JACETANIA EXPRESS

«Pase lo que pase, los viernes hay que ir al mercadillo de Jaca»

Desde hace varias décadas, el viernes en Jaca es el día por excelencia para ir al mercadillo. Una tradición arraigada para los jacetanos, que ya identifican el mercadillo como parte de su rutina cada viernes. «Llueva, haga frío o sol hay que venir para ver qué es lo que traen y aprovechar», dice un vecino mientras mira ropa en un puesto.

En total, cerca de una decena de puestos lo componen, ofreciendo desde material textil, hasta productos artesanales o frutas. Algunos de ellos cuentan a sus espaldas con una vida entera dedicada al «comercio de siempre».

Para encontrarlos, solo hace falta ir a la intersección entre el paseo Giménez Abad y la calle Pico Aneto, en las inmediaciones de los glacis de la Ciudadela de Jaca.

(Foto: Jorge Callau)

Una ubicación «mucho mejor que la anterior»

Hace año y medio, en abril de 2024, el mercadillo de los viernes en Jaca estrenaba una nueva ubicación. El Ayuntamiento de Jaca llegaba a un acuerdo para responder y solucionar una demanda histórica por parte de los vendedores.

Laura Vanessa Giménez, que regenta uno de los puestos explica que «tras un período de adaptación, este lugar es mucho mejor para todos. Las ventas son parecidas, pero es un sitio mucho más alegre y con más movimiento».

Giménez es de Jaca, y lleva 25 años junto a su familia dedicados a la venta ambulante de ropa. Recorre toda La Jacetania semana a semana. «Podría decir el gusto de ropa de casi todas las mujeres de por aquí», bromea con una clienta.

En el mercadillo también hay hueco para lo artesano

Además de textil y fruta, en el mercadillo hay un rincón también dedicado a los alimentos artesanales. Romina es natural de Argentina, aunque vive en Sabiñánigo. Lleva más de 5 años dedicándose a la elaboración de productos artesanales argentinos. «Hay alfajores, dulce de leche, tartas dulces, empanadas, pizzas…Todo producto que pienses», sostiene.

Pese a no tener tienda física, se dedica a hacer mercadillos por la zona para dar a conocer su trabajo. «Voy a mercadillos tres veces a la semana: los jueves Broto o Torla, los viernes en Jaca y los sábados en Biescas, ese es mi recorrido», comenta.

Además de hacer venta ambulante, apunta que también hace encargos a domicilio. «A inicios de semana me centro en particulares, y a finales ya vengo a los mercadillos. Hay que organizarse bastante para llegar a todo estando sola. Suelo tener un número de clientes fijos, y a partir de allí a vender», añade.

«Antes se vivía del mercado, ahora tienes que hacer alguna cosa más»

Manuel Navarlaz vive en Jaca desde 2005, y hace más de 25 años que es vendedor en el mercadillo de Jaca. «Mira si llevo viniendo que he vendido en Jaca en tres o cuatro sitios diferentes», comenta entre risas. De este último cambio de emplazamiento piensa que está «mejor que el anterior, aunque había propuestas mejores».

Lleva media vida haciendo un recorrido que ya se sabe de memoria: los martes en Aínsa, miércoles en Hecho, jueves visita a Sabiñánigo, viernes a Jaca y sábado en Biescas. Con gran experiencia e historias a sus espaldas, explica que la venta ambulante «ha bajado muchísimo» en los últimos años.

«Antes todos vivíamos del mercado, ahora tienes que hacer alguna cosa más para llegar y que los números salgan. Todo ha subido mucho», añade Navarlaz. En específico, él mismo comenta que el de Jaca es uno de «los mercadillos más caros de España».

«En Huesca o Zaragoza los precios de alquiler son más bajos. Esto hace que lo que venda en Jaca siempre va a ser más caro que lo de otros lugares. Entiendo a los clientes que se quejan, pero yo vivo de esto y necesito que salgan las cuentas», subraya.

Navarlaz también comenta que estos precios más altos hacen que apenas haya clientela de fuera, explicando que más de un 90% de sus ventas son a jacetanos y jacetanas.

La cercanía con el comprador: la clave del vendedor ambulante

Paseando por el mercadillo, llama la atención el puesto de textil de Sara Giménez, una de las más veteranas. Lleva cerca de 40 años enseñando y vendiendo, sobre todo, ropa de mujer. «Lo que más vendo de siempre son camisones. Se puede decir que las fundas de almohada y los camisones son mis productos estrellas», sostiene.

Ella es de Huesca, y semana tras semana se desplaza hasta Sabiñánigo, Jaca y Zaragoza para proseguir con el negocio. «El mercadillo ya no es lo que era, ni aquí (en Jaca), ni en ningún lado. Aguanto porque es lo que he hecho toda mi vida y queda poco para jubilarme. Hace una década estábamos muchísimos puestos, y ahora en Jaca no llegamos a 10″, lamenta.

Aún así, cada vez que aparece un cliente, le sale una sonrisa de oreja a oreja: «Lo mejor de mi trabajo, siempre lo diré, es el trato con el cliente. Casi nunca, en toda mi vida, he tenido altercados ni problemas. Normalmente se da lo que recibe, así que me limito a hacer que cada persona que pase por aquí se sienta escuchada y cercana a mí».

Explica que sus hijos han decidido coger otro camino, y tienen sus propios trabajos. «Cuando yo falle, no sé si esto seguirá, pero no vendrá nadie de mi familia. El relevo generacional está perdido», sentencia.

Laura Vanessa, Romina, Manuel o Sara…Luchan cada semana para que los viernes en Jaca siga siendo el día del mercadillo. Cada uno a su manera, protagonistas de diferentes historias, salen a la calle para mantener vivo el arte de la venta ambulante.

Por Jorge Callau (texto y fotos)

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