El 3 de septiembre de 1937 fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Jaca nueve republicanos (siete de ellos de Biescas) que acababan de ser fusilados en la misma tapia del camposanto tras permanecer un año presos en la ciudad. Fueron inscritos en el libro de enterramientos como los nueve sin nombre. 85 años después, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha iniciado la búsqueda de los restos a petición y en presencia de sus descendientes, con el objetivo de identificarlos y devolverlos a sus familias para que puedan enterrarlos con dignidad.

La fosa común de los nueve sin nombre
Maximino Bergua Lalaguna, Antonio Fanlo Maza, Nicasio Isabal Cajal, Esteban Aínsa Aso, Joaquín Gracia Claver, Ramón Cajal López, Benito Lalaguna Callavé, Agustín Villanúa Batalla y Juan Artigas Martínez. Así se llamaban los nueve sin nombre -como figura en el registro de enterramientos- que terminaron en esta fosa común del cementerio de Jaca en 1937 tras ser fusilados. Desde este lunes, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica trabaja para localizar e identificar los restos de los represaliados y devolverlos a las familias de siete de ellos, que siguen los trabajos atentamente. Todavía no se ha podido localizar a las familias de Agustín Villanúa Batalla y Juan Artigas Martínez.
Figuran en el registro del camposanto como los nueve sin nombre, pero las familias están convencidas de que los suyos son los que están enterrados en la fosa común en la que ahora se está interviniendo. Lo saben por testimonios clave de aquella época, como el del enterrador que les dio sepultura o el de un capellán que también coincidió con los nueve. No obstante, una vez localizados los restos, se llevarán a un laboratorio especializado en Ponferrada, donde los someterán a los pertinentes estudios de ADN cotejándolo con los de sus descendientes antes de entregarlos a sus respectivos familiares.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica hace un llamamiento para encontrar a las familias o a alguien que pueda aportar información o que esté relacionado con AGUSTÍN VILLANÚA BATALLA y JUAN ARTIGAS MARTÍNEZ, los dos hombres que fueron enterrados en la fosa común del cementerio de Jaca con los siete represaliados de Biescas.
La de Jaca es la primera fosa que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) levanta en la zona
Marco González, vicepresidente de ARMH, que llevó a cabo en el año 2000 en Priaranza del Bierzo la primera exhumación científica de desaparecidos por la represión franquista, explica que ahora lo más importante es identificar los restos que yacen en esta fosa común.
Si bien «el lugar estaba dignificado ya desde los años 40 con unas losas de mármol blanco colocadas por las propias familias, que en el año 77 volvieron a remodelar el panteón», el objetivo es que «las víctimas puedan volver a su pueblo, donde los quieran llevar sus familias, y no dejarlos en este lugar que fue el que decidieron sus asesinos», apunta González.
Los trabajos de exhumación comenzaban este lunes con el destierre, y enseguida salía a la luz una de las zanjas. «Nos han ayudado investigadores locales, como Esteban Gómez o el Círculo Republicano de Jaca -con José Domínguez ‘Josechu’-, que conocen toda la historia de la represión franquista en la comarca, y que tenían documentada y muy bien explicada la localización de cada fosa», añade González.
Junto a Marco González, los trabajos se desarrollan bajo la dirección del arqueólogo Serxio Castro y también cuentan con la experiencia de una antropóloga forense, entre otros expertos. La de Jaca es la primera fosa que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) levanta en la zona, si bien ya realizó una actuación en Andorra (Teruel). Cabe destacar que la ARMH acomete estos trabajos con sus propios medios, sin ningún tipo de subvención ni ayuda, con el único fin «de dar una respuesta a las familias».
«Los republicanos volaron tres pilonas de la luz y se bajaron de Biescas a nueve, tres por pilona»
Maximino Bergua era un albañil que vivía en Biescas con su mujer y su hija, de apenas un año de edad. Al comienzo de la Guerra Civil, los republicanos volaron tres pilonas de la luz. Cuentan que, como no se supo quien lo hizo, un mando franquista de Jaca ordenó «que le mandaran a nueve, tres por pilona», acusados de sabotaje por la Guardia Civil y la Falange y como represalia. Maximino fue uno de ellos.
