La A-23 sigue con un solo carril tras casi seis meses desde el desprendimiento de Nueno

IMG_20160830_165337217por Rebeca Ruiz
Atascos y retenciones, en ocasiones de varios kilómetros, es lo que se encuentran cada día los usuarios de la carretera A-23, debido a los trabajos de consolidación de la ladera que se están realizando en la zona, entre Nueno y Arguis, en torno al kilómetro 590 de la antigua N330. En esta zona, se han instalado grandes grúas con “jaulas” en las que se eleva a los operarios para poder realizar los trabajos verticales. Además, los vehículos que se emplean para estas obras levantan una gran cantidad de polvo que, en ocasiones, dificulta la visibilidad en la carretera.
A raíz del desprendimiento de la pasada Semana Santa , cuando cayeron sobre la calzada más de 300 toneladas de roca, y después de que un carril de subida lleve cerrado al tráfico más de cinco meses, esta vía cuenta con un plus de peligrosidad, ya que a las obras, al tránsito continuo de camiones y maquinaria pesada y al propio trazado de la carretera, hay que añadir la época veraniega, con gran cantidad de desplazamientos de vehículos, por lo que la subida hacia Jaca presenta muchas dificultades incluso fuera de fin de semana.
El desprendimiento de marzo se produjo en el punto kilométrico 377 de la A-23, en un tramo con dos carriles en dirección subida. Como solución, calificada entonces de “provisional” y tras varias horas cortada a la circulación, se habilitaba la calzada izquierda de la autovía para permitir el tráfico en ambos sentidos, algo que, a fecha de hoy, no se ha resuelto. El suceso puso de manifiesto la necesidad de estudios más amplios acerca de la estabilidad de la montaña, que quedó en entredicho, así como la seguridad de la nueva autovía.

Dos meses después, ya en mayo, Fomento anunciaba que construiría una galería de protección, de 250 metros aproximadamente, sobre la calzada en Monrepós (punto kilométrico 377 de la A-23) como solución a adoptar para garantizar la seguridad en la autovía. Además se incluía un tratamiento previo del talud y la instalación de un sistema de drenaje, ya que parece ser que eran las filtraciones de agua las que produjeron el grave desprendimiento.
Los trabajos que se están realizando en las proximidades del lugar en el que sucedieron los hechos, unido a la construcción de otras partes de la autovía a lo largo del recorrido entre Huesca y Sabiñánigo, y el embudo que se forma en la primera parte de la subida a Monrepós con un solo carril, hace especialmente peligroso el tránsito por esta zona, con zonas de autovía provisionalmente bidireccionales, tramos de obras con continuas entradas y salidas de vehículos pesados, estrechamientos de calzada y, en ocasiones, cortes intermitentes, por no hablar de los atascos que se forman a determinadas horas del día y, sobre todo, los fines de semana en dirección subida o bajada con la llegada o regreso de los turistas que utilizan esta vía para llegar al Pirineo, y que, habitualmente, tienen que padecer el cuello de botella que se forma en los túneles de Monrepós.