Los mayores de la Residencia La Conchada de Biescas se convertían en los protagonistas de la jornada gracias a un sencillo y entrañable homenaje que se les rendía conjuntamente desde el Ayuntamiento de la localidad y el centro asistencial. Después de meses sin poder salir del recinto, como consecuencia del COVID, han podido tomar un café en la plaza del pueblo. Un gesto que ha resultado muy gratificante tanto para los residentes como para todos los que han hecho posible esta sorpresa para ellos.
«Ha sido emocionante», explicaba Francisco Lacasa, uno de los mayores homenajeados. «Llevábamos un año sin salir de la residencia; hace unos días salimos a dar unos paseos por La Conchada, y este verano pudimos salir al jardín del centro, pero deseábamos enormemente volver otra vez al pueblo, a la plaza del Ayuntamiento». Como señalaba Lacasa, durante estos meses, ha habido momentos buenos y malos. «Pero, la verdad, es que estábamos muy bien atendidos; todo el personal se ha volcado con nosotros y eso ha ayudado mucho a que nos encontráramos bien», añadía.
Nuria Pargada: «Es emocionante a nuestros mayores sentados en la plaza»
Para Nuria Pargada, alcaldesa de Biescas, se vivían momentos muy especiales. «Podéis imaginar la felicidad que tenemos de poder volver a ver a nuestros mayores sentados en la plaza. Para nosotros, con la situación que se vivió, desde el primer momento con la pandemia, es emocionante verlos hoy aquí», aseguraba la alcaldesa.
La idea surgió -recordaba Pargada- cuando ya estaban todos vacunados, tanto residentes como personal, y empezaron a salir de la residencia. «Pero sabemos que a ellos les hacía mucha ilusión salir al centro del pueblo, y por eso les hemos ofrecido un café para que se lo pudieran tomar aquí tranquilamente», destacando la colaboración de todos los trabajadores para que los mayores hayan podido volver al centro del pueblo en una relativa nueva normalidad.
Daniel Villanueva: «Es un orgullo poder organizar actividades como ésta, que supone humanizar las relaciones con los mayores»
Antes de que pudieran salir de la residencia, los responsables de La Conchada ya comenzaron a organizar paseos programados por las instalaciones, cumpliendo todos los protocolos de seguridad, sobre todo para saber «cómo están ellos físicamente, cómo está el suelo, cómo se comporta la gente -que no se acerquen a las personas mayores-,…», señalaba Daniel Villanueva, director de la residencia.
«Hasta el año pasado, casi todos salían a tomar su café o su vermú, y luego volvían a comer a la residencia», recuerda Villanueva. Unos hábitos de vida que se interrumpieron radicalmente con la llegada del COVID. Por eso, el director destacaba lo «entusiasmados» que estaban los residentes con el esperado regreso a la calle.
Organizar esta actividad ha supuesto un gran esfuerzo a todos los niveles porque, a pesar de que el acto se desarrollaba a apenas 200 metros de la residencia, la coordinación y la atención ha tenido que ser muy importante para que no hubiera ningún riesgo para los residentes. De hecho, se ha necesitado coordinar muy bien los detalles e, incluso, contar con la ayuda de trabajadores de la residencia que voluntariamente se han ofrecido a colaborar en su día de fiesta.
Un gesto que arrancaba sonrisas y que, en el fondo, como explica Villanueva, «supone poder humanizar las relaciones con los residentes, una vez que el plano sanitario y asistencial ya tiene unos niveles de calidad. Poder salir de nuevo al pueblo, volver a estar con los familiares,… es una gran satisfacción para nosotros, como equipo, porque estamos todos. Y, para mí, personalmente, es todo un orgullo».
Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)
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