
por Rebeca Ruiz
Más de 500 alumnos de Escuelas Pías, acompañados de profesores, padres y otros miembros de la comunidad educativa, llenaban las calles de Jaca de palomas blancas en el Día Escolar de la No Violencia y la Paz.
La Marcha por la Paz, que se celebra en Jaca ya desde hace varios años el 30 de enero, secundando la conmemoración internacional de esta jornada que recuerda la muerte de Gandhi desde 1964, colapsaba la Calle Mayor y concluía en la puerta del Ayuntamiento. Allí, el concejal de Educación, Enrique Muñoz, acompañado de José Ignacio Bilbao y María Pilar Moreno (director titular y directora académica de Escolapios de Jaca, respectivamente) se dirigían a los niños y adolescentes en una jornada que ya se ha convertido en todo un símbolo en contra de los comportamientos violentos y en favor de una sociedad más tolerante. Antes, a lo largo de toda la Calle Mayor, desfilaban los alumnos de Escuelas Pías (los más pequeños, de la mano de sus compañeros mayores), portando pancartas con mensajes alusivos a cada asignatura y con slogan en favor de un mundo mejor.
«En nombre de nuestros hijos, familiares, amigos y estudiantes, manifestamos que trabajaremos incansablemente por la paz, porque el día que reescribamos nuestra historia, sabemos que nunca podríamos explicarles por qué, pudiendo parar el horror, no lo hicimos». Con estas palabras, la directora del centro comenzaba la lectura del manifiesto del Día de la No Violencia y la Paz.
Un discurso que proseguía con un alegato en favor de la enseñanza: «Nosotros, maestros y gentes de la educación, votamos por la paz, porque sabemos que los recursos que deberían invertirse en educación hoy están destinados, en parte, a mantener la injusticia de las guerras», continuaba.
«Levantamos la espada de la paz porque las únicas guerras que vale la pena librar son aquellas que buscan acabar con el hambre, la indiferencia, la corrupción, la inequidad la injusticia y la ignorancia (…); porque con la educación alcanzaremos la libertad y la autonomía para superar la sumisión y el engaño al que hemos sido sometidos durante siglos (…)», concluía el manifiesto.