Un canto a la libertad. Por Carlos del Pueyo

Cuando se cumplen ya 47 años de la mítica revolución de los claveles, todo un canto a la libertad de nuestro vecino peninsular, el panorama político nacional sigue llenando de bochorno la legendaria piel de toro. Aunque parezca mentira, por culpa de la fragilidad de la memoria humana, Portugal ha pasado todavía menos tiempo en democracia del que duró la dictadura de Salazar, que mantuvo al país cincuenta años sin elecciones libres y lo condenó al ostracismo político, económico y social. No así ocurre en España, donde ya llevamos, afortunadamente, más años de democracia (aunque llegáramos más tarde a ella) que el tiempo que padecimos la dictadura franquista. No se trata de hacer comparaciones porque las diferencias entre ambos países, tanto entre sus regímenes totalitarios como sobre la forma de llegar a la democracia, son notables y numerosas, seguramente mayores que las similitudes.

«La histórica revolución de los claveles es una valiosa conmemoración que merece la pena celebrar»

La histórica revolución de los claveles es una valiosa conmemoración que merece la pena celebrar porque llevó la democracia parlamentaria a una sociedad que sufría un régimen autárquico y no democrático, si no queremos entrar en más detalles que nos llevarían a una férrea dictadura autoritaria, retrógrada y conservadora. Igual de valiosa, sin volver a hacer comparaciones, cada una según su estilo y circunstancias, que la transición española que, una vez que el dictador murió en la cama, trabajó para conseguir establecer la democracia parlamentaria en la sociedad española.

Si de verdad somos capaces de valorar esos hitos históricos, si de verdad sabemos dar reconocimiento al valor que tuvieron esos acontecimientos y queremos, objetivamente, sin intereses partidistas, estimar el significado de las repercusiones políticas y sociales que supusieron en su momento y en el futuro, convendremos en que es indispensable una reflexión sobre la actualidad política.

Un canto a la libertad. Por Carlos del Pueyo
Un canto a la libertad. Por Carlos del Pueyo

«debe imperar la sensatez y la madurez de una sociedad»

Por encima de la ignorancia, del desconocimiento, de la manipulación y de espurios intereses partidistas, debe imperar la sensatez y la madurez de una sociedad, la española, que ya ha dado ejemplo de esos valores en múltiples ocasiones. La fiesta de la revolución de los claveles es una gran ocasión que sirve para recordar cuánto costó esa democracia, lo mucho que costaron las actuales democracias que rigen los designios de los dos países que pueblan la Península Ibérica y de lo que, si somos auténticos demócratas, debemos apreciarlo. Y felicitarnos por ello.

Sin embargo, somos conscientes de que hay unos cuantos políticos, con vocación de barbudos de Sierra Maestra, que querrían encontrarse en una situación como la que se vivía, tanto en España como en Portugal, antes del 25 de abril de 1974, porque esa sería la única manera de que se sintieran en su salsa y de que sus trasnochadas, tóxicas, retrógradas y conflictivas máximas políticas tuvieran vigencia y fueran útiles actualmente. Además, otros cuantos que aparentan suspirar por las impresentables formas políticas que gobernaban la Península, en las que también parecen encontrarse más cómodos, con anterioridad a esa fecha.

Esas realidades de la actual política española son las que la están ensuciando, proporcionando ya un hedor que apesta.

En defensa de los valores de la libertad y de la democracia

No estamos ante un todo vale. No vale el terrorismo, no vale la violencia, no vale la manipulación, no vale la demagogia.
La revolución de los claveles o la transición española no son meras fechas en el calendario del siglo pasado, una época que padeció las peores experiencias políticas que ha sufrido la Humanidad en toda su historia: fascismo, totalitarismo, guerra, estalinismo, leninismo, nazismo, campos de concentración, gulags, torturas, bombas atómicas, persecuciones, fusilamientos, encarcelamientos, matanzas étnicas, etcétera. La consecuencia de esas experiencias: pobreza, hambruna, enfermedad, sometimiento, esclavitud, dependencia, prohibición, analfabetismo, incultura… llevó a la razonable conclusión, a casi finales de ese siglo, de que la democracia era el mejor sistema posible. Y que había que luchar contra los anteriores para evitarlo. Y, si fuera necesario, impedirlos porque van en contra de la Humanidad, sus derechos civiles, su progreso y su prosperidad.

47 años desde que los capitanes del Ejército portugués colocaran claveles rojos en sus tanques

Por todo ello, cuando, por desgracia, 46 años después de que se muriera Franco y cuando ya han pasado 47 años desde que los capitanes del Ejército portugués colocaran claveles rojos en sus tanques, aclamados por la población a su paso por las calles de Lisboa. Dirigiéndose a derrocar al gobierno dictatorial de Caetano, al son de la Grandola, Vila Morena, canción popular prohibida por el régimen de Salazar. Resulta increíble que no seamos capaces de reconocer, sin fisuras, que aquellos movimientos trajeron la democracia a nuestra maltrecha sociedad, lo que supuso subirse al tren en el último peldaño de la modernidad y avanzar hacia el futuro. Luchando por los derechos humanos y la libertad de las personas y de toda la sociedad como garantía inquebrantable de su desarrollo humano y social.

Volver a cuestionar esto para plantear obsoletas y fracasadas propuestas que irrogan gravemente a la sociedad española no sirve más que para hacernos retroceder hacia el pasado. Y, en consecuencia, hay que responder ante ellas si, de verdad, queremos seguir luchando por nuestro futuro en libertad que traiga la prosperidad de las generaciones venideras. El progreso pasa por defender los valores democráticos. Esos valores sobre los que se cimentó la transición española y que hicieron echarse a la calle a los militares portugueses en defensa de su pueblo. Libertad de expresión frente a la manipulación mediática y al pensamiento único, derecho a la educación frente al adoctrinamiento, derecho a la vivienda frente al desahucio y la ocupación, derecho al trabajo frente a la falta de oportunidades, igualdad frente a sectarismo, justicia frente a arbitrariedad, cumplimiento de la ley frente a inseguridad.

«La Revolución de los Claveles fue el canto a la libertad de todo un pueblo»

Portugal consiguió en un par de años, después de aquel histórico y triunfal 25 de abril, construir un Estado de Derecho y una democracia parlamentaria, al igual que España aprobó una Constitución que garantiza la democracia. Reconozcamos y exaltemos sus valores. Superemos, todos juntos, el estancamiento político y democrático que sufrimos. De otra manera, volveremos hacia atrás y no seremos capaces de caminar hacia adelante. Aprendamos del pasado y no lo repitamos. Reflexionemos ahora que aún estamos a tiempo. Hay que apostar por el auténtico progreso que nos conduzca a un futuro mejor para todos.

La Revolución de los Claveles fue el canto a la libertad de todo un pueblo. Sigamos cantándolo y no nos entretengamos, perdiendo el tiempo, en cantinelas panfletarias y sectarias. Celebremos la Revolución de los Claveles. Felicidades a todos los portugueses.

Por Carlos del Pueyo. Periodista

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