«Alguien los detuvo y se los llevaron de Biescas como rehenes, porque ni siquiera eran militantes. Se los bajaron de Biescas en octubre del 36 y los fusilaron en septiembre del 37. Habían estado casi un año presos. Un día los llamaron y pensaban que los iban a poner en libertad. Los bajaron a dormir a la Ermita de la Victoria y a la mañana siguiente los fusilaron en las paredes del cementerio», recuerda Antonio Lalaguna, nieto de Maximino Bergua. Antes, como ha podido contrastar la AMRH, «fueron encarcelados en el Seminario de Jaca, habilitado como prisión por los golpistas y en el Fuerte de Rapitán, fortaleza en Jaca también utilizada como cárcel».
«Siempre habíamos querido llevar a mi abuelo a Biescas»
«En casa conocíamos la historia de mi abuelo, y hablando con mis hermanas siempre habíamos querido exhumarlo. Siempre habíamos querido llevarlo a Biescas, pero nunca dábamos el paso. Sabíamos que los habían sacado a la fuerza y qué menos que llevarlos de regreso…», explica Lalaguna. Hace unos meses, el nieto de Maximino Bergua decidió ponerse en contacto con ARMH. Les expuso el caso y, ya con toda la información, se dirigió al resto de las familias para ver qué se podía hacer. La respuesta fue unánime y los descendientes de las siete familias de Biescas dieron el paso adelante.
«Es algo que te hace sentir mucha pena. Y que condicionó la vida a todas la viudas y a todos los huérfanos. La historia ya pasó y no se puede volver atrás, pero ni mis hermanas ni yo, ni el resto de familiares, concebíamos tener a nuestros abuelos en una fosa común, lejos de nuestro pueblo. En Biescas, que es de donde los arrancaron, es donde tienen que estar sus restos», explica el nieto, que todavía conserva cartas que su abuela le enviaba a su marido, estando preso, para decirle lo revoltosa que era la niña (la madre de Antonio Lalaguna) que no pudo ver crecer. También conserva la carta de despedida que, como sus compañeros, su abuelo escribió a sus familias antes de morir. «Y todos, a pesar de cómo lo tendrían que estar pasando, solo tuvieron palabras para intentar reconfortar a los que dejaban», explica.
‘Los nueve sin nombre’ del Cementerio de Jaca
Maximino Bergua Lalaguna trabajaba como albañil. Estaba casado y tenía una hija. Vecino de Biescas. Fue asesinado con 42 años.
Antonio Fanlo Maza trabajaba como controlador en la Central Eléctrica de Biescas. Vecino de Biescas. Estaba casado y era padre de dos hijos. Tenía 43 años cuando fue asesinado.
Nicasio Isabal Cajal trabajaba como encargado de obras en la restauración de edificios de Patrimonio Nacional. Vecino de Biescas. Estaba casado y tenía tres hijos. Fue asesinado con 40 años.
Esteban Aínsa Aso trabajaba como albañil. Vecino de Biescas. Estaba casado y tenía tres hijos. Fue asesinado con 31 años.
Joaquín Gracia Claver era albañil. Vecino de Biescas. Estaba casado y no tenía hijos. Asesinado a los 31 años.
Ramón Cajal López trabajaba en el campo como agricultor y ganadero. Vecino de Biescas. Estaba casado y tenía 2 hijos. Asesinado a los 33 años.
Benito Lalaguna Callavé era albañil. Vecino de Biescas. Estaba casado y tenía cinco hijos. Asesinado a los 40 años.
Agustín Villanúa Batalla era industrial. Vecino de Igriés. Estaba casado y tenía tres hijos. Asesinado a los 38 años. Aún no se ha localizado a la familia.
Juan Artigas Martínez. Nacido en Agüero y posible vecino de Jaca. Aún no se ha localizado a la familia.
(FUENTE: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica)
Tal y como recuerda ARMH, «desde el 28 de julio de 1936 al 23 de febrero de 1942 hubo 406 fusilados en el partido judicial de Jaca. En el cementerio de Jaca se realizan algunos de estos enterramientos en nichos, tumbas de beneficencia y cementerio civil, aunque su gran mayoría están en enterrados en las 23 fosas comunes ubicadas en las cuatro esquinas del cementerio viejo».
Por Rebeca Ruiz (texto y fotos)

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