Huesca, como los de Binéfar», añade Ramón Sánchez.
Por ello, inciden en que están «abiertos» a cualquier colaboración o iniciativa con las instituciones y otros grupos de titiriteros para hacer de la zona un lugar perfecto para los títeres. «Nuestra familia de títeres se va a quedar en Jaca, y nos encantaría que este sea el sitio en el que el arte de Didó siga en activo», concluyen.
Por Jorge Callau
